Los números que muestran que en 2022 se usó más carbón que nunca
A pesar de los esfuerzos internacionales para reducir el uso de este combustible, que contamina más que ningún otro, la postpandemia y la guerra en Ucrania han llevado a un consumo récord.
Una tonelada de carbón por cada persona en el planeta.
Esa es la inmensa cantidad de este combustible fósil que quemó la humanidad en 2022, una cifra récord con enorme impacto para el medio ambiente, ya que se trata de la fuente de energía más contaminante.
El último reporte sobre uso de carbón de la Agencia Internacional de Energía (AIE), publicado a mediados de diciembre, estima que en el año que está terminando se habrán usado 8.025 millones de toneladas (Mt), la cifra anual más alta de la que se tenga registro.
El récord anterior se había alcanzado en 2013, cuando se usaron 7.997 Mt de carbón.
El principal consumidor de este hidrocarburo, con mucha diferencia, fue el país más poblado del mundo: China, que usó más de la mitad de la producción mundial: 4.250 Mt.
El segundo país del ranking -y el segundo más poblado- fue India, que quedó lejos, con 1.103 Mt. La cifra es más que el doble de lo que consumieron los países de la Unión Europea (UE): 478 Mt.
El consumo de carbón de los europeos fue apenas superior al de los estadounidenses (que usaron 465 Mt), pero Estados Unidos redujo su uso de carbón con respecto a 2021, al contrario de los otros grandes mercados de este combustible fósil.
El informe de la AIE estima que el consumo de carbón alcanzará su techo entre este año y 2023, y que luego se estabilizará hasta 2025, cuando comenzará a decaer.
Esto supone un enorme revés para los esfuerzos para reducir el calentamiento global, ya que la quema de carbón es la principal fuente de dióxido de carbono del mundo, el gas que más contribuye a calentar el planeta.
El uso récord de carbón también significa un fuerte retroceso con respecto a los avances logrados hasta 2020, año en el que se había llegado a una importante merma en el consumo.
Esa caída del 4,4% interanual registrada hace dos años había llevado a muchos a ilusionarse con que esta problemática fuente de energía estaba siendo reemplazada por recursos más limpios.
En la cumbre climática realizada en 2021 en Glasgow, conocida como COP26, 46 países incluso se habían comprometido a reducir su producción de energía a base de carbón, llevando a los negociadores internacionales a afirmar que el mundo estaba cada vez más encaminado a “hacer que el carbón sea historia”.
Sin embargo, el récord alcanzado este año ha echado por tierra las esperanzas que tenían muchos ambientalistas.
Qué pasó
Aunque diversos factores contribuyeron a que aumentara el uso del carbón, las principales causas fueron dos: la postpandemia y la guerra en Ucrania.
El carbón se usa principalmente para generar electricidad, y el rápido y fuerte aumento de la demanda energética en 2021 y 2022, cuando se levantaron las restricciones internacionales impuestas por la pandemia de coronavirus, hizo que aumentara la producción de todos los hidrocarburos.
Pero el impacto más fuerte lo generó la guerra en Ucrania, a comienzos de 2022.
“La invasión rusa de Ucrania a fines de febrero provocó un aumento en los precios del gas, lo que a su vez llevó a los precios del carbón a nuevos récords en marzo y durante el verano”, señala el informe “Carbón 2022” de la AIE.
“Una presión adicional sobre los precios provino de una prima de guerra y una percepción cada vez mayor de un riesgo de escasez de energía física”, apuntó.
Sin libre acceso al gas ruso, muchos países europeos volvieron a usar carbón para potenciar su red eléctrica.
Una producción más baja de energía hidroeléctrica, debido a la sequía, y problemas técnicos en las centrales nucleares francesas, que alimentan el sistema eléctrico europeo, ahondaron la dependencia del carbón.
En este contexto, los tres productores mundiales más grandes de ese hidrocarburo, China, India e Indonesia, llevaron su producción a niveles récord.
No todas son malas noticias
A pesar de revelar que el uso del carbón ha alcanzado niveles récord, la AIE se mostró optimista sobre el futuro.
“El mundo está cerca de alcanzar un pico en el uso de combustibles fósiles, y el carbón será el primero en disminuir, pero aún no hemos llegado a ese punto”, matizó Keisuke Sadamori, director de Mercados Energéticos y Seguridad de la AIE.
“La demanda de carbón es obstinada y probablemente alcanzará un máximo histórico este año, lo que aumentará las emisiones globales”, reconoció.
Sin embargo, agregó que “al mismo tiempo, hay muchas señales de que la crisis actual está acelerando el despliegue de energías renovables, eficiencia energética y bombas de calor, y esto moderará la demanda de carbón en los próximos años”.
El organismo también resaltó que a pesar de los “altos precios y cómodos márgenes para los productores de carbón”, no han aumentado las inversiones en proyectos para exportar este combustible.
“Gobiernos, bancos e inversionistas -así como empresas mineras- continúan mostrando, en general, falta de apetito para invertir en carbón, particularmente en carbón térmico”, indicó el reporte.
“Esto refleja la cautela entre los inversionistas y las empresas mineras sobre las perspectivas a mediano y largo plazo del carbón”, observó, estimando que, para 2025 la demanda europea de carbón disminuirá por debajo de los niveles de 2020.
La otra cara de este fenómeno es que aumentará la inversión en energías renovables, destacó la AIE.
En un reporte separado sobre estas fuentes energéticas limpias estimó que en los próximos cinco años se instalarán unos 2.400 gigawatts de energía renovable, equivalentes a toda la capacidad energética de China, un fuerte aumento con respecto a años anteriores.
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