Latina rompe barreras y demuestra que la carpintería no es solo para hombres
Alicia Jiménez Hernández construye su vida a martillazos luego de reponerse a grandes retos como el de vivir en un vehículo
A sus 53 años, Alicia Jiménez Hernández es una de las pocas y exitosas carpinteras latinas en el sur de California; hoy su vida luce prometedora y más positiva, pero no siempre fue así.
Hace unos años Alicia fue víctima de fraude al querer comprar una casa y eso la obligó a vivir por un tiempo en un vehículo con dos de sus hijas; además de sufrir de depresión crónica que le provocaba pensamientos suicidas.
A pesar de las grandes adversidades, sin mucho apoyo y sin mucho inglés, Alicia no se rendía, especialmente cuando sus hijas le decían que ya estaban cansadas de vivir en la calle.
“Hay que luchar por lo que trajimos al mundo. Ellos no merecen que los hagamos sufrir”, explica la carpintera con sus ojos brillosos.
Fue entonces cuando empezó a tomar cursos en un colegio comunitario donde obtuvo diferentes certificados como de repostería y maestra de pre-kínder. Pero la oportunidad de su vida fue cuando le recomendaron tomar un curso del oficio de carpintería.
Su limitado inglés y el estereotipo de que esa es una industria para hombres, no impidieron que Alicia pidiera una oportunidad. Su empeño y aprovechamiento fueron de tal nivel, que los instructores le pedían su asistencia para que ayudara a otros alumnos.
Luego de varios años de esfuerzo, en el 2022, Alicia finalizó el programa y se graduó como Carpintera Journeyman de Southwest Mountain States Regional Council of Carpenters (SWMSRCC).
Uno de los primeros proyectos del que Alicia fue parte con el equipo de la empresa, fue en la construcción de la extensión de la Línea Morada del Metro.
Una vez más, su trabajo llamó tanto la atención, que Alicia fue reconocida en el libro presentado por Metro Art Deep Connections.
“Ellos apreciaron lo que yo hice, aunque haya sido un granito de arena, pero miraron el esfuerzo que aporté en ese proyecto”, explica Alicia emocionada. “Me siento orgullosa de ser parte de un trabajo tan grande y ver mi foto en el libro de la historia de Metro”.
Alicia subraya que ese tipo de reconocimientos la compensan y la estimulan a seguir luchando, “aprendiendo, trabajando y no rendirse en los momentos más difíciles de la vida”, son algunos de sus consejos.
La carpintera reconoce que su trabajo no es fácil ya que tiene que subir a lugares muy altos o trabajar debajo de la superficie de la ciudad, siempre con su cinturón portaherramientas que pesa casi 60 libras.
El oficio de construcción es un trabajo “diferente para las mujeres, pero no imposible”, explica.
Pionera latina
Alicia cuenta que cuando ella empezó las clases solo eran 3 mujeres, ahora siente mucho orgullo de saber que ya hay más mujeres trabajando como carpinteras.
Oscar Córdova, administrador regional de SWMSRCC, confiesa que el trabajo de carpintero no fue diseñado para la mujer, pero al ser las mujeres más detallistas hacen la diferencia en los proyectos que realizan.
“Los tiempos han cambiado y la hermandad en SWMSC y Local 721 no tiene género”.
Córdova es una de las personas en la industria que motivan a más mujeres a tomar el programa de Carpintería.
“Yo pienso que hay mucha gente como Alicia allá afuera, que necesita tener la oportunidad de que alguien les diga ‘esto es lo que hacemos aquí’”, explicó. “Alicia batalló, pero acabó el programa y estaba muy orgullosa con lo que hizo y con lo que cumplió”.
Madre valiente
El día de la graduación de Alicia en SWMSRCC, Jocelyn González, una de sus hijas menores, estuvo presente.
Alicia considera a Jocelyn como uno de sus grandes apoyos para seguir adelante. Ella es – dice- quien no la deja que se rinda en los momentos más complicados.
Subraya que si tiene que estudiar para la ciudadanía, Jocelyn le ayuda, y si tiene que llenar documentos para el colegio, Jocelyn también está a su lado.
No obstante, la joven hija describe a su madre como la persona más valiente que ha conocido.
“Estoy muy orgullosa de ella”, comenta.
“Mi mama logró un trabajo e hizo algo que únicamente los hombres lo hacen”, siguió. “Básicamente les mostró que las mujeres podían hacer lo mismo”.
Mujer inmigrante
Nacida en Jalostotitlán, Jalisco, México, Alicia emigró a Estados Unidos a los 14 años de edad, junto a su madre y hermana. Recuerda que durante el cruce de la frontera sintió mucho miedo caminar por el cerro y con individuos -coyotes- que parecían estar drogados.
“Fue muy peligroso”, dice Alicia. “Mi mamá siempre estaba al pendiente de nosotras. Me acuerdo que traía un palo y nos decía ‘no se despeguen de mí’”.
Al llegar a Estados Unidos, Alicia se encontró con una vida totalmente diferente a la pobreza que vivía en México. Afortunadamente, la fortaleza que adquirió creciendo en una sociedad llena de retos y carencias, fue la misma que la impulsó a luchar para salir adelante.
Fue por eso que no esperó más y a los 16 años empezó a trabajar, pero a los 18 ya era madre, luego llegaron más pequeños, cinco hijas y dos niños, que hasta le era difícil conseguir casa de renta.
“No me querían con todos mis hijos”, explica. “En ese tiempo tenía cinco hijos y les decía que se escondieran” para que no supieran cuantos vivíamos en el apartamento.
Alicia dice que siempre ha luchado para darles una buena calidad de vida a sus hijos, pero en el 2013 fue víctima de fraude que la orilló a vivir en la calle, algo que nunca se imaginó.
Por un tiempo, vivió con dos de sus hijas en su camioneta Toyota Sequoia, y luego le prestaron una casa móvil abandonada sin agua y sin aire. Solo tenía uso para estar dentro del tráiler.
Alicia recuerda que siempre buscaban estacionamientos cerca de restaurantes para poder usar el baño y cuando la temperatura bajaba o subía, eran los días muy difíciles e inaguantables para ella y sus hijas.
“Yo no quería oír ‘Mamá ya estoy cansada de dormir en la calle’. Más que nada eso me hizo seguir adelante, explica.