Ucrania inicia la lenta reconstrucción de los pueblos liberados del ejército ruso
La invasión rusa a Ucrania dura ya ocho meses. DW visitó localidades del norte del país liberadas en primavera para ver cómo avanzan los trabajos de reconstrucción, de cara al invierno que se avecina.
La llegada de octubre trajo consigo los primeros fríos y, con ello, la urgencia por terminar la reconstrucción de las casas destruidas por la guerra.
Serhiy Medvedev es el alcalde de Shestovytsya, cerca de Chernigov, en el norte de Ucrania. Dice que 11 casas de la localidad quedaron totalmente destruidas y más de un centenar fueron dañadas por los combates.
“La administración regional ha ayudado a algunos vecinos con ventanas y material de construcción, pero no hay fondos suficientes para reconstruirlo todo ahora, a pesar de las ayudas de la comunidad internacional.
La mayoría repara lo mejor que puede. El precio de los materiales se ha duplicado, también la gasolina. Algunos piden préstamos en los bancos, pero es demasiado caro. Otros encuentran alojamiento en casas de vecinos, conocidos o familiares, pero algunas personas no saben dónde ir”, explica Medvedev.
Munición rusa entre las casas
La mayor destrucción la sufrió esta villa allí donde los rusos estacionaron su equipo militar, justo entre las casas. El Ejército ucraniano atacó ese convoy el 7 de marzo. Casi todos los edificios de esa calle quedaron destruidos.
“Los rusos llegaron el 28 de febrero, pero nosotros nos quedamos en nuestra casa”, dice Tetyana Letjaha.
Más tarde su familia fue expulsada de su hogar por los invasores, que usaron el lugar para alojarse.
“Queríamos irnos, pero los ocupantes no nos dejaron salir del pueblo. Así que fuimos donde nuestros amigos aquí en Shestovytsya. Cuando nuestra calle ardió en llamas, no estábamos en la casa”, relata.
El 31 de marzo los invasores se retiraron y ella volvió a su casa con su esposo y el hijo de ambos, de cuatro años, pero era imposible vivir ahí: el techo estaba destruido, todas las ventanas dañadas y las paredes habían sido sacudidas por la onda expansiva de las explosiones. La estufa que calentaba la casa estaba hecha añicos y el garaje, su automóvil y el granero se habían incendiado.
Ayuda de organismos internacionales
“Un amigo nos dejó su casa por un año. Vivimos ahí y venimos acá para hacer reparaciones y arreglar el jardín. El ayuntamiento nos ayudó en el verano con nuevas ventanas. Vinieron también representantes de la organización de ayuda francesa Acted. Nos comunicamos con ellos y recibimos ₴26,000 grivnas (unos €700 euros). Nosotros pusimos otra suma y con eso arreglamos el techo”, cuenta Tetyana.
También la organización neerlandesa ZOA ayuda a los vecinos.
“Compramos una caldera y enviamos los recibos a ZOA, que nos reembolsó el dinero. Ahora tenemos que instalarla antes que llegue el invierno”, explica Tetyana.
Cincuenta metros más allá la profesora Julia Brytan repara su casa. Cuando toda la calle se incendió, ella y su madre, que está enferma, se encontraban en el lugar.
“Las explosiones fueron tan fuertes que los radiadores de hierro fundido se hicieron pedazos. Todo quedó completamente destruido. Las paredes quedaron llenas de metrallas”, recuerda.
Su familia recibió ayuda del gobierno local, la organización internacional Medical Corps, World Kitchen, International Relief and Development, el Comité Internacional de la Cruz Roja y ZOA.
“El dinero llegaba en cuotas, dependiendo del trabajo realizado. Por ejemplo, renovamos las ventanas, fotografiamos los recibos y los enviamos. Así podía verse en qué habíamos usado los aportes. Después llegó más para la calefacción y el techo”, explica.
Quemado hasta los cimientos
No todos los vecinos pueden reparar sus casas, porque muchas están totalmente destruidas. Eso le pasó a la familia de Nina Radtschenko. Ella y su marido están jubilados y tenían su casa en Shestovytsya, justo en frente de la casa de Tetyana Letjaha.
Nina dice que estuvieron 15 años construyendo ese hogar para precisamente pasar su vejez allí, pero el 7 de marzo todo quedó destrozado.
“En nuestro caso la destrucción es del 100% una propiedad por un valor de ₴3.5 millones de grivnas (unos €96,000 euros). El ayuntamiento se comprometió a enviarnos un contenedor para pasar el invierno, pero ahora dicen que no hay dinero para eso. Mi marido y yo hemos trabajado toda la vida y ahora nos vemos convertidos casi en mendigos”, se lamenta Nina. Pero no se desespera. Ella trabaja como vendedora en Chernigov y su marido como electricista en Shestovytsya, y pasarán el invierno con sus vecinos, los Letjaha. (dzc/lgc)