Culiacanazo: A cuatro años de que Los Chapitos doblegaron al gobierno mexicano para liberar a Ovidio

El 17 de octubre de 2019 ocurrió el llamado "Culiacanazo", cuando el Cártel de Sinaloa sembró el terror en las calles para evitar el arresto de Ovidio Guzmán

Ovidio Guzmán

"Ya paren todo oiga, ya paren todo, ya me entregué", dijo el hijo del Chapo en el video de su captura fallida en 2019. Crédito: Gobierno de México | Cortesía

Todo México se paralizó el 17 de octubre de 2019 cuando las noticias dijeron que en Culiacán, Sinaloa, el caos estaba presente en las calles y no de manera habitual, las balaceras estaban por doquier, los presos escaparon, la prensa lo calificó como un “jueves negro”, y los rumores comenzaron a circular, se decía que habían capturado a un hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. A la postre, esa serie de eventos violentos se conocieron como “El Culiacanazo” y los motivos se revelaron.

Aquel día fuerzas de seguridad irrumpieron en una casa, allí habitaba Ovidio Guzmán, en cuanto los integrantes del Cártel de Sinaloa supieron lo que ocurría movilizaron a sus sicarios, además entró en acción una facción del grupo criminal, Los Chapitos, comandada por los hijos de “El Chapo”, fue así como decenas de hombres armados -como si fueran a la guerra- salieron a las calles y rompieron la rutina de la gente de Culiacán.

Mientras los trabajadores de oficinas, fábricas y otros sitios disfrutaban de su hora de comida, los padres iban por sus hijos y la gente estaba en las calles por distintas razones, las balas comenzaron a sonar causando pánico entre la población, que si bien lleva años escuchándolas, nunca había visto una situación similar. Los teléfonos comenzaron a sonar, las llamadas advertían de la situación o preguntaban a los seres queridos cómo se encontraban.

Culiacán se convirtió en un campo de guerra en cuestión de minutos, los sicarios despojaron de sus autos a las personas, los incendiaron y con ellos bloquearon 14 puntos de la ciudad, la gente intentaba huir, pero no podía, quedaron atrapadas en el fuego, en el miedo y la desesperación.

De acuerdo con medios mexicanos como el diario El Universal, los sicarios tomaron como rehenes a una veintena de soldados y atacaron edificios donde vivían familiares de militares. Aunque las fuerzas del orden eran los objetivos, la población civil quedó en medio de todo.

La redes sociales estallaron con videos de lo que ocurría, advertían que no salieran a quienes no estaban en las calles, el resto intentaba resguardarse y salvar su vida, se podía ver personas bajar de sus vehículos, agacharse junto a ellos para no ser impactados por las balas.

Después se produjo un motín en la cárcel de Aguaruto, 51 presos se escaparon, purgaban condenas por delitos federales entre los que se incluían homicidios y tráfico de drogas. Así, por más de cuatro horas, Culiacán ardió y las fuerzas del orden fueron amenazadas de modo directo por alrededor de 800 sicarios, fuertemente armados, que repelieron la llegada de apoyo.

La decisión del presidente de México

Los soldados rodearon la casa de Ovidio Guzmán, pero tardaron en entrar, cuando lo hicieron lo llamaron por su nombre y le pidieron que saliera, así lo hizo, entregó su pistola y levantó los brazos, imágenes que le dieron la vuelta al mundo, pero el lugar fue sitiado por sicarios, incluso “El Ratón” pidió que pararan la violencia, pero no ocurrió.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador se enteró de lo que ocurría en Culiacán, él había prometido a las fuerzas del orden que no vivirían situaciones como en el pasado, donde eran asesinados por el crimen organizado, así es que ordenó que liberaran a Ovidio. De esta manera terminó el infierno en la ciudad.

Al día siguiente fue cuestionado sobre su decisión en su conferencia de prensa matutina, “Estamos hablando de casi el inicio de una guerra; no se puede apagar el fuego con el fuego y no se trata de masacres“, explicó, agregando que él mismo ordenó la liberación del capo, pues no quería exponer a la población.

Para muchos esta respuesta mostró la debilidad del sistema ante la adversidad, además dejó ver la coordinación del grupo delictivo, que reaccionó con una rapidez y coordinación asombrosa.

El segundo “Culiacanzo”

También fue un jueves, pero del 5 de enero de 2023, cuando Ovidio Guzmán fue detenido por segunda vez en una casa de la sindicatura de Jesús María, Culiacán, las escenas se repetían, narcobloqueos, robo y quema de vehículos, balaceras, incluso un avión de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) fue tiroteado, el Cártel de Sinaloa y Los Chapitos estaban en acción.

Según reportaron medios locales, las autoridades pidieron a las personas no salir, se suspendieron clases y otras actividades, pues los hechos ocurrieron a primera hora, se quería evitar que se repitiera la situación que se vivió tres años y medio antes.

Pese a que se perdieron vidas de soldados, policías y sicarios, esa vez Ovidio no fue liberado, fue trasladado a la Ciudad de México y después al penal de máxima seguridad de El Altiplano, en el Estado de México. “La principal diferencia entre los dos jueves negros sería la geografía de la actividad criminal, más céntrica en 2019”, reportó el medio El País.

Los dos arrestos de Ovidio Guzmán obedecieron a órdenes de extradición que pesaban en su contra, pese a los amparos que tramitó, ésta se concretó el pasado 15 de septiembre, ahora “El Ratón” está en Estados Unidos esperando a ser juzgado por sus delitos relacionados con el tráfico de drogas.

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