Abogada busca Dignidad y Justicia para los menores no acompañados
Linda es parte del equipo de trabajo de migración de la Arquidiócesis de Los Ángeles, Orange y San Bernardino
Linda Dakin-Grimm, una abogada que por más de 30 años representó a corporaciones e instituciones bancarias por todas las cortes del país, se convirtió en una apasionada defensora de los menores no acompañados, sin goce de sueldo y de manera voluntaria, al jubilarse de su práctica legal privada.
Su trabajo durante 5 años con los menores que han escapado de la violencia de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua a quienes ha ayudado a obtener un estatus migratorio en Estados Unidos, la animó a escribir el libro Dignity and Justice: Welcoming the Stranger. (En español Dignidad y Justicia: Dar la Bienvenida al Extranjero”. Un libro que a través de contar las historias de menores no acompañados que escaparon de la violencia en Centroamérica, busca crear conciencia sobre una amplia reforma migratoria basada en la fe católica que enseña a dar la bienvenida a los inmigrantes que sufren.
“Estas familias y sus hijos han cambiado mi perspectiva y mi vida. Sus historias de valor me han inspirado. Me han recordado lo que se siente ser un niño con aspiraciones y sueños. Me han enseñado que si les damos la bienvenida y un poco de ayuda en cualquier forma que podamos, ellos van a contribuir con sus propios talentos y gran corazón a la comunidad”, dijo en entrevista con La Opinión.
Linda platicó que fue un sacerdote quien la invitó a participar en un equipo de trabajo sobre migración formado por la Arquidiócesis de Los Ángeles para ayudar a los jóvenes beneficiados con el programa de la Acción Diferida (DACA).
“Estaban buscando abogados probono que quisieran ayudar. Fue en el trabajo con los jóvenes DACA cuando entré en contacto con los menores no acompañados y empecé a llevar sus casos”.
El primer muchacho al que ayudó fue Gilberto en 2015.
“Supe de él a través de la agencia Kids in Need of Defense (KIND), cuya misión es encontrar abogados que quieran representar a los menores en la corte sin cobrar. Así fue como un menor me llevó a otro”, comenta.
KIND trabaja con la Arquidiócesis de Los Ángeles para entrenar a voluntarios que no son abogados que interpretan, sirven de mentores, animan se hacen amigos o simplemente acompañan a los niños que representan.
Aunque era una abogada experimentada en materia de corporaciones y bancos, Linda no tenía conocimiento de las leyes migratorias ni sabía cómo trabajaba el sistema migratorio.
“Cualquier abogado puede llevar un caso de migración, pero es complicado porque hay muchas barreras. Si uno quiere ganar, tiene que permanecer enfocado”, aseguró.
Los remedios legales más comunes que ha podido conseguir para los entre 50 y 70 menores no acompañados que ha ayudado, son el asilo, el estatus especial de inmigrante juvenil y el alivio para quienes han sido víctimas de crímenes serios en Estados Unidos.
La diferencia entre la administración de Obama y la de Trump, es que el primer presidente aunque fue muy duro, y deportó a millones, trabajó dentro de la ley. “Claro es muy frustrante que tuvo todo en sus primeros años para aprobar una reforma migratoria, y no lo hizo por darle prioridad a la reforma de salud. Con Trump, lo que tenemos es que cada día rompe la ley. Por increíble que parezca la separación de niños de sus padres, no ha sido lo peor que ha hecho”.
Esta abogada dice que a través de su libro Dignity and Justice: Welcoming the Stranger, pretende destacar dos cosas: la necesidad de arreglar el sistema de migración y poner atención al cambio de las leyes para lograr una reforma migratoria.
En especial, quiere que los cristianos pongan atención al tema de los menores no acompañados. “Los niños y sus familias con los que trabajo no son un problema social. Son nuestros hermanos y hermanas. Su bienestar, su futuro y su salvación están intrínsecamente relacionados con nosotros”, dice.
Y agrega que su esperanza es que al conocer a los menores no acompañados, puedan abrir su corazón, cultivar la generosidad y hospitalidad, y el deseo de seguir las enseñanzas de la fe.
La historia de Gilberto
Gilberto, el primer menor no acompañado a quien Linda ayudó a obtener estatus migratorio, aparece en su libro. Entró al país a los 13 años de edad, y hoy tiene 20 años.
“Me gustaría ser bombero, pero necesito esperar a tener 21 años”, dice el muchacho, quien reconoce que los primeros años fueron difíciles en Estados Unidos por la diferencia cultural.
“Viví el racismo al sentirme excluido por no entender el inglés”, dijo.
En busca de un alivio migratorio, él y su padre consultaron varios abogados, pero todos rechazaban su caso, hasta que se encontró con la página de la agencia KIND y fueron ellos quienes lo pusieron en contacto con la abogada Linda.
“Me hice residente y el año que entra voy a solicitar la ciudadanía”, comenta Gilberto quien reconoce sentirse honrado por ser parte del libro de su abogada. “Ojalá pueda abrir los ojos a muchas personas”.
Gilberto nació en Guatemala. Fue abandonado por su madre, y su padre lo dejó cuando tenía un año de edad para venir a Estados Unidos. Su abuelo fue asesinado cuando él tenía 7 años, en un asalto por parte de un hombre armado al regresar de su casa después de retirar dinero del banco. Entró al país como menor no acompañado en 2014. Vive en Los Angeles con su padre, su madrastra y dos hermanos menores.
Él salió de Guatemala a causa de la violencia y la persecución por motivos religiosos. “En donde vivo hay muchas Maras (pandillas); querían que vendiera drogas y hasta me amenazaban con armas”, recordó.
Después de que la abogada Dakin-Grim tomó su caso, obtuvo el asilo político en 2015; y en 2016 se convirtió en residente permanente.
Desde el 16 de septiembre, el libro “Dignity and Justice: Welcoming the Stranger at Our Border”, se encuentra disponible en Amazon.