Diez años de DACA: entre la celebración y la amenaza de que llegue a su fin
Aumentan la presión para que los demócratas en el Congreso y el presidente Biden cumplan sus promesas de un alivio migratorio
Carlos Cubillo Gamino, beneficiario de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), hizo un llamado a los demócratas y al presidente Biden, para que no solo no les quiten este programa sino para que cumplan con su promesa de darles un camino a la ciudadanía.
“Me preocupa mucho la posibilidad de perder DACA. Sería muy difícil para mí. Significaría perder mi trabajo, y ya no ayudar a las familias”, dice Carlos, un muchacho de 26 años, que vive en la ciudad de Fontana, California; y quien desde los 17 años obtuvo la protección de DACA.
Fue el 15 de junio de 2012, cuando el presidente Obama anunció DACA, un programa temporal que ha protegido a los jóvenes indocumentados de la deportación y les ha dado un permiso de trabajo, que se tiene que renovar cada dos años. Desde entonces, han sido protegidos alrededor de 800,000 jóvenes.
Sin embargo, en septiembre de 2017, el presidente Trump puso fin a DACA, y su destino se ha estado dirimiendo en los tribunales.
Durante la primera semana de julio, se espera que el Quinto Circuito del Tribunal de Apelaciones vea el caso Estado de Texas contra USA. Se anticipa que el caso se irá a la Corte Suprema.
“Tenemos que seguir peleando, los políticos quieren que estemos felices con DACA; y dijeron que iban a darnos un camino a la ciudadanía, pero no han cumplido. Me siento como en una jaula”, dice Carlos, graduado en salud pública, y actualmente labora como trabajador comunitario de la salud para un programa no lucrativo asociado con la Universidad de Loma Linda.
Sus padres se hicieron residentes hace 4 años. Su hermano es beneficiario de DACA también como él desde 2012; y tiene dos hermanitos que nacieron en Estados Unidos.
“Quiero regresar a la escuela, agarrar mi maestría, poder crear y manejar programas de salud”.
Carlos dice que si les quitan el DACA, los convertirían en ciudadanos de segunda clase.
“Nosotros hemos sido un gran apoyo para la economía y queremos seguir participando para que a este país le vaya bien”, sostiene.
El lunes 13 de junio, Carlos será parte de la delegación de miembros de la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes (CHIRLA), que viajarán a Washington D.C. para conmemorar los 10 años de DACA, que si bien les ha dado cierta tranquilidad a los beneficiarios, también los ha mantenido en el limbo, en espera de que el Congreso y ahora el presidente Biden cumplan su promesa de darles un camino a la ciudadanía.
En la delegación a D.C. también estarán defensores por los derechos de los inmigrantes.
“Durante 30 años hemos estado exigiendo a Estados Unidos que vea a los inmigrantes indocumentados con ojos de justicia, piedad y reconocimiento; y solamente nos han podido ofrecer programas temporales como el TPS y el DACA”, dijo Angélica Salas, directora de CHIRLA.
“Estos programas siempre están bajo ataque haciendo de nuestras vidas un verdadero infierno. Ya es hora que el presidente Biden y el Congreso le digan sí a los inmigrantes y nos otorguen una legalización con camino a la ciudadanía. Es lo justo, correcto, humano, y ya es tiempo”.
Aunque Taylete Hernández Méndez no es beneficiaria de DACA, se unirá a la delegación de CHIRLA que viajará a Washington, D.C.
“Yo presenté mi solicitud para DACA y me llegó la cita para tomar mis huellas digitales, pero 15 días antes, el presidente Trump canceló el programa y ya no me aceptaron”, dice.
Actualmente Taylete, quien llegó a EE UU cuando tenía un año y medio de edad, estudia justicia criminal en el Colegio Comunitario del Este de Los Ángeles.
“Vivo con mis padres. Mi mamá es ama de casa. Mi papá es trabajador de la construcción. Ninguno de ellos tiene papeles. Los únicos que nacieron en este país son mis hermanitos menores”.
Taylete no puede evitar sentirse triste cuando recuerda que no alcanzó a beneficiarse de DACA. “Me puse a llorar de la desilusión, pero voy a seguir luchando por una solución permanente para continuar con mis estudios. También quiero proteger a mis padres para que no vivan con miedo a ser deportados”.
Los jóvenes inicialmente protegidos por DACA han crecido, formado familias, carreras, negocios.
Ese es el caso de Lizbeth García Núñez, beneficiaria de DACA desde 2012, quien se graduó de la Universidad Estatal de California en Los Ángeles, y desde el año 2020 trabaja como maestra de inglés en una secundaria.
“Mis padres me trajeron a este país cuando tenía 9 años”, dice.
Lizbeth confía que DACA no le ha quitado el miedo, primero a perder a sus padres por la deportación, y ahora tiene un temor más grande porque le preocupa que la separen de su hija , que ya nació en el país. Además su compañero es también un maestro de secundaria, beneficiario de DACA.
“Estos 10 años de DACA han sido buenos porque pude ir a la universidad y ejercer en el campo de la educación, primero como tutora y ahora como maestra”.
Pero eso no ha borrado la incertidumbre y el miedo crecientes con los que vive.
“Siempre estoy pensando en qué va a pasar con nuestras vidas”.
Añade que los estudiantes de DACA ahora son profesionales de DACA en todos los campos.
“Estamos beneficiando a este país que amamos, estamos enriqueciendo a nuestras comunidades y, en medio de covid-19, dimos un paso adelante en el momento en que nuestro país más lo necesitaba”.
Por lo tanto, dice que es justo que les den una solución permanente, que les permita continuar con lo que han hecho hasta ahora, “hacer de este país un lugar mejor”.