Madre inmigrante deja de limpiar casas y cuidar niños para ser maestra de secundaria
Una gran perseverancia la llevan a revalidar sus estudios universitarios y a obtener su credencial para enseñar en California
Esmeralda Navarro nunca se conformó cuando muchas veces le dijeron que no podían reconocerle en Estados Unidos sus estudios de administración de negocios realizados en México. Tocó cuantas puertas pudo hasta lograr que le validaran su carrera universitaria y se puso a estudiar para ser maestra en California.
“¡El 30 de mayo me gradué de CSULB (Cal State Long Beach) y estoy muy orgullosa de mi misma!”, dice.
Y cómo no estarlo, si mientras luchaba por su sueño, se ganaba la vida limpiando casas y cuidando niños en los exclusivos barrios de Bel Air, Manhattan Beach y Beverly Hills de Los Ángeles.
Esmeralda tiene aún mucho más mérito, porque además de trabajar y estudiar, es una madre de dos hijos que emigró hace 7 años a Los Ángeles, con una carrera universitaria bajo el brazo.
“Debido a la mala información, pensaba que era casi imposible revalidar mi licenciatura de México y conseguir un mejor trabajo. Después de tocar varias puertas para encontrar a alguien que me guiara, obtuve la información y descubrí que podía revalidar los estudios y superarme”.
Pero el camino para alcanzar su sueño, fue bastante complicado.
Recuerda que cuando recién llegó, empezó a buscar trabajo en diferentes restaurantes y tiendas. “Nadie me llamaba. Una amiga me dijo que buscaban a alguien para la limpieza de una casa, pero que necesitaban que hablara inglés. Yo venía de México con cero de inglés, pero aún así me animé a pedir el trabajo”.
La salvó el hecho de que ya se había matriculado en la escuela de inglés para adultos y como pudo se dio a entender y le dieron el trabajo. “Empecé limpiando, pero después la señora me pidió que le cuidara a su niña. Yo le tomé confianza y le dije que necesitaba más trabajo. Ella me recomendó con otras personas para cuidar niños”.
Así que el trabajo no le faltaba. “Me encantó cuidar a los niños. Se me facilita conectarme con ellos. Y de pronto, pensé que eso iba a hacer siempre”.
Pero una amiga de Texas le platicó que revalidó sus estudios de derecho que hizo en México y que sacó su licencia de maestra. “Me entró entonces la idea de que podía ser maestra de español, porque veía que el español que los niños hablan aquí es diferente, y se me hace triste que lo vayan perdiendo de generación en generación”.
Sin embargo, Esmeralda no encontraba cómo hacerle porque iba de un colegio comunitario a otro en el área de Los Ángeles, donde invariablemente le decían que no podía revalidar sus estudios.
“Seguí investigando porque quería ser un buen ejemplo para mis hijos, mejorar su calidad de vida y no podía darme por vencida”.
Fue en Cal State Long Beach donde le dijeron que sí se podía y le dieron una lista de organizaciones autorizadas para revalidar estudios realizados en el extranjero, solo tenía que entregarlos traducidos al inglés.
“Mi universidad en Guadalajara, el ITESO, me los mandó en inglés. Y cuando me revalidaron los estudios, me informaron que eran equivalentes a un bachelor en business administration (licenciatura en administración de negocios)”.
El costo por el trámite de revalidación le salió $150.
Cuenta que le vino perfecto porque el primer requisito para ser maestra, es tener un bachelor (licenciatura) en cualquier materia. Después hay que sacar la credencial de maestra”.
Esmeralda se inscribió en Cal State Long Beach para certificarse como maestra, pero primero tuvo que pasar el examen Toefl para acreditar cierto nivel de inglés que le permitiera entrar a la universidad. “Ya inscrita, tuve que tomar entre 11 y 12 clases; y como escogí español, pasé por varios exámenes de gramática, lingüística e historia de los países latinoamericanos”.
Le llevó dos años cursar las clases para obtener su credencial de maestra. “Era un estudiante de medio tiempo. Trabajaba por la mañana y estudiaba por la tarde-noche”.
Dice que sus hijos Aylín de 22 años y André de 17 años fueron su motor que la impulsó para estudiar. “Sin ellos, no lo hubiera logrado. Mi hija estudia Derecho Empresarial y quiere ser abogada como mi papá y mis hermanos, y ella me apoyaba mucho en lo académico”.
Pero algunas veces confiesa que sintió que ya no podía más y es entonces cuando sus hijos la animaban. “Me decían que estaban felices de que fuera su madre. Yo me emocionaba tanto porque llegué a pensar que podrían avergonzarse de mí por limpiar casas. Mucha gente lo ve como un trabajo de lo peor. Mi hijo me daba un abrazo y me decía que se sentía tan orgulloso”.
Cuando el 30 de mayo se graduó y recibió su credencial como maestra por parte de la Comisión de Credencialización de Maestros de California, se puso súper feliz.
“Fue mucho trabajo y muy difícil”.
Y aún tiene frescas en su memoria, las voces que la desanimaban y le decían que nunca podría revalidar sus estudios. No le faltaban las críticas.
“Me decían que era una conformista porque andaba limpiando casas. Te juzgan sin saber todas tus circunstancias. Pero tuve las fuerzas para decidir lo que iba a hacer, me tomó mucho esfuerzo y nadie me apoyó para comprar un solo libro”.
Por eso dice que graduarse de maestra, tiene un gran valor.
Y se siente aún más entusiasmada porque ya tiene trabajo como maestra de español de tiempo completo y de manera permanente en una secundaria de Los Ángeles.
“En cuanto terminé mis estudios, empecé a mandar aplicaciones. Eran como las 11 de la mañana de un miércoles cuando fui a la primera entrevista. Yo era la última candidata que entrevistaban. Me dijeron que para el viernes – en dos días – tenía que escoger a la maestra que necesitaban”.
A las 3 de la tarde de ese mismo miércoles de la entrevista, la llamaron por teléfono para decirle que la había escogido como la nueva maestra de español.
“Yo no paraba de llorar. No podía creer que ya fuera a ser maestra con prestaciones y beneficios para el retiro”, dice con la voz quebrada por la emoción.
Para Esmeralda, contar ya con un empleo como maestra, significa mucho porque dice que en la limpieza de casas y el cuidado de niños, día que trabajas, día que te pagan, no hay días de vacaciones ni de enfermedad, y cuando ya estás grande de edad, te sustituyen.
“Recuerdo a un patrón que andaba buscando a una trabajadora de limpieza joven porque la que tenía de muchos años ya se había hecho vieja y decía que no trabajaba igual. Así que te dicen adiós, sin darte una compensación, ni un dólar. A veces ni las gracias recibes”.
Ya como maestra, revela que uno de sus sueños es enseñar matemáticas, su materia favorita. “Saqué certificación bilingüe así que puedo enseñar otras materias en español, solo tendría que tomar algunos cursos de matemáticas”.
Pero también confía que le gustaría hacer una maestría en desarrollo dual del lenguaje para ayudar a los niños migrantes y llegar a ser directora de una escuela.
Su consejo para las mujeres inmigrantes que fueron a la universidad en sus países de origen, es que sí se pueden revalidar los estudios. “Es muy fácil y no es caro. Busquen la información correcta y no se rindan. A mí me mal informaron muchas veces, pero encontré una persona que me guió”.
Incluso dice que llegó a pensar que le daban mala información o no la ayudaban porque hay gente que busca que los inmigrantes se queden en los trabajos que ellos no quieren hacer.
“Yo quiero que más personas se superen para que no nos quedemos haciendo los trabajos difíciles y más pesados”.
Esmeralda hará su debut como maestra de secundaria el 24 de agosto en Los Ángeles.