Honran a través del arte a trabajadores esenciales indocumentados que mueren de covid-19
Es un tributo a 7 de los miles que fueron llevados demasiado pronto por la pandemia
Este martes 31 de enero llega a Los Ángeles la exposición de arte #ImmigrantsAreEssential que rinde tributo a los trabajadores esenciales indocumentados que han muerto a causa de covid-19.
“Este proyecto es una instalación pública que honra a las personas que eran trabajadores esenciales y murieron como indocumentados”, dice Paola Mendoza, la artista encargada de crear y montar la exposición a la que pusieron por nombre #ImmigrantsareEssential.
La exposición comprende 7 portarretratos que la artista creó con base en las fotografías de trabajadores esenciales, principalmente latinos de Nueva York y Nueva Jersey, y una inmigrante filipina de Los Ángeles.
La artista les añadió elementos que describen parte de los gustos y personalidades de los trabajadores fallecidos.
“A cada portarretrato le agregué cosas particulares que a ellos les encantaban”.
La instalación también incluye algunos minutos de las entrevistas que ella hizo con sus familiares para saber cómo eran en vida y que les gustaba.
“Las familias colaboraron muy intensamente. Las entrevistas duraron 2 o 3 horas, en las que dejaron salir un dolor muy profundo. Yo quería sacar la esencia de las personas para la exposición”.
Trabajó durante casi 4 meses en la preparación de la instalación de arte, y se estrenó en un centro comercial de Nueva York, a la que acudieron las familias de los trabajadores esenciales a quienes la covid les arrebató la vida.
“La abrimos al público en abril de 2021. Fue muy conmovedor para las familias que han pasado por el sufrimiento solos sin compartir su tristeza con la comunidad debido a la pandemia”, comenta la artista, a quien la idea se la presentaron en noviembre de 2020, y trabajó en hacer realidad el proyecto durante cuatro meses.
“Fue muy difícil hablar con las personas que están sufriendo solas y aisladas, y contar sus historias y reconocer su dignidad”.
Paola dice que para este proyecto quería una diversidad de experiencias.
“Al ver el portarretrato durante la exposición, van a ver la bibliografía de la persona en conjunto con el audio de las familias para que tengan la experiencia total y les llegue al corazón”.
Entre las historias que más le impactaron, destaca la de Moisés, quien murió a los 37 años en los primeros meses de la pandemia, y dejó una niña de 10 años.
“Se enfermó, nadie sabía lo que estaba pasando. Me duele porque tengo un hijo de 8 años. Me partió el corazón”.
La artista cuenta que estas historias de trabajadores esenciales demuestran que necesitamos pasar leyes que los protejan.
“Necesitamos darle dignidad”.
Esta instalación de arte fue un proyecto de las organizaciones no lucrativas Resilience Force y el National Immigration Law Center (NILC).
“Los inmigrantes son esenciales debido a su humanidad y su papel vital en nuestra nación. Siempre lo han sido y siempre lo serán. La campaña Immigrants Are Essential y la exposición sirven como contenido pro-inmigrante en un mar de noticias anti-inmigrantes que, tristemente, afecta a las personas todos los días”, dijo Victoria Ballesteros, jefa de comunicaciones del National Immigration Law Center.
Y agregó: “Esta serie celebra la vida y el valor de inmigrantes en nuestras comunidades como trabajadores, pero aún más importante, como vecinos”.
La exposición #ImmigrantsAreEssential se llevará a cabo del 31 de enero al 13 de febrero en Community Made, 584 Mateo St, Los Angeles, CA 90013
Ha estado en Nueva York, y durante el mes de enero en el Arizona Latino Arts and Culture Center de Phoenix, Arizona.
¿Quiénes eran?
Quienes asistan a la exposición conocerán un poco de la vida de Fedelina, Mario, Moisés, Yimel, Juan, Ofelia y Guadalupe, inmigrantes indocumentados que como miles fueron llevados demasiado pronto por esta pandemia.
Se enfermaron mientras trabajaban en las tiendas de abarrotes para que pudiéramos seguir comiendo en cuarentena; o cuando limpiaban casas, oficinas y hospitales.
Además de trabajadores, eran padres, madres, hermanas, tías, tíos, amantes, hijos. Estaban llenos de música y risas, coraje y sueños. Renunciaron a muchas cosas dejando sus países de origen para luchar por una vida mejor para sus familias y vinieron a un lugar que no siempre les dio la bienvenida.
Mario Hernández Enríquez
(1961-2020)
A Mario la pandemia lo encontró con dos empleos, en una lavandería y en un supermercado, ambos considerados trabajos esenciales. Para él , dejar de trabajar no era una opción. Con mascarillas y guantes, llegaba cada día a sus empleos.
El 21 de marzo del 2020, llegó a su casa con dolor de cuerpo, sintiéndose mal. Les pidió a sus tres hijas cuidar a su madre y no preocuparse por él.
La pasión de Mario era el fútbol soccer. Le gustaba tocar la guitarra y cantar, pero sobre todo amaba a su familia. Se casó con el amor de su vida, a quien conoció en la secundaria. Él trajo a su esposa y sus tres hijas a Estados Unidos para ofrecerles mejores oportunidades.
Fue pintor, entrenador de fútbol, manejador de una lavandería, chofer de taxi. Siempre estaba aprendiendo habilidades nuevas con una sonrisa en la cara.
Fedelina Lugasan
(1936-2020)
Nació en Filipinas, pero vino a Estados Unidos con una familia para la que trabajaba como doméstica. Al emigrar a este país, sus jornadas de trabajo no tenían horario y nunca recibió salario. No podía comer junto con la familia y debía dormir en el piso.
Lo que es más, sus empleadores le quitaron su pasaporte y fue su esclava por 65 años.
En 2018, el FBI supo del caso de Fedelina, y cuando el Centro de Trabajadores Filipinos la quiso rescatar, ella no se quería ir, tenía miedo.
Pero a los 83 años salió de la casa y obtuvo su libertad.
La pandemia la sorprendió en un asilo cuando por fin comenzaba a vivir, podía dormir en una cama y respirar aire fresco.
Yimel Alvarado
(1979-2020)
Emigró a Estados Unidos en 2001. En la ciudad de Nueva York, hizo la transición a vivir como la mujer que siempre quiso, pero también creó amistades y un hogar que daba la bienvenida a todos.
Amaba las montañas de su natal Guerrero, México, la naturaleza y las mariposas.
Juan Ramos
(1974-2020)
Juan tenía solo 44 años y dos empleos en restaurantes, cuando enfermó de covid. Aunque no era muy expresivo, su familia lo describe como amable, generoso y juguetón. Le encantaba bailar cumbia y cocinar. Se sentía orgulloso de ser hijo, hermano, esposo, abuelo, pero sobre todo padre.
Trabajaba muy duro y dormía poco para mandar dinero a su padres y otros familiares. Anhelaba profundamente salir de las sombras y regresar a su país para ver de nuevo a su anciano padre.
Un viernes de marzo de 2020, su hermana lo notó enfermo. El sábado lo llevaron al hospital y el lunes, falleció. Le pegaron tres ataques que terminaron por parar su compasivo corazón.
Guadalupe Aguilar Sánchez
(1960-2020)
Debido a que su padre murió cuando él era muy joven, tuvo que comenzar a trabajar desde temprana edad para hacerse cargo de sus hermanitos. A los 15 años conoció a su futura esposa, y vinieron juntos a Estados Unidos.
Guadalupe trabajó toda su vida en el campo en California, pero cuando los años comenzaron a caerle encima, le pegó artritis, pero su hija dice que al mismo tiempo se volvió más amoroso.
Se sentía muy orgulloso de la cultura mexicana, la música y la cocina. Le encantaba escuchar a Los Temerarios y a Los Bukis.
En marzo de 2020, Guadalupe y toda su familia se contagiaron de covid, pero a él fue a quien le atacó más duro, por lo que tuvo que ser hospitalizado. Un mes después falleció en el hospital.
Ofelia Tapia Alonso
(1970-2020)
Ofelia tenía 50 años, 5 hijos y 3 nietos cuando la pandemia se la llevó. Ella vino a este país con sus hijos y trabajó muy duro como trabajadora doméstica. Llegó a tener su propia tienda en una esquina de su barrio. Su mayor anhelo es ayudar a sus hijos a cumplir sus sueños.
Sus hijos no saben cómo se contagió de covid. Permaneció por más de un mes en el hospital antes de morir. El virus destruyó sus órganos.
Antes de morir, con los ojos llenos de lágrimas, le sonrió a sus hijos.
Moisés Hernández Delgado
(1985-2020)
Moisés conoció en este país a su esposa Yamili cuando ella le pidió cambiar un dólar por monedas para comprar un refresco de soda en una máquina. La sonrisa de Moisés conquistó a Yamili.
Se enamoraron, se casaron y tuvieron a su hija Itzel. Amaban bailar, y lo hacían todo el tiempo.
A pesar de ser indocumentado, Moisés encontró la manera de convertirse en mecánico de aire acondicionado.
Tanto Moisés como Yamili enfermaron de covid, pusieron a su hija en un cuarto aparte. Al empeorar su estado de salud, fue hospitalizado y dos días después, falleció.
Para conocer más de esta exposición, visita: #ImmigrantsAreEssential: A COVID Memorial