Jorge Marín: ‘Las Alas de México vuelven visibles a los inmigrantes’
El escultor nunca imaginó el impacto que tendrían sus alas, las cual han visitado decenas de países y han llegado a Los Ángeles para quedarse de manera permanente
Cuando el artista plástico Jorge Marín, colocó por primera vez su escultura Alas de México en la avenida Reforma de la ciudad de México, nunca pensó que se convertiría en una pieza viajera por el mundo y que ejercerían una gran atracción entre los inmigrantes y en quienes no tienen una voz.
“Empezamos en la vía pública, y después de encontrar una respuesta intensa al atraer a mucho público y motivar la interacción y participación, decidimos mandarla a viajar a otras sedes de México y el extranjero, cuando descubrimos que tenía todo ese punch (impacto)”, dice Jorge Marín en una entrevista con La Opinión .
El pasado 6 de junio, durante la Cumbre de las Américas, la escultura Alas de México fue develada en el Observatorio Griffith, un sitio icónico de la ciudad de Los Ángeles al que a diario acuden miles de angelinos y turistas. La gente hace fila para tomarse unas fotos con las Alas de México, que son parte de una serie de esculturas hechas por Marín en 2010.
“Las Alas de México han cobrado un carácter propio, y ha sido muy estimulante, darnos cuenta que grupos minoritarios se han empoderado de la escultura; no solo es admirada por mexicanos sino por migrantes filipinos en Singapur, en Estados Unidos y en Costa Rica.
“Se suben a la escultura, la toman como propia y es una manifestación de que existen. Descubrimos un fenómeno fantástico que ha empoderado a un público que normalmente no tiene micrófono para manifestar su presencia e inconformidades”.
El artista dice que para nada imaginó la fuerza que iban a tener Alas de México. “La realidad siempre nos ubica, por eso siempre hay que estar atentos. Descubrí lo que para mí es fundamental, compartir el micrófono con grupos minoritarios de todo el mundo, porque al momento que se colocan al lado de la escultura para una foto, se vuelve como un estandarte, un gran cartel, y se vuelven invisibles”.
Las Alas de México fue un regalo del gobierno de la ciudad de México a la ciudad de Los Ángeles.
“En 2016 se exhibieron por primera vez fuera del Ayuntamiento de Los Ángeles. A partir de entonces se pusieron en bodegas del ayuntamiento, y ahí estuvieron casi 6 años hasta que encontraron la opción donde pudieran quedarse”, dice Sandra Benito, directora de la Fundación Jorge Marín.
Y al escultor le ha gustado mucho que hayan quedado en el Observatorio Griffith desde donde se observa todo Los Ángeles, una ciudad formada por inmigrantes que han venido de todo el planeta, pero en especial de México.
“Era justamente lo que yo quería, un lugar icónico que fuera un punto de reunión de personas. Creo que es un lugar a donde van públicos muy diversos. Pero me interesaba que fuera una plataforma visual para que los migrantes manifiesten su presencia en Estados Unidos y hacernos ver.
“Tengo un especial compromiso con la migración mexicana hacia Estados Unidos, a donde más ha emigrado la población mexicana. Son grupos que hay que hacerlos visibles y presentes. Son personas que viven en una ambigüedad tremenda entre el limbo y la existencia ilegal. Será una lucha lenta para que puedan gozar plenamente y ser reconocidos como parte de la comunidad”.
Y agrega que si de paso podemos tener públicos de otros lugares del mundo, que vayan y vean las Alas de un mexicano para compartirlas con otras causas del mundo. “Esa es la esencia de las Alas”.
¿Cómo nace la idea de crear las Alas de México? ¿Qué te inspira?
“La realidad siempre acaba sorprendiéndome, y fue una mera casualidad. Estas alas estaban destinadas a ser parte de otra escultura. Pero vino un golpe de la realidad en la fundición, un taller caótico lleno de esculturas, trabajadores, bronce por todos lados, donde las dejaron recargadas en la pared; y en ese momento, cruzó un albañil que estaba haciendo una remodelación y lo vi pasar con las alas atrás; y dije la realidad me está diciendo cómo tiene que ser. Quien las hace valer es el individuo que se pone delante”.
Ese fue un momento mágico, en el que Marín se convenció de que las Alas de México debían ir solas. Pero inicialmente eran parte de una Victoria, una mujer alada (que tiene alas), “pero ese espíritu festivo de festejar cada uno sus propias victorias, habrá quedado”, dice.
Lo que le encanta, afirma, es saber que cada quien a su medida siente la pieza y la interpreta. “A cada quien le trae una historia distinta; y que cada quien, reflexione sobre sus miedos, alegrías y deseos ”.
El artista, explica, que usó el bronce para esculpir las Alas de México para que “aguantaran una eternidad”.
De hecho, comenta que fue el escritor Carlos Fuentes, quien escribió en 2010, el libro Alas de México que conmemora los 10 años de la escultura que hizo una analogía de sus obras en bronce con la raza de bronce. “Al bronce, Marín le da alas: alas de ángel”, escribió en el prólogo.
“El maestro me hizo ver que mi obra es de puro bronce, como la raza mexicana, bronce puro, un material muy resistente”.
Es incalculable el número de personas que se han hecho fotografías con las Alas de México en 10 años. “Han sido millones en Tel Aviv, Singapur, Madrid, Toledo”.
Pero han ido más allá, las Alas de México han visitado Berlín, La Haya, Nagoya, Dubai, Quebec, San Antonio, Denver, San José, entre otras ciudades.
La verdad – reconoce – sentirse doblemente satisfecho con su Alas de México en la parte creativa.
“Es una pieza que solo me ha dado alegrías. Descubrí un plus: beneficiar a otros con mi trabajo. El arte hace mucho bien para la formación de los individuos. Hay que ver más arte”.
Pero pide que no nos quedemos con ver el arte en la calle. “Espero que mis esculturas despierten la curiosidad por visitar museos porque el arte nos enseña y nos hace más completos para vivir en una sociedad tan compleja”.
Sus deseos son que las Alas de México tengan un itinerario indefinido y sean llevadas y dadas a conocer a todos los públicos posibles. “Me gusta pensar que mi obra se liga con México, y mi país se pone en la cabeza de todo el que vea la obra, y piensen más en nuestra participación global”
Sandra Benito, directora de la Fundación Jorge Marín, dijo que esperan que la icónica escultura Alas de México tenga un hogar permanente en el observatorio Griffith.
“Hay 15 Alas de México que están de forma permanente en diferentes partes del mundo, y algunas de ellas han participado en exposiciones itinerantes en 35 ciudades. Debido a la existencia de un código de ética en el arte, el artista solo podrá hacer 13 Alas de México más para llevarlas a diferentes ciudades y llegar a un total de 28 ejemplares, y después se rompe el molde”.
La idea – explica Benito – es que queden como una representación del arte mexicano en diferentes lugares del mundo como un símbolo de migración, paz y libertad que se ha creado de manera natural.
Recordó que las Alas de México son parte de la exposición Alas de la Ciudad de 13 piezas de gran formato para el espacio público creadas en 2010. “Las Alas de México se separaron, adquirieron su propio proyecto y se fueron a viajar solas”.
Jorge Marín mandó “un saludo enorme a los migrantes que por una situación forzada tuvieron que moverse del país”, y los invitó a ir a ver sus Alas de México al observatorio Griffith.