Estilistas y barberos frustrados ante órdenes contradictorias de reapertura
El estado de California y el condado de Los Ángeles no se ponen de acuerdo
Adriana Pérez pegó el grito en el cielo cuando se enteró que el Departamento de Salud del condado de Los Ángeles no autorizó la reapertura a salones y barberías, pese a que el gobernador Gavin Newsom anunció que podían abrir a partir del lunes 31 de agosto en California.
“Es injusto por donde se vea: Es más riesgoso hacer cortes de cabello en la banqueta que dentro de un salón con todas las reglas de higiene y desinfección”, dijo Adriana, propietaria de dos barberías en el condado de Los Ángeles.
“Lamentablemente muchos estilistas y barberos están yendo a las casas de los clientes, o atienden en sus propios hogares. Eso representa un mayor peligro de propagar el virus porque no hay manera de controlar la higiene”.
Mencionó que es injusto que mientras a los salones no les permitan trabajar, se autoriza operar a las tiendas de ropa. “Eso es discriminación. Nosotros tenemos que comer y pagar rentas”.
Hizo ver que estos días que han trabajado en las aceras y estacionamientos, alguna gente que no está de acuerdo con que corten el pelo en la calle, los insulta y les grita. “Hasta nos dicen que nos vemos ridículas. No nos respetan. Yo les digo que llamen a las autoridades y se quejen”.
Bajo los lineamientos del gobernador Newsom, los condados han sido clasificados con un sistema de colores para evaluar el riesgo de la propagación del coronavirus.
El condado de Los Ángeles se ubica en el color morado, la categoría más alta, la cual indica un riesgo amplio de infección.
Pese a esto, el gobernador permitió la reapertura de salones de pelo, barberías y centros comerciales al 25% de su capacidad, a partir de este lunes. Pero el condado de Los Ángeles no lo ha aprobado.
Extrañamente, Adriana dijo que sí le permitieron abrir su barbería LB’S de Baldwin Park, pero no la de Sun Valley. Ambas localizadas en el condado de Los Ángeles.
Inversión tirada a la basura
Mark Girón, dueño de la barbería Sharkys Barber, dijo que en marzo cerraron luego de que la policía de la ciudad de Montebello les tocó la puerta para ordenarles que pararan porque había muchas quejas de que seguían trabajando en medio de la pandemia. “En junio nos dejaron abrir bajo nuevas reglas para operar al 25% de capacidad y con citas. Invertimos en equipo para proteger al cliente; y a los cuatro semanas nos cerraron”.
Mencionó que luego les dijeron que podían trabajar fuera de los negocios en los estacionamientos y banquetas. “Compramos abanicos con agua, espejos, aires acondicionados que funcionan fuera, mesas, carpas y sombrillas porque las condiciones climáticas se pusieron muy mal con las temperaturas de más de 100 grados y los incendios”.
Finalmente se pusieron muy felices cuando el gobernador Newsom anunció que el lunes 31 de agosto ya podían operar dentro de las instalaciones, pero el condado de Los Ángeles y su Departamento de Salud no aprobó esa decisión.
“Nos traen para arriba y para abajo. No tienen ninguna consideración con una de las industrias más limpias y desinfectadas que trabaja con filtros de aire. Ya perdí a todos mis empleados que han decidido trabajar a escondidas para dar de comer a sus familias”.
Mark afirma que él no ha recibido ningún préstamo para hacerle frente a la escasez de ingresos que le ha traído la pandemia. “Me rechazaron, pero he visto que hicieron fraude para calificar y a ellos sí les dieron.
Órdenes encontradas
Marysol Rangel, dueña del salón Sol en Studio City, dijo que si de aquí a diciembre no abre su negocio, tendrá que cerrar. “Me estoy acabando mis ahorros pagando renta sin tener ingresos”.
Comentó que ha logrado subsistir yendo a las casas de las clientas, pero aún así solo gana la tercera parte de lo que solía obtener cuando tenía el salón abierto.
“Empezamos a trabajar fuera, pero no duramos ni una semana porque los restaurantes que están en la plaza se empezaron a quejar de que el pelo les estaba cayendo en las mesas. Tuvimos que parar. Yo no puedo dar un tijeretazo y barrer cada pelo que cae al suelo”.
Marysol comenta que siete de las estilistas a las que les rentaba una estación en su salón, se tuvieron que ir debido al cierre. “Están trabajando en las casas, y una de ella consiguió empleo en una cafetería”.
Y agrega que con tantas órdenes que da el estado y el condado, se siente confundida. “Qué sí, qué no. Todo es muy confuso, pero necesitamos presionar al gobierno para que nos permita trabajar”.
Observa que de plano muchos angelinos se han ido a cortar y arreglar el pelo a los condados de Orange y Ventura donde si están trabajando.
De las greñas
La maestra María Teresa Villarreal, fundadora de la Asociación de Empleadores de Barbería y Cosmetología del Sur de California y propietaria de la escuela de belleza Cosmética en Downey, dijo que los dueños de los salones y barberías andan literalmente ‘de las greñas’ con varios meses sin trabajar y órdenes encontradas del estado, la ciudad y el condado.
“Muchos se han ido a trabajar a sus casas porque no tienen estacionamientos o el espacio para cortar el pelo al fresco”, dice.
Y señala que alguien les dijo que parecían víctimas, que no se quejaran. “No somos víctimas. Simplemente exponemos los riesgos a la salud y a la economía de mantener los salones y barberías cerradas. El peligro de contraer el virus es más grande trabajando en la casa; y por otra parte, está la posibilidad del cierre de negocios y el impacto en la economía”.
“Estamos perdiendo clientela, y los que se van ya no vuelven. Es muy difícil recuperarlos”.