El debate, un reality-show y no un acto de democracia
La pregunta de ¿quién ganó el debate por la presidencia de Estados Unidos: Trump o Biden? es irrelevante.
Especialmente porque lo que vimos el miércoles no fue un debate, sino un reality-show para seguir manteniendo al pueblo estadounidense distraído, alejado de los temas importantes, tales como la pandemia, el desempleo, el seguro médico, la justicia social y el cambio climático, entre otros.
Qué fue lo que obtuvimos, dos individuos en el ocaso de su vida que representan a la clase corporativa, y no a la mayoría de los estadounidenses, interrumpiéndose, ofendiéndose y mintiéndole a la gente que representan.
Obviamente, uno grito más que otro, uno mintió más que otro, pero ninguno presentó una visión clara del porqué la gente debería de votar por ellos; más bien, hablaron del porque la gente no debería votar por su oponente.
Esta es una clara muestra que ni Trump ni Biden tienen una apuesta en favor de la gente que no favorezca primero a las corporaciones, y eso es totalmente antidemocrático.
Lo peor de todo, es que ocurrió en medio de una de las pandemias que le ha arrebatado la vida a cerca de 210,000 estadounidenses y más de 90 millones no tienen seguro médico y si lo tienen, no les es suficiente para librar una gran deuda en caso de una emergencia.
El reality-show sucede en un momento en que las personas siguen perdiendo su empleo en el mejor de los casos, porque en el peor, siguen muriendo.
El debate fue una muestra más para que podamos abrir los ojos y entendamos que mientras tengamos una ‘democracia’ que es dirigida por las corporaciones, el pueblo estadounidense es lo que menos importa.
Desafortunadamente a estas alturas no tenemos opción; y al igual que hace cuatro años tendremos que votar por el menos malo, porque no votar enviaría un mensaje de apatía del proceso y eso tampoco nos conviene.
No nos engañemos. Aquí no hay dos partidos políticos ni dos ideologías opuestas; lo que tenemos es un partido corporativo con dos alas, una más conservadora que otra.
Con el sistema de dos partidos, el objetivo es hacer pensar al estadounidense que tiene opciones y él decide, pero al final,
elegiremos la opción que el poder corporativo quiere porque ambas son buenas para ellos, no tanto para el pueblo.
Muchos hablan de que la democracia está en juego en estas elecciones, pero creo que la democracia dejo de existir hace mucho tiempo, si es que creemos que un día existió, donde el voto y la voz de la gente son escuchados.
Es por eso que el debate fue más un reality-show que un acto democrático, porque lo que menos se escuchó fue la voz de la gente.
(*) Agustín Durán es editor de Metro del diario La Opinión.