Padre de familia cuyo arresto por ICE provoca una movilización comunitaria recibe residencia permanente
Su detención durante el periodo del presidente Trump generó indignación; tres años después obtiene la residencia
La pesadilla terminó para Jair Solís Hernández, el padre de familia de 5 hijos, cuyo arresto en 2019, por parte de agentes del Servicio de Migración y Aduanas (IMSS), sacudió a la comunidad inmigrante de Los Ángeles.
El fin de semana recibió su tarjeta de residente permanente de Estados Unidos, tras más de tres décadas de vivir en las sombras.
Jair fue arrestado el 26 de febrero de 2019 cuando salía de su casa en el barrio de Highland Park para dirigirse a su trabajo. Era el segundo padre de familia con hijos estudiantes de la escuela Academia Avance de Highland Park que era detenido por ICE.
El primero fue Rómulo Avelica, padre de cuatro hijas, arrestado por ICE el 28 de febrero de 2017.
Tres semanas después de la detención de Jair, debido a la presión ejercida por la Coalición de Derechos Humanos por los Inmigrantes (CHIRLA), la iglesia anglicana y miembros de la comunidad, salió del Centro de Detención de Theo Lacy para pelear su caso en libertad.
Jair nació en Lázaro Cárdenas, Michoacán, México.
“Hace más de 35 años que vine a Estados Unidos por medio de un cuñado que me invitó. Creo que tenía como 10 años”.
En este país se casó y tuvo dos hijos. Con su compañera actual, Ofelia García, ha procreado tres hijos. Sus hijos son Brandon, Ricardo, Jair, Erick y Jair, cuyas edades van de los 27 a los 14 años. En la actualidad, trabaja en el piso de covid del Hospital Huntington de la ciudad de Pasadena.
“Fue a través de un hijo que estaba en el ejército que metí mi petición de residencia. Pero me la negaron porque tenía varias multas”.
A partir de ese momento, Jair quedó en el limbo migratorio. El domingo 24 de febrero de 2019, los agentes del ICE fueron a tocarle a la puerta de su casa.
“Nos estábamos arreglando mi compañera y yo para ir a misa, pero yo presentía algo. Cuando tocaron la puerta, sentí algo frío en mi cuerpo”.
Jair se asomó por la mirilla de la puerta para ver quién golpeaba con tanta insistencia, pero en ese momento escuchó Police (Policía).
Sin embargo, él ya había alcanzado a ver que eran alrededor de 7 agentes del ICE.
Mientras tocaban a su puerta, su hijo Jair, quien colabora con Wiseup!, una iniciativa de CHIRLA para organizar a los estudiantes indocumentados y sus aliados en torno a los derechos de los inmigrantes y sobre el acceso a las oportunidades educativas, lo tranquilizó.
“Me dijo que no les tenía que abrir la puerta. Eso me dio confianza”.
Los agentes del ICE se retiraron del lugar al ver que nadie les abría.
Al día siguiente, el lunes 25 de febrero, Jair se fue preocupado a trabajar, pero no tuvo ninguna sorpresa desagradable.
No imaginaba que al día siguiente, el martes 26 de febrero, la Migra lo estaría aguardando afuera de su casa para arrestarlo y llevarlo detenido.
“Me detuvieron como a las 5:30 de la mañana cuando salía para ir al trabajo. En ese tiempo era supervisor de una compañía de limpieza”.
Jair se contiene para no llorar al recordar que le entró mucho miedo cuando los agentes del ICE se lo llevaban.
“Fue muy duro. Pensé que nunca más iba a volver a mi familia. De solo recordarlo, me dan ganas de llorar”.
“A Jair lo agarraron a la entrada del freeway 110. Dos camionetas del ICE lo bloquearon. Una se lo puso atrás y otra adelante”, dijo conmovida hasta las lágrimas su compañera Ofelia, durante una entrevista con La Opinión en 2019.
Pasó casi un mes privado de su libertad en Theo Lacy, mientras afuera, su familia, los líderes de la escuela donde iban sus hijos, la iglesia a la que pertenece y CHIRLA se movilizaban por todos los medios para sacarlo libre.
Eran los tiempos del presidente Trump y sus agresivas políticas migratorias. La comunidad migrante de Los Ángeles estaba aterrorizada porque se realizaban operativos de arrestos por todas partes.
“Mi única fortaleza en la detención eran mis hijos”.
Por ellos es que Jair agarraba fuerza para no dejarse caer y seguir luchando contra su deportación.
“No solo no era el miedo a no ver más a mi familia sino que ya no tengo a nadie en México”.
Fue liberado el 13 de marzo, tres semanas después de su arresto, tras el pago de una fianza de $5,000 que se dio a través de un fondo que CHIRLA creó para apoyar a los inmigrantes.
“Gracias al abogado en migración Richard Lucero, quien en ese momento trabajaba para CHIRLA, pude salir libre. Supo manejar muy bien mi caso”, dice agradecido.
Y cuando dejó Theo Lacy y respiró la libertad, sintió que vio otra vez la luz del día. “Salí muy motivado a salir adelante y a echarle ganas”.
Su hijo Ricardo Solís le prometió presentar una nueva petición de residencia, y así fue cómo comenzó otra vez.
Jair recuerda que cruzó por Tijuana la primera vez que vino a este país, y solo una vez cuando intentó cruzar, lo hicieron firmar y lo regresaron de vuelta a México.
Está también agradecido con su hijo Ricardo, porque fue quien le prometió ayudarle a conseguir la residencia y le cumplió.
“Eso pasó. Sí funcionó”, dice Jair satisfecho.
Aunque reconoce que salir de la detención, no le quitó el miedo a que la migración lo arrestara de nuevo.
Y explica que no tuvo que hacer ninguna entrevista en el Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, y su sobrino fue su patrocinador.
El sábado 19 de marzo vivió uno de los días más felices de su vida, cuando recibió por correo su tarjeta de residente permanente.
“Fue un momento muy hermoso, muy bonito. Esa noche por primera vez pude dormir relajado, a gusto”, dice este padre de familia, luchando por no soltar el llanto, y con la voz atrapada por la emoción.
“Se siente una mezcla de alegría y tristeza recibir la residencia”, confiesa.
Desde el sábado está celebrando y planea ir el fin de semana a Tijuana a seguir con los festejos. “Voy a ir a comerme unos tacos”, dice fascinado.
Aunque le gusta mucho su trabajo en el Hospital Huntington de Pasadena porque – dice – puede ayudar mucho a la comunidad, su anhelo como residente, es conseguir un empleo en la Ciudad de Los Ángeles para tener un mejor salario y prestaciones laborales.
A los inmigrantes que viven en las sombras, les recomienda echarle ganas, no perder la fe y armarse de mucha paciencia. “Muchos podrán arreglar su estatus por medio de sus hijos, pero les recomiendo arreglar y limpiar su récord primero, para que no tengan problemas más adelante”.
También dice que es muy importante contar con una red de apoyo.
“A mí CHIRLA me ayudó bastante, y les estoy muy agradecido. Ellos hicieron la diferencia”.
Además de las gracias para el abogado Lucero, expresa su agradecimiento para la abogada Yolanda Martin y a a paralegal Liliana Ibañez de CHIRLA.
Cuando Jair entró a Estados Unidos en marzo de 1987 y durante muchos años, miró como algo muy lejano, la posibilidad de ser residente de Estados Unidos.
Pero el día llegó, y 37 años después, ya es residente de esta nación. Justo 3 años después de haber sido liberado de Theo Lacy, cuando creyó que lo deportarían a México y perdería a su familia.
“Mi sueño cuando vine a este país era tener una casa y a mis hijos. Hoy lo tengo todo”.