Skellig Michael, la rocosa isla venerada por los fanáticos de Star Wars
La isla irlandesa fue escenario de filmación del Episodio VII y el Episodio VIII de la popular saga de ciencia ficción, y sirvió como telón de fondo para el primer festival de Star Wars.
Durante los últimos 34 años, Pat O’Shea ha cuidado una isla rocosa que una vez albergó un asentamiento monástico, fue atacada por vikingos y es amada por los fanáticos de Star Wars.
Todos los lunes, entre abril y octubre, sale de su casa y contempla la accidentada extensión del condado de Kerry en el océano Atlántico.
Observa las gélidas y agitadas aguas para adivinar si el oleaje podría obstaculizar su viaje semanal al trabajo.
A las 7:00 de la mañana, llama al propietario del barco de transporte amarrado junto al pueblo de Portmagee, para determinar si él y su pequeño equipo podrán cruzar hacia Sceilg Mhichíl (en irlandés), la mayor de las dos islas Skellig, uno de los monumentos nacionales de Irlanda.
O’Shea y sus colegas de la Oficina de Obras Públicas (OPW), una agencia estatal, cuidan este peñasco rocoso de renombre mundial, a unos 12 kilómetros de la costa suroeste de Irlanda.
Es un lugar con altísimos acantilados irregulares y abundante avifauna, en particular frailecillos.
La segunda isla, conocida como la Pequeña Skellig (Little Skellig), está ubicada justo enfrente y es famosa por su enorme colonia de decenas de miles de alcatraces.
El exilio de Luke Skywalker
El pico sur de Sceilg Mhichíl tiene 218 metros de altura y fue utilizado como ermita por los monjes, y en el pico inferior de 183 metros de altura está el monasterio principal.
La remota ermita y el bien conservado monasterio, supuestamente fundado en el siglo VI por San Fionán, es también uno de los tres sitios del Patrimonio Mundial de la Unesco de la isla de Irlanda, junto con la Calzada del Gigante en el condado de Antrim, y Brú na Bóinne en el condado de Meath.
Gracias a Luke Skywalker, quien vivió en un exilio autoimpuesto durante varios años en el santuario de la isla, que se duplicó como un planeta acuático en una galaxia muy, muy lejana en dos películas de Star Wars, su atractivo ha aumentado aún más.
O’Shea cree que si bien la aparición de Skellig Michael en “El despertar de la fuerza” (2015) y “Los últimos Jedi” (2017) trajo el glamour de Hollywood y aumentó el número de visitantes, quizás el interés haya alcanzado su punto máximo.
Fue escenario de filmación del “Episodio VII” y el “Episodio VIII” de la popular saga de ciencia ficción, y sirvió como telón de fondo para el primer festival de Star Wars en 2018.
Ubicación remota
Como capataz del distrito de la isla, Skellig Michael ha sido el lugar de trabajo de O’Shea en los meses de primavera y verano durante los últimos 34 años.
Él y su pequeño equipo viven en la isla de lunes a viernes, y a veces más tiempo si el mal clima los deja “abandonados“.
Las condiciones de vida en la isla para los pocos que trabajan allí mejoraron a lo largo de los años, pero aún son relativamente primitivas.
Los paneles solares proporcionan electricidad a sus cabañas, que vienen completas con una pequeña cocina de gas, y también hay un baño de compostaje compartido.
Dada la ubicación remota, también deben traer suministros de mantenimiento.
La especialidad de O’Shea son los muros de piedra seca y nunca le faltan tareas.
“Siempre hay mantenimiento en el monasterio y los escalones para asegurarse de que sean seguros para que la gente suba”, dice.
Los monjes utilizaron las llamadas celdas de piedra de colmena como refugios en la isla.
“Tenemos que asegurarnos de que todo esté correcto. Asegurarnos de que no haya escalones sueltos o que se haya derrumbado alguna pared”.
12.060 personas visitaron la isla en 2021. Recibe un máximo de 180 visitantes diarios, y los turistas se van en el mismo día, al final de la tarde, dejando solo a O’Shea y su equipo, tres guías que viven en la isla en rotación durante el verano y la gran población de aves marinas.
La temporada de visitantes se extiende desde mayo hasta octubre.
Los fanáticos
Robert Harris, el guía principal de la isla, lleva 35 años yendo cada temporada.
“Tenemos gente que sale vestida con las insignias. He descubierto en los últimos tres o cuatro años aspectos fascinantes del mundo de Star Wars”, dice.
Recuerda haberle dado a un joven fan de Star Wars que padecía una enfermedad grave un recorrido por la isla hace algunos años.
“Pasé alrededor de una hora con él. Me habló de la Fuerza, lo bueno y lo malo, la luz y la oscuridad”.
“Simplemente no podía discutir eso”.
Le preocupa el efecto a largo plazo de tener tantas visitas y dice que los números deben ser “controlados todo el tiempo por razones de conservación”.
“Es bueno mantener una perspectiva abierta sobre una forma diferente de vivir, y la isla representa algo así”, asegura.
“Es un entorno salvaje. Y es posible que algunas personas no sepan exactamente a qué se enfrentan cuando llegan allí”, dice Robert.
Le llama la atención el efecto emocional que la isla tiene en quienes visitan el monasterio y la ermita.
“Cuando los visitantes suben y miran un lugar donde los monjes vivieron hace tanto tiempo, y tenemos este lugar aislado muy precioso y tangible donde puedes salir y tener contacto físico con una visión diferente, es increíblemente bueno”, dice Robert.
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