Vendedores ambulantes promueven el voto en Los Ángeles

Campaña busca que aquellos que sí pueden acudir a sufragar, lo hagan para generar cambios positivos en la comunidad indocumentada

Eva García (c) y Alejandra Serrano (izq) promueven el voto. / foto: Jorge Luis Macías.

Eva García (c) y Alejandra Serrano (izq) promueven el voto. / foto: Jorge Luis Macías. Crédito: Impremedia

Varios trabajadores indocumentados que se ganan la vida como vendedores ambulantes en las calles de Los Ángeles, Hollywood, el Este de Los Ángeles y el Valle de San Fernando se dieron a la tarea de promover el voto este sábado.

Sumado a ello, también regalaron elotes, tostilocos, helados, fruta y aguas frescas a quienes se comprometieron a salir a las urnas y pensar en ellos en el momento de emitir el sufragio.

“Yo quiero que la gente que puede hacerlo, vote por mí porque si ellos tienen papeles, nos representan a quienes no podemos votar”, dijo Eva García, una vendedora de aguas y frutas que se instaló en la intersección de las avenidas Soto y Cesar Chávez, en Boyle Heights.

“Si salen a votar, ayudarían a mucha gente para que tengamos mejores escuelas y servicios médicos en las comunidades pobres. Si salen a votar en favor de los inmigrantes nos van a ayudar a todos”.

Ayer, Faustino, un vendedor de bolis; Miguel Ángel, quien ofrecía elotes, tostilocos y esquites; Eva, al frente de las aguas frescas y ensalada de frutas; Mario, un vendedor de helados, Merlin, de fruta, y Pedro, un vendedor de tamales, se apostaron en diversas calles para instar a los latinos y a la comunidad inmigrante que salga a votar hasta el 3 de noviembre.

Agrupados en el Colectivo Poder Comunitario y con la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA), la organización de derechos de los inmigrantes más grande de California, Eva, una inmigrante nacida en Hidalgo, México, dijo que aunque algunas personas le comentaron que “nada cambia, aunque la gente vote”, ella les indicó que “sin votar y sin luchar no se consiguen las cosas que uno quiere”.

“Estos esfuerzos son parte de nuestro compromiso con los inmigrantes”, dijo a La Opinión, Diana Collins, directora de políticas de CHIRLA.

“Estos trabajadores que promueven el voto son voluntarios y lo que hacen es muy importante y personal porque saben que lo que pasa nos impacta a todos y, en especial a sus familias”.

Collins indicó que los políticos que representan las zonas donde se promovió el voto “representan a gente con papeles y sin papeles, son sus representantes, y los vendedores han participado cívicamente en marchas a nivel local, al capitolio en Sacramento, y, aunque no pueden votar por su estatus migratorio, sí pagan impuestos igual que todos y contribuyen a la economía de Estados Unidos.

Miguel Angel Pérez repartió elotes mientras intentaba convencer a padres de diversos niños a votar.

La motivación

El esfuerzo de divulgación y educación electoral es parte de la campaña “Yo Soy California y Voto de California” de CHIRLA, que ha estado instando a los latinos e inmigrantes en todo el estado a participar en esta votación electoral importante o influir en otros que sí pueden votar.

“Hay mucho ánimo de cambio entre la comunidad y estos vendedores demuestran que, a través de su participación este fin de semana quieren participar el cambio”, dijo Jorge Mario Cabrera, portavoz de CHIRLA.

“Aunque no pueden votar ellos, algunos de sus hijos lo harán pronto y quieren dar a saber al mundo que son ellos quienes hacen rodar la rueda de la economía con su trabajo, que no están quietos ni dormidos, y que están cansados de que en los últimos cuatro años a los inmigrantes se les ha pisoteado, pero especialmente a los indocumentados. Ellos quieren cambios esta vez, no para la próxima elección”.

Frente a una gasolinera, en la esquina de las avenidas Jefferson y Vermont, en Los Ángeles, Miguel Ángel Pérez, de 48 años, un emigrante guatemalteco de Sololá repartía elotes a todo mundo que pasara frente a su carrito y, una vez que alguien se detenía para obtener el producto de manera gratuita, intentaba convencerle de votar a favor de determinadas proposiciones que aparecen en la boleta electoral.

“La gente que vota puede ayudarnos a que haya cambios en el país y votando se pueden lograr las cosas”, dijo Miguel, quien no se daba abasto para atender a casi una docena de niños y sus madres.

“Yo llegue a Estados Unidos en el 2000, pero el próximo año iré a visitar a mis padres; ya los extraño, y me regresaré igual que como me vine hace 20 años”.

Diversas personas obtuvieron volantes con información del sufragio.

Votar por un cambio

Entre sus clientes estaba Gloria Maya, una mujer nacida en Sonsonate, El Salvador y madre de seis hijos, quien se hizo ciudadana estadounidense desde 2002 y que ya votó para la elección presidencial del 3 de noviembre.

“Yo tengo un negocio de limpieza y empleo a tres personas; si todos votamos creo que podemos ayudar a cambiar las leyes que no nos gustan o con las que no estoy de acuerdo, como eso de que quieren quitar el TPS [Estatus de Protección Temporal]”, dijo Gloria.

Por su parte, la señora María Erika Barahona, inmigrante de La Lima, una municipalidad del Departamento de Cortes, Honduras, después de recibir gratis sus esquites, manifestó a La Opinión que sus dos hijos: Ivette y Edgar Olvera, de 20 y 18 años, respectivamente nacieron en este país y pudieron votar.

“Acuérdese que también quieren cambiar las leyes de asilo, y eso es peligroso”, dijo la señora Barahona, quien estaba acompañada precisamente por Digna Granados, una mujer salvadoreña que huyó de la violencia de pandillas en su natal San Miguel.

“Cuando llegué, estaba embarazada de Melvin [hoy de 3 años] y solamente me pude traer a Eduardo (11 años), pero allá tuve que dejar con mi mamá a mi niña y no sé si algún día podré traérmela”, dijo. “Por eso es importante que la gente que pueda votar nos apoye”.

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