Los rumores de la muerte de Al Zawahiri se suman a los reveses sufridos por Al Qaeda

Al Qaeda habría perdido a uno de sus líderes más experimentados en un misterioso asesinato en Teherán

Al Zawahiri rechaza la escisión del Frente al Nusra de Al Qaeda en 2016.

Al Zawahiri rechaza la escisión del Frente al Nusra de Al Qaeda en 2016.  Crédito: Archivo/EMITIDA / HANDOUT por YOUTUBE | Europa Press

Primero fue Hamza bin Laden, el hijo del fundador y al que algunos ya veían como su potencial sucesor.

Y tras él han ido cayendo otros muchos más altos cargos de Al Qaeda en el último año y medio, con su potencial ‘número dos’, Abú Muhamad al Masri, como la guinda de un pastel que podría coronar su líder, Ayman al Zawahiri, a tenor de las informaciones sobre su muerte.

La organización que fundó en 1988 Osama bin Laden ha encadenado desde el verano de 2019 una serie de bajas cuyo impacto aún sigue sin estar del todo claro, pero que podría tener consecuencias en lo que a la sucesión de Al Zawahiri se refiere.

Al Zawahiri, el líder del grupo, desde la muerte de Bin Laden en una operación estadounidense en Pakistán en mayo de 2011, habría fallecido hace un mes por causas naturales, según el experto en yihadismo Hassan Hassan, que asegura haber corroborado esta información con fuentes de Hurras al Din, la filial de Al Qaeda en Siria.

Por el momento no hay confirmación sobre este extremo, pero el grupo terrorista no siempre hace oficial la desaparición de sus dirigentes, como ya ocurrió con Hamza bin Laden, cuya muerte anunció Estados Unidos.

En todo caso, en 2019 se informó de que el veterano terrorista egipcio, de 69 años, tenía problemas de corazón y su estado de salud se había debilitado.

Muerte de Abú Muhamad al Masri

Pero al margen de si Al Zawahiri ha fallecido o no, ahora se plantea la incógnita de quien le sucedería, después de que fuentes de Inteligencia estadounidenses hayan revelado a The New York Times que su ‘número dos’, Abú Muhamad al Masri -cuyo nombre real era Abdulá Ahmed Abdulá-, murió el pasado agosto en Teherán, a manos de agentes israelíes, en una operación orquestada por Washington.

Junto a él murió su hija Miryam, quien era la viuda de Hamza bin Laden, con quien se casó en Irán en torno a 2005.

El yihadista egipcio estuvo con Bin Laden desde el momento de la creación de Al Qaeda y fue ascendiendo con el paso de los años, especialmente tras haber orquestado el doble atentado contra las embajadas estadounidenses de Nairobi y Tanzania el 7 de agosto de 1998. Precisamente, fue el 7 de agosto pasado cuando murió a tiros.

Abú Muhamad era uno de los diez miembros de la ‘shura’ -el consejo que dirige Al Qaeda y preside su líder- desde finales de 2000, tenía voz en lo que a preparación de ataques se refería y estaba a cargo de dirigir los campos de entrenamientos del grupo en Afganistán, antes de los atentados del 11 de Septiembre. Tras ellos, y ante la ofensiva estadounidense, se vio obligado a refugiarse en Irán con su familia.

Junto a él también llegaron otros destacados miembros de Al Qaeda, en particular los también egipcios Saif al Adel y Abú Jair al Masri.

En abril de 2003 todos ellos fueron detenidos por las autoridades iraníes y en 2005 fueron trasladados a un recinto dentro de una base militar, donde se reunieron con sus familias y vivieron los años siguientes, con la comunicación con el mundo exterior controlada por Teherán.

En 2015, en virtud de un intercambio de prisioneros entre Al Qaeda e Irán, los tres egipcios fueron liberados, pero mientras que Abú Jair viajó a Siria junto a otros miembros de Al Qaeda -donde murió-, tanto Abú Muhamad como Saif al Adel permanecieron en territorio iraní, donde se cree que han estado desde entonces, al menos en el caso del primero, ya que es donde se reporta que murió.

Su desaparición dejaría precisamente a Saif al Adel como primero en la línea sucesoria de Al Qaeda en caso de que desaparezca Ayman al Zawahiri, si bien no hay informaciones recientes sobre si sigue con vida.

Al Adel es una figura clave en la organización y estuvo siempre muy cerca de Bin Laden. Sobre él pesa una recompensa de $10 millones de dólares ofrecida por Estados Unidos, que le busca, entre otros delitos, por su papel en los atentados contra sus dos embajadas en 1998.

Cadena de bajas

En un momento dado, también se llegó a especular con que Al Qaeda estaba preparando al hijo favorito de Bin Laden, Hamza, para seguir los pasos de su padre.

Cualquier eventual posibilidad de ello quedó descartada cuando en septiembre de 2019 el presidente Donald Trump anunció que había muerto en una operación estadounidense en Afganistán o Pakistán, sin entrar en más detalles. Dicha operación se cree que tuvo lugar en julio.

Su muerte inició una racha de duros reveses contra Al Qaeda ya que en octubre de ese año murió en Afganistán Assim Omar, líder de Al Qaeda en el Subcontinente Indio (AQSI), la última filial creada por la organización terrorista en 2014. Omar falleció en una operación conjunta de Estados Unidos y Afganistán en la provincia de Helmand.

El siguiente en el listado de bajas fue el líder de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), Qassim al Rimi, muerto igualmente en una operación estadounidense en Yemen en enero de 2020. Al Rimi había encabezado desde su creación AQPA, que durante mucho tiempo ha sido considerada como la filial más peligrosa del grupo terrorista.

Otra pérdida importante fue la de Abdelmalek Drukdel, quien falleció en junio en una acción de la operación ‘Barkhane’ que lleva a cabo Francia en el Sahel. El veterano yihadista argelino estaba al frente de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) desde su creación en 2006 y es uno de los artífices de la expansión del grupo terrorista hacia el Sahel, donde mantiene uno de sus principales teatros de operaciones, de la mano del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM).

Y a finales de octubre las fuerzas de seguridad afganas anunciaron la muerte del egipcio Husam Abd al Rauf, también conocido como Abú Muhsin al Masri, jefe de medios de Al Qaeda y teóricamente el ‘número dos’ del grupo en el subcontinente indio. Además, era miembro de la ‘shura’, lo que le convertía en una figura de importancia dentro de la organización.

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