30 años después de los disturbios en Los Ángeles
Este 29 de abril se celebrará un aniversario más de uno de los capítulos más violentos de LA, pero que reflejó el alto nivel de injusticia contra las minorías en aquella época y de acuerdo a algunos activistas y residentes de la zona, la situación no ha cambiado demasiado
Han pasado tres décadas de los violentos disturbios raciales que incendiaron a la ciudad de Los Ángeles y, de acuerdo con los residentes, líderes de derechos civiles y autoridades locales, ha habido un progreso económico discutible para latinos y afroamericanos, pero persisten serias deficiencias de atención en cuanto a una masiva falta de vivienda asequible, educación y enseñanza de calidad.
“El estado de ánimo en la comunidad era de ira y traición por el veredicto [de no culpabilidad, de los policías que golpearon brutalmente a Rodney King”, reflexiona el activista y líder Earl Ofari Hutchinson, presidente de Los Angeles Policy Roundtable.
“Escuché a la gente gritando en las calles, ‘esto es terrible’, ‘esto es horrible, no lo podemos creer’. Luego vi el primer saqueo de una tienda de abarrotes de la esquina, y después los incendios y saqueos se extendieron rápidamente”, explica.
Hutchinson, un afamado autor y analista político, recuerda que todo fue impulsado por la ira, combinado con años de violencia, brutalidad e injusticia a manos del Departamento de Policía de Los Ángeles.
“Era la sensación de aislamiento, el racismo, el abandono, la pobreza y la indiferencia política ante la difícil situación de los negros”.
Violencia policial sin control
Ante aquellos devastadores disturbios, Hutchinson señala que el racismo sistémico de la sociedad aún prevalece no solamente contra latinos sino también la comunidad afroamericana.
“El asesinato de George Floyd en el 2021, los continuos asesinatos policiales de más negros e hispanos y las raras ocasiones en que los policías son procesados es una prueba clara de la permanencia de un racismo sistémico en su forma más brutal y mortal”, responde el líder de derechos civiles.
“La violencia policial sin control es endémica en la sociedad; la brecha las disparidades en la atención médica, la falta de vivienda, la pobreza, las escuelas públicas deficientes y el ala derecha [del Partido Republicano] y el surgimiento de [Donald] Trump también son indicadores sólidos del racismo sistémico”, agrega Hutchinson.
Los latinos
Yesenia Márquez, nacida en San Miguel, El Salvador, emigró a Estados Unidos en 1993 y lleva 12 años viviendo en el sur centro de Los Ángeles, donde tiene su puesto de pupusas entre las calles 77 y Hoover, lugar que fue escenario de los disturbios, pero también donde ahora la inmigrante trata de salir adelante.
“El problema es que aquí sigue habiendo balaceras, drogas y toda clase de problemas”, dice. “A mí me preocupa la violencia y los asaltos a los eloteros y a los paleteros”.
Su sobrina, Elena Argueta señala que la zona, en efecto, es peligrosa para vivir.
“Todos los días hay asaltos y muchas personas se acercan para pedir comida, pero llegan con cuchillos y amenazan a uno”, explica Argueta.
De hecho, sus padres vendieron la tienda que tenían, ya que en 2020 a un empleado de ellos lo mataron a balazos para robar.
“Aquí lo que necesitamos es más seguridad y la presencia de la policía”, indica la joven. “También, los automovilistas circulan a alta velocidad y en la esquina de la calle 88, a cada rato hay accidentes; allí necesitamos un semáforo”.
No muy lejos de ahí, Blanca Moreno, también una mujer inmigrante de El Salvador se queja de los constantes robos, balaceras y accidentes.
“A cada rato anda el helicóptero persiguiendo a las personas”, dijo. “Mientras, nosotros tratamos de llevarnos bien con todos y no nos metemos con nadie”.
De acuerdo con el activista Hutchinson, en el sur centro los mayores desafíos siguen siendo los mismos de hace 30 años: alto desempleo, desplazamiento de viviendas, falta de vivienda asequible, escuelas públicas deficientes y falta masiva de acceso y asequibilidad a la atención médica de calidad.
“Ha habido un progreso discutible para muchos negros e hispanos en términos de mejores trabajos, avances profesionales y comerciales, y la eliminación total de las barreras de segregación legal”, subraya.
“Pero para muchos negros e hispanos las condiciones de pobreza, educación deficiente, abuso policial y falta de vivienda y atención médica de calidad han empeorado.”, dice Hutchinson.
“A mí me va, más o menos bien”, observa Pedro Sánchez, propietario de Mina’s Outlet, un negocio de venta de ropa y artículos para el hogar, ubicado en el 8107 al sur de la calle Hoover.
Entre tanto, la hondureña Michelle Cortez, dueña de Joselin Party Supplies, que se localiza en el 8030 de la avenida Vermont, comenta que “no estuvo bien” lo que pasó con los disturbios raciales de 1992.
“No hay necesidad de violencia”, dijo. “Todos debemos llevarnos como seres humanos; al final todos somos lo mismo”.
“Apartheid económico”
A pesar de la construcción de desarrollos en Vermont y Manchester, dos zonas que se vieron seriamente afectadas durante los disturbios de 1992, el concejal del Distrito 8, Marqueece Harris Dawson recordó que es ahí donde llegaron Alan Greespan y los expresidentes Bill Clinton y George Bush para decir que iban a mejorar las comunidades.
“Justo ahora estamos recibiendo esos desarrollos”, dijo el concejal a La Opinión. “En materia de educación, creo que nuestras tasas de graduación continúan aumentando y continuará aumentando el número de nuestros jóvenes que irán a la universidad. Obviamente hay mucho más trabajo por hacer. Pero creo que la comunidad ha estado empujando en la dirección correcta y obteniendo resultados positivos”.
Harris-Dawson dijo que desde que fue elegido en el 2015, ha podido ver la creación de 1000 unidades de vivienda, la inversión de cientos de millones en el sector comercial e infraestructura y transporte.
Reconoce que el sur centro que representa seguirá siendo un faro para Estados Unidos, por el hecho de que conviven juntas las familias afroamericanas y latinas.
“Luchamos juntos contra un sistema que hace todo lo posible por dejarnos fuera, mal pagados e infravalorados. Luchamos contra eso; pienso que el grito de sin justicia no hay paz y todas esas cosas se originan en las comunidades del sur de Los Ángeles”, subraya Harris-Dawson.
“Creo que ese seguirá siendo el camino por seguir; luchar y construir porque el mayor desafío es el apartheid económico que practica nuestro sistema, ya sea que obtener un seguro para su automóvil, o que su familia sea mucho menos que una inversión inmobiliaria o un negocio bancario… Tenemos que seguir luchando por la equidad”.
Historia
A las 12:45 de la madrugada del 3 de marzo de 1991, Rodney G. King, un afroamericano que estaba en libertad condicional por robo, detuvo su automóvil, tras una persecución policiaca de casi 8 millas.
En los 89 segundos de una escena caótica grabada desde un balcón en la zona de Lakeview Terrace por un civil, George Holliday, se ve a King levantarse después de dos descargas eléctricas de 50,00 voltios y corriendo en dirección al oficial Lawrence Powell.
Powell y el oficial Timothy Wind lo golpearon múltiples ocasiones con su bastón metálico; el oficial Briseño lo pisó bruscamente en la parte superior de la espalda y el cuello, y su cuerpo se retorció como un acto reflejo.
Los policías reportaron oficialmente que King solo había sufrido cortes y contusiones “menores”.
La realidad fue que, tras 56 golpes y el nivel de violencia policial con las porras, Rodney King terminó con una pierna fracturada, múltiples fracturas faciales, numerosos hematomas y contusiones.
Los cuatro policías fueron acusados de agresión con un arma mortal y uso excesivo de fuerza. El juez Stanley Steinberg persuadió de que el juicio se moviera fuera de Los Ángeles y en Simi Valle, -en el condado de Ventura- un jurado absolvió de todos los cargos, excepto por un cargo de asalto contra Powell, caso que terminó con un jurado en un punto muerto.
Los disturbios, saqueos e incendios provocados por los ciudadanos indignados por la decisión de la corte comenzaron el 29 de abril de 1992 y siguieron hasta el 4 de mayo. El saldo de las protestas fueron de 50 muertos, más de 2,300 personas heridas y miles fueron arrestadas.
Además, aproximadamente 1,100 edificios resultaron dañados y la destrucción total a la propiedad fue de alrededor de 1,000 millones.
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