COVID-19 puso a prueba la fe de los mexicanos en Semana Santa
En México se llevaron a cabo diversas representaciones de la Pasión de Cristo en Semana Santa a pesar de que el país se encuentra en contingencia por la pandemia del coronavirus
MEXICO.- En la puerta de los Evaristo tocaron varios muchachos. Todos con la misma pregunta: ¿Habrá Concilio?
A la representación teatral de la Pasión de Cristo en Semana Santa le llaman en el poblado de Pilcaya “Concilio” y en éste participaban cada año en Semana Santa alrededor de 60 actores del pueblo del norte de Guerrero hasta que llegó la pandemia y se cancelaron las representaciones.
Desde el año pasado se guardaron los mantos y las coronas, las túnicas, las cruces y los cascos romanos para una mejor época. Se esperaba el regreso del evento para este año, pero, en los últimos meses murieron alrededor de 50 personas por Covid-19 en la cabecera municipal y no querían arriesgarse.
“Dicen que Pilcaya no es lo mismo sin concilio”, advierte Miguel Evaristo, uno de los organizadores del montaje, una tradición que arrancó su abuelo y que sólo paro unos años tras la muerte de éste hasta que las generaciones más jóvenes de la familia lo retomaron.
Al principio, hubo mucho entusiasmo, luego el ánimo decayó, incluso hubo un tiempo en que nadie quería ser Jesucristo y el mismo actor tenía que repetir el papel.
“En cambio ahora hay mucha gente interesada, pero el semáforo estuvo mucho tiempo en rojo y hasta hace poco pasó a amarillo y, de todos modos, no se permiten ese tipo de reuniones”, precisa Cuauhtémoc Mendoza. “El próximo año iremos con todo: hay muchas ganas”.
Aunque el evento en Pilcaya distaba mucho del aforo de la Pasión de Cristo de Iztapalapa —donde acuden regularmente alrededor de un millón de espectadores— tenía un público cautivo de locales y sus familiares foráneos que llenaban las calles para mirar la procesión con las tres caídas camino a la crucifixión. El contacto físico sería inevitable.
“Mejor no arriesgarse”, declaró previamente la Iglesia Católica a través del Semanario de la Fe, el organismo de comunicación donde cada domingo las autoridades eclesiásticas fijan su postura sobre temas coyunturales.
La Iglesia Católica ha recibido diversas críticas durante la pandemia por realizar algunas misas y festividades pese a la amenaza del coronavirus y por no prohibir tajantemente a los feligreses y prevenirlos de los riesgos.
Un ejemplo de ello fue cuando, a pesar de que cerró el templo de San Hipólito de la Ciudad de México en octubre pasado, las multitudes acudieron a las calles de los alrededores, confiados y sin mascarillas, en una festín provocador con velas y bustos del Santo, entre catares y bebidas.
Ahora en Semana Santa la institución fue más tajante y lamentó que los mexicanos aún no hayan aprendido las lecciones de la pandemia. “Llegamos a la Semana Santa 2021 con muchas heridas que aún están abiertas, con la esperanza que nos han dado los primeros meses de la campaña de vacunación, pero también con una clara advertencia sobre una tercera ola de contagios”, escribió.
México es el segundo país con más católicos del mundo después de Brasil. Cuenta con 97.8 millones de habitantes que declaran pertenecer a esta religión; 77.7 % de su población total, según el último censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía y, aunque muchos no son practicantes, hay un segmento de la población aún muy cercana a los rituales.
Por mandato universal, la postura de la Iglesia Católica es mantener la sana distancia y otras medidas de prevención en los templos que operaron a mitad de su capacidad, explicó el sacerdote Luis Angel Nieto, párroco de una capilla en la colonia Flores Magón, en Cuernavaca, Morelos, donde sí habrá algunas misas con restricciones.
“En cuanto se llenan los espacios permitidos, cerramos. No importa que chillen o pataleen afuera, no podemos permitir más de ese cupo, aunque regularmente, los fieles, lo aceptan y se van a casa, no hemos tenido alguna protesta o incidente por esto”, advierte.
Al principio de la pandemia, el padre Luis Angel Nieto, ex párroco de la parroquia de Clairmont, en Los Ángeles, California, intentó hacer misas virtuales y transmitirlas en audio y video, pero no tuvo éxito. “Era mucho el esfuerzo y muy baja la participación”, reconoce. “Se conectaban muy poco, una 10 personas, frente a unas 2,000 que acuden a misa un fin de semana”.
El cura reconoce que, en otros casos, en otras iglesias, sí hay más participación cibernética y desconoce las razones de por qué en unos casos funciona y en otros no. De cualquier manera, la apuesta católica está ahí y muchas tendrán una celebración virtual.
En la Catedral Metropolitana y la Basílica de Guadalupe se agendaron transmisiones para las Misas y celebraciones de estos días santos por su canal de YouTube y por su página de Facebook. Para la Misa de la Cena del Señor, el 1 de abril; el Vía Crucis, el Sermón de las Siete Palabras, la Liturgia la Pasión del Señor, la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección.
El padre Nieto hará todo presencial, aunque a la mitad de su capacidad y con versiones más breves de las misas, donde también ha cambiado algunos rituales. Por ejemplo, ya no da la hostia en la boca, sino en la mano, previa desinfección. El saludo de paz se hace con una reverencia o con la mano en el corazón.
En algunas ciudades, como en Guadalajara, donde se acostumbra un peregrinar por siete templos, prefirieron cerrar algunos, entre ellos La Catedral, donde de todos modos llegaron algunos fieles a rezar y se quejaron de que, en cambio, los bares estaban abiertos, según reportó la prensa local.
En todo el país no hubo viacrucis en las calles ni celebraciones por la tarde noche ni la pasión de cristo como en Pilcaya que se canceló el Concilio y ni siquiera se pensó en una versión virtual. “Tampoco queríamos que se expusieran los actores porque los soldados tienen que andar juntos para agarrar a Jesús, lo zangolotean, lo tocan… alguien podía estar contagiado o se contagiaba en los ensayos”, precisa Cuauhtémoc Mendoza.
En Iztapalapa, en cambio, llevaron la representación al ciberespacio y Jesús fue juzgado por sus milagros, acusado de hechicero y condenado a muerte en un primer acto videograbado de 30 minutos. En un segundo acto, se realizó la última cena y el lavatorio de pies que duró más o menos el mismo tiempo.
Jesús oró en el huerto y fue traicionado y aprehendido. Se vio la negación de Pedro, el momento en que Claudia, esposa de Poncio Pilatos, le pide que no maté al Nazareno; se filmaron azotes y las tres caídas, la crucifixión y resurrección, pero no fue lo mismo para muchos apegados a los ritos y tradiciones.
“A mi me gusta ir y ver todo, no sentarme en la casa con un aparato”, dijo Jesusa Rodríguez, observadora del Concilio.
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