Jomari Goyso confesión valiente: La vanidad lo llevó a poner en riesgo su vida y terminó en un quirófano
Liposucción a los 18 años, 10 años inyectándose esteroides y la sospecha de un cáncer. Todo relatado por el propio portagonista
En un testimonio valiente, fuerte, más sincero y crítico que nunca, pero esta vez consigo mismo, Jomari Goyso confesó que la vanidad lo llevó a poner en riesgo su salud y terminó en un quirófano.
Luego de que este sábado pasado, el presentador de ‘Sal y Pimienta’ compartiera una foto listo para entrar a una sala de operación y pidiendo oraciones para él, todos quedaron en alarma y con un gran interrogante, ¿qué le está pasando a Jomari?
Este martes, el fashionista eligió su podcast ‘Sin Rodeo’ y a su compañera y amiga, Lourdes Stephen para que lo acompañara, lo entrevistara y le permitiera contar ese camino lleno de desaciertos que comenzó cuando un día, en la escuela le dijeron “gordo“, y comenzó a verse diferente a como lo había hecho hasta el momento.
“El día que cumplí 18 yo estaba en un quirófano haciéndome una liposucción, y espere el día de mi cumpleaños para que no lo supieran mis papás porque tenía que firmar yo los papeles”, le contó Jomari y Lourdes del momento que comenzó su carrera loca por ser aceptado y estar dentro de los cánones exigentes de supuesta belleza.
Le siguieron los trastornos alimenticios, el roce a la bulimia y la delgadez que tanto quería. Pero con ello vino la etapa que comprometió aún más su vida, y por ende su salud: querer ser musculoso.
“Todos te dicen que tienes que hacer ejercicio y comer bien, pero lo hace y no ves los músculos que le ves al que tienes al lado en el gimnasio“, relató en ‘Sin Rodeo’ su propio podcast.
Fue allí donde su entrenador lo metió en algo tan común entre los ‘musculosos’ excesivos, como ilegal: los esteroides inyectados para inflarse.
“Mi propio entrenador me lo consiguió, le pagas cash, es una exageración, tú te inyecta y los músculos crece… Yo empiezo a hacer los ciclos, agarro 20 libras de músculos, estaba cuadrado, y me paraba la gente por la calle para decirme que me veía espectacular”, siguió relatando.
“Es muy adictivo… Es ilegal, entonces yo mismo me los inyectaba“, confiesa y asegura que eso iba acompañado de pastillas para el corazón y otras más que nunca preguntó para qué eran. “Esa es la tristeza y lo que me avergüenza, que ni pregunté porque si lo hubiera hecho con 17 años, sí porque era medio estúpido, pero con 30 años ya era un tipo medio inteligentito, aún así cometes estupideces“.
Durante 10 años estuvo haciendo esos ciclos, hasta que el muslo donde se mal inyectaba el mismo se infectó. Una de sus clientes, que trabaja en un hospital lo ve raro a la hora de sentarse y con su pregunta de ¿qué le pasaba? Comienza a descubrirse por que era su posible camino directo a una tumba.
“La vanidad nos va a matar, me dice una cosa muy triste de mí“… Termina en el hospital con una infección y un bulto en una de sus pompis y un bulto en el pectoral. Durante más de un año decidió evitar el tema, pero finalmente cuando Jomari decidió ir al doctor escuchó la palabra a la que le temen todo: “esto pude ser un cáncer”.
Aunque unos estudios le confirmaron que no había células malignas, la recomendación era quitárselos. Este sábado, 3 años después de esa recomendación, este sábado decidió con mucha valentía viajar a Colombia, y retirarse ambos bultos.
Fue justamente allí que decidió mostrar la foto, la que se tomó antes de entrar al quirófano, pero que publicó después.
¿Por qué decidió contarlo? Le dijo a Stephen que para concientizar a aquellos que, como él, caen en esa locura y viven al límite de un paro cardíaco o contraer cáncer.
“No imaginas la cantidad de gente que había en el hospital para operarse, la de filas de gente que había… Es una realidad, no se si la vanidad o la falta de cordura nos va a terminar matando, pero se que vamos a algo que no tiene salida“, relató con tristeza.
En plena recuperación, en todos los sentidos, Jomari vuelve a compartir su historia de caídas, decisiones y consecuencias, dispuesto a aprender, a ser cada día más real por fuera y por dentro, y dejarle un legado de aciertos y aprendizaje de los desaciertos para los que hoy son aquellos a los que quiere darle su ejemplo: sus sobrinos.
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