La conducta de Robert Sarver no puede quedar desapercibida

Una investigación de ESPN reveló un patrón de conducta sexista y racista del propietario de los Phoenix Suns. Ahora, una organización de activistas exige su despido de la NBA

Phoenix Suns

Los Suns fueron subcampeones de la última temporada de la NBA. Crédito: Harry How | Getty Images

Rápido: ¿quién le preguntó a una mujer: “¿Soy tu dueño, eres una de los que me pertenecen?”

Tienta responder que la frase viene de un propietario de esclavos en la Estados Unidos de, digamos 1863. 

Pero no: es uno de muchos insultos de corte misógino, humillante y en instancias, racistas pronunciados según una investigación de Baxter Holmes publicada en noviembre por ESPN, Robert Sarver. Sarver es el dueño principal (de un grupo de casi 20 hombres de negocios) del equipo de básquetbol profesional los Phoenix Suns desde 2004, hace 17 años, cuando adquirió la franquicia por 401 millones de dólares, una cifra récord en aquel entonces. 

La investigación documenta docenas de casos de “racismo, misoginia y abuso por parte de Sarver, que abarcan casi dos décadas”. 

Así, muestra cómo Sarver humilló repetidamente y durante años a jugadores profesionales, entrenadores, personal de oficina, ejecutivos de equipos, o familiares de jugadores, haciendo alusión a estereotipos racistas.

Según el artículo, Sarver estableció un ambiente de sexismo y humillación contra las empleadas del equipo, quienes lo describieron así: “Te quiebra… yo soy difícil de quebrar, y me quebró”. “Me arruinó la vida”, “estaba pensando en suicidarme”.

Los Phoenix Suns son como sabemos parte de la NBA. Se trata de la organización de deporte profesional más progresista, y más comprometida a la justicia racial en todo el país. 

En 2021 la NBA creó una Coalición Nacional de Justicia Social del Baloncesto en respuesta a las protestas por el atentado policial contra Jacob Blake.  Y en 2014, ni bien había asumido su cargo su comisionado Adam Silver, la NBA despidió a Donald Sterling, dueño del equipo de Los Angeles Clippers por más de 20 años, por pronunciamientos similares, y le obligó a vender la empresa.  

Por eso llama poderosamente la atención que la conducta de Sarver era supuestamente conocida por muchos durante años. Que no hayan reaccionado a que no una sino repetidas veces se le escuchó usar libremente un término despectivo al referirse a gente afroamericana, y términos sexualmente explícitos al hablar con empleadas. 

La investigación del equipo de ESPN es poderosa.  

Está basada en no menos de 70 entrevistas. Documenta un historial de abusos, cometidos no solo por el propietario del equipo. Su actitud repetida normalizó una conducta similar por parte de otros miembros del equipo dirigente, creando así “un ambiente tóxico”, como lo definieron muchos de los entrevistados. 

Al principio, la NBA se puso del lado del propietario. Su portavoz Mike Bass dijo que la liga no había recibido ninguna queja de mala conducta en la organización de los Suns. Pero después inició una investigación de los hechos, para lo cual contrató a un bufete jurídico de prestigio. Esa investigación ya tiene meses y no ha llegado a su fin. 

En reacción a esta situación, activistas por los derechos civiles han creado una coalición decidida a no dejar pasar impune la colección de faltas de Sarver, llamada Proyecto de Responsabilidad deportiva estadounidense (ASAP). 

Esta coalición envió este 11 de marzo una carta abierta al comisionado Silver con copias a todos los otros dueños de equipos, denunciando a Sarver y exigiendo su expulsión de la NBA. Adicionalmente, criticaron que haya pasado tanto tiempo desde el inicio de la investigación, expresando su temor que la dilación se extendiese hasta los playoffs y perdiese la atención pública.

En el Proyecto figuran miembros de la organización de derechos civiles afroamericanos fundada por Jesse Jackson, por una parte, y activistas latinos como Héctor Sánchez Barba, director ejecutivo y CEO de Mi Familia Vota, David Hernández, director estatal de LULAC (la Liga de ciudadanos latinoamericanos unidos) en Arizona o el excongresista estatal Dave Rodríguez de Arizona. 

Aclaremos: Sarver ha negado casi todas las acusaciones, tanto personalmente como a través de sus segundos y por medio de una firma de abogados que contrató para tal efecto. Se ha estado defendiendo activamente, refutando los alegatos uno por uno, pese a la cantidad de testigos que declaran lo contrario.

La reacción de la NBA se sigue aplazando. Quizás consideren que las evidencias no son lo suficientemente terminantes, al contrario de lo que sucedió, por ejemplo, con Sterling, de cuya conducta se difundieron sendos vídeos. 

Pero no es aceptable que condicionen su decisión a que existan grabaciones o filmaciones explícitas de los hechos. No puede ser que para que los abusos se consideren verdaderos las víctimas deban filmarlos. 

No hay razón para que ello suceda. 

Los datos descubiertos sobre la conducta de Sarver merecen una breve enumeración, porque individualmente podrían parecer menores. Hasta que uno va sumando los incidentes.

Está por ejemplo su discurso en el memorial de su socio Dick Heckmann donde, más que alabarlo, lo insulta, con innumerables alusiones sexuales, insultos y comentarios despectivos sobre mujeres, mencionando las múltiples veces que el finado le había sido infiel a su esposa, en presencia de ella. O su insistencia en contratar un entrenador afroamericano para su equipo, porque “un (palabra abusiva) entiende a otro”.

Es entonces la acumulación de incidentes, cada uno de los cuales quizás para algunos no sea por sí solo motivo para pedir su destitución o renuncia o reemplazo. Esta acumulación fue lo que llevó a la formación del proyecto ASAP. Fue lo que los llevó a decir “basta”. 

La decisión final de la NBA debe aclarar quién es el verdadero Robert Sarver. ¿Es el que exhibió una fachada de apoyo a sus jugadores afroamericanos? ¿O es quien ve eso como relaciones públicas y en realidad comparte opiniones antagónicas?

En última instancia, esa decisión debe alejar a Sarver de una posición en donde pueda hacer daño, para que sus opiniones y prejuicios no perjudiquen más a la NBA y al público amante del deporte.

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