“No sé si fue negligencia o me contagiaron adrede el coronavirus”
El descuido o negligencia es un factor por el que muchas personas en México se contagian de coronavirus y del que poco se habla en este país.
MEXICO.- En la casa de Aranza Hernández todo se escucha aunque haya paredes de por medio. Aunque se hable bajito al teléfono, las conversaciones resuenan por la sala, la cocina o el baño hasta los oídos de su abuela o el hermano y por eso ella prefirió tomar la terapia con su sicóloga en el consultorio. Así se infectó con el coronavirus.
“Ella no me dijo que tenía covid hasta unos días después de que la vi”.
La terapeuta se lo informó a Aranza por teléfono en una llamada apresurada porque tenía que llamar a otros pacientes y ya se sentía mal. Dijo que se hizo la prueba y había dado positivo. Igual su esposo, un medico de barrio que daba atención a pacientes pobres.
Aranza no podía creerlo. Pensó en que pudo haber tomado la terapia en línea. Al final de cuentas, no tiene nada que ocultar a los suyos, pero le gustaba la terapia presencial en un espacio fuera de casa para desahogarse. Pero era demasiado tarde para lamentarlo.
Después de tomar la sesión sicológica había viajado a Querétaro por un trabajo. Ahí tuvo contacto con ocho o nueve personas. Regresó a su casa de la Ciudad de México y ahí comenzó a sentirse resfriada y con fiebre. Era un domingo. Fue a una farmacia local y le dijeron que estaba bien, que era gripa y por eso no dudó en acompañar a su abuela al supermercado.
El lunes le llamó la sicóloga para darle la mala nueva. Aranza Hernández se hizo la prueba y le confirmaron el diagnóstico al que siguieron varios días de dolor en el pecho intenso y falta de aire así como los resultados de la prueba de su abuela que comenzó a tener diarrea y una segunda llamada del esposo de la terapeuta.
“Mi esposa murió”.
Aranza Hernández estalló en llanto. Su sicóloga, de 41 años, la había acompañado en su crecimiento emocional durante 12 años (desde que era una niña de ocho), ¿Ahora quién me va a acompañar en este dolor si quien pensaba que me iba a acompañar está muerta?
A sus propios dolores se sumaron los de la abuela que se vaciaba en diarreas día y noche porque la terapeuta no les dijo que su esposo tenía síntomas desde antes que la citara a terapia. Por suerte el hermano, era asintomático.
Aranza cree que ni la sicóloga ni el marido sabían que podían tener coronavirus. Quiere pensar que la pareja se confió, que no le dio la importancia adecuada al escurrimiento nasal, al dolor de cabeza, que dieron por hecho que era un resfriado común. No quiere pensar que fue adrede el contagio a los pacientes. Que no sería tan malévola como para premeditar la transmisión del virus.
¿Negligencia? No sé. “Tal vez exceso de confianza, de no ver lo que podría ocurrir si ellos se enfermaban porque la verdad es que tenían a muchos pacientes porque cobraban barato y entre más gente se trate en estos tiempos hay más riegos”, observa Aranza.
Maribel Najera, sicoterapeuta familiar, detalla en entrevista con este diario que cuando alguien se niega a reconocer un riesgo es porque hace uso de un mecanismo de supervivencia que en el gremio se conoce como “negación”.
“Es normal porque ayuda a mantener la calma, a no desbordarnos. Es el polo opuesto a alguien que dice me va a ir super mal y me voy a morir”.
El problema, advierte, es que también se ignora el impacto que pueda tener y por eso hay tantos casos en México ¾y en el mundo ¾ de gente que está convencida de que no se va a contagiar porque es fuerte, porque es joven o porque tienen un buen sistema inmunológico.
O, en otros casos, de enfermos con covid que salen a la calle convencidos de que no contagiarán a otros. “Tienen mucha fe en que no pasa nada hasta que se enferman o alguien de su familia se contagia”.
Casos extremos
Hasta ahora no existen reportes de contagios premeditados de manera masiva como ocurría en los años 80, cuando enfermos de sida salía a las calles en busca de encuentros sexuales fortuitos para transmitirles el VIH. Pero sí reportes aislados en todo el mundo de agresiones directas.
Toser o escupir en la cara como ocurrió en California a varios paseantes a quienes un corredor les tosía cuando no llevaban mascarillas. En Florida, en Ecuador y España hay casos similares.
En México, la Guardia Nacional aún busca al jefe de la jurisdicción sanitaria de Oaxaca, Daniel López. El funcionario escapó del hospital del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de Trabajadores del Estado después de que, al saberse positivo al COVID-19, escupió a pacientes, doctores y enfermeras.
El descuido o negligencia es otro factor de contagio del que poco se ha hablado en este país. Se hizo popular recientemente por los enfrentamientos verbales entre dos equipos de futbol de la Liga Mx, la más importante del país, después de que el club Rayados reportara 19 positivos por Coronavirus tras su partido contra las Aguilas del América.
Las Aguilas acusaron a Monterrey de no haber actuado con las debidas precauciones para prevenir los contagios de Covid-19. A través de un comunicado, el club quejoso dijo que hubo contagios entre sus jugadores que pudieron evitarse. “Consideramos que el equipo titular de Rayados pudo tomar precauciones adicionales al enterarse que algunos de sus jugadores dieron positivo un día antes del encuentro de la Jornada 2″, detalló.
En los días en que se anunció que el presidente Andrés Manuel López Obrador, el tema de la negligencia saltó también al debate público después de que el columnista Raymundo Rivapalacio, escribió en el diario local El Financiero que el presidente sabía que estaba contagiado de covid-19 desde la madrugada del 24 de enero y aún así hizo una gira por San Luis Potosí.
Riva Palacio resaltó que su coordinador de asesores, Lázaro Cárdenas, le recomendó desde el viernes descansar y reducir la agenda del fin de semana. Ese mismo día se hizo la prueba, el resultado se lo dieron el domingo y poco después el presidente salió a un recorrido de trabajo. Hasta el momento el presidente no ha dado su versión.
Consecuencias
En San Luis Potosí, el presidente visitó los municipios de Soledad de Graciano Sánchez y Moctezuma. En el primero, inauguró nuevas instalaciones de la Guardia Nacional (GN). Posteriormente realizó un viaje de la CDMX a Monterrey, Nuevo León.
Para el martes 26 de enero se confirmaron los primeros contagios de COVID-19 luego de haberse reunido con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue un comandante militar, Guzmar Angel Castillo, y un funcionario de la Secretaría de Gobierno de quien se desconoce su nombre. Ambos asistieron al evento del mandatario en San Luis Potosí el 24 de enero.
El titular de los Servicios de Salud del estado, Miguel Ángel Ludzow informó que había una lista de 50 personas que estuvieron cerca del presidente. Entre ellos está el gobernador de la entidad, Juan Manuel Carreras, quien dio negativo. En Presidencia también estuvieron en observación siete funcionarios.
Del otro lado de la CDMX y más ras de suelo, Aranza Hernández, la joven que fue contagiada por su terapeuta también tuvo una estela de preocupaciones. Desde avisar a todos las personas con las que había convivido que tenía el virus, a sacar adelante el final del trimestre en la Universidad Autónoma Metropolitana, donde estudia hidrobiología.
“Tengo asma, me dolía el pecho y la cabeza, me mareaba y no se podía concentrar y tenía que entregar trabajos y tarea y no podía poner atención en las clases en línea. Fueron dos semanas horribles”.
Al final terminó bien el semestre, con buenas calificaciones. Su abuela se recuperó poco a poco de las diarreas y todo volvió a la normalidad con el respiro de que sólo contagió a dos. No sabe si en otros contagios de su terapeuta haya alguna víctima mortal. Ya quedará en la conciencia de cada quién porque no quiere averiguar más.
Y la impunidad en México es del 98% en tiempos normales. Ni pensar en tiempos de pandemia.
¿Qué dice la ley?
El Código Penal Federal en el libro segundo, título séptimo, describe como un delincuente contra la salud “el que ha sabiendas de un mal venéreo u otra enfermedad grave en periodo infectante ponga en peligro la salud de otro por relaciones sexuales u otra enfermedad transmisible será sancionado de tres días a tres años de prisión y hasta 40 días de multa. Y si la enfermedad transmisible fuera incurable se impondrá la pena de seis meses a cinco años de prisión”.
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