“Nos fuimos de Acapulco para comer y tomar agua”

El huracán Otis pasó de ser una simple tormenta a un monstruo en tiempo récord. Incluso, ahora los científicos pasan apuros para comprender cómo y por qué no lo vieron venir, de acuerdo con la información dada a conocer desde Estados Unidos

Salvador López y su esposa Maribel a pocas horas de llegar a la CDMX

Salvador López y su esposa Maribel a pocas horas de llegar a la CDMX Crédito: Mayeli López. | Cortesía

MÉXICO- A su alrededor pasaban pedazos de casas, árboles con todo y raíces, los postes de la luz y del teléfono, puertas, ventanas, colchones, estufas, muebles… y Salvador López se aferraba al portón. El viento de hasta 250 kilómetros por horas del huracán Otis lo había impactado ahí, “como a una mosca” y le impedía moverse.

Eran las 2:00 de la mañana y salió para cerrar la entrada justo cuando el vórtice atravesaba su casa en la colonia Pie de la Cuesta, del puerto de Acapulco.

“Dios mío, ayúdame; Dios mío, ayúdame”, pensaba en medio de los chiflidos salvajes e imparables que escuchó durante las más de las dos horas agarrado de los bordes del pórtico. Fátima, una de sus hijas, detenía la ventana principal con un colchón y Maribel Aguilar, la madre, vigilaba al nieto pequeño.

El techo de la planta, recién remodelado, salió volando.

Había algo extraordinario en medio de aquel zafarrancho de la naturaleza que notó Salvador López: el mar estaba en calma. Lo supo porque, aunque todo estaba oscuro y apenas se veía lo que pasaba cerca de sus ojos, no había indicios de olas de hasta 30 metros de altura que ha visto en otras ocasiones en más de 30 años viviendo a unos pasos del mar abierto.

“Nunca había pasado algo así, es lo peor que he visto en mi vida”, cuenta el empresario mueblero en entrevista con este diario, apenas unas horas de huir del puerto hacia la Ciudad de México, donde vive Mayeli, otra de sus hijas.

“Si el mar hubiera estado enojado no hubiéramos vivido para contarlo”.

El huracán Otis pasó de ser una simple tormenta a un monstruo en tiempo récord. Incluso, ahora los científicos pasan apuros para comprender cómo y por qué no lo vieron venir, de acuerdo con la información dada a conocer desde Estados Unidos.

Otis arremetió contra la costa mexicana con vientos de 266 kilómetros por hora (165 millas por hora).
Crédito: FRANCISCO ROBLES | AFP / Getty Images

Los modelos computacionales usualmente confiables y los meteorólogos que los emplean no pronosticaron el fortalecimiento explosivo de Otis, dando pie a un escenario de pesadilla en el que una tormenta inesperadamente poderosa llegó a tierra a mitad de la noche.

Al puerto de Acapulco se le informó que debía esperar una tormenta tropical cuya fuerza se encontraba apenas por debajo de la categoría de huracán, pero 24 horas más tarde Otis arremetió contra la costa mexicana con vientos de 266 kilómetros por hora (165 millas por hora), el peor ingreso a tierra de cualquier huracán del Pacífico oriental del que se tenga registro.

En apenas 12 horas, la fuerza de Otis se duplicó con creces —de vientos de 113 km/h (70 mph) a 257 km/h (160 mph), lo que también impuso un nuevo récord— a medida que se aproximaba a la costa. Y se intensificó todavía más antes de azotarla. Por lo general, las tormentas ganan o pierden unos cuantos kilómetros por hora en un periodo 12 horas, aunque hay excepciones como Otis.

“Nunca pensamos en lo terrorífico que podría ser”, reconoce Salvador López. “No había olas gigantes, pero sí el viento de destrucción”.

Los acapulqueños estaban tan confiados de que sería otra tormenta más que incluso algunos de los vecinos pescadores de los López se echaron a alta mar para pescar y hoy están desaparecidos el padre, dos hijos y un amigo.

Con los primeros rayos de sol, la madre de esa familia salió a gritar desesperada, por agua, por comida, porque su choza desapareció y el mar se tragó a los suyos. “¿Qué voy a hacer si no tengo a nadie en ninguna parte?”.

En apenas 12 horas, la fuerza de Otis se duplicó con creces.
Crédito: Oscar Guerrero Ramirez | Getty Images

NADA DE NADA

La rapiña comenzó pronto, apenas los primeros rayos de sol cayeron sobre la desgracia, tal y como lo vieron Salvador y su familia.

La comida comenzó a descomponerse pronto por el calor de más de 40 grados centígrados y la falta de corriente eléctrica, de refrigeradores, para conservarla y lo primero que hicieron los vecinos de Pie de la Cuesta fue salir a buscar para mitigar el hambre.

Quitaron los escombros que les impedían la movilidad y cuando pudieron circular algunos vehículos vieron que las tiendas estaban siendo saqueadas. Pronto faltó todo.

“El agua se acabó y se echó a perder rápido la leche, la carne, las frutas, las verduras…”, recuerda Maribel Aguilar.

Los López no querían dejar su casa ni negocios porque podrían vandalizarlos, llevarse su patrimonio, pero la ayuda humanitaria llegaba a cuentagotas, ellos ni se enteraban cuándo se repartía.

Fátima, la hija, había salido a buscar “algo” cuando vio que en un supermercado aún había gente saliendo con cosas. Entró ella también y así consiguió algunos jugos y leche, pero el hambre apretaba.

Los López tomaron la decisión de desplazarse a la Ciudad de México cuando el esposo de Fátima llegó para su rescate desde la capital y cuando un amigo les regaló un poco de agua para tomar. “Estaba enlodada y la tomamos porque no había más”.

En el camino vieron cerros sin rastro de vida, los árboles arrancados y ni siquiera piedras.

Hasta los momentos las autoridades contabilizan 45 muertos por el huracán Otis.
Crédito: FRANCISCO ROBLES | AFP / Getty Images

Tardaron dos días en llegar a la CDMX. Había siete bloqueos en la autopista del Sol. El fin de semana, las noticias rezaban que el Fondo Nacional para la Prevención de Desastres si tenía un fondo por 14,349 millones de pesos de su presupuesto anual, que no había desaparecido como lo había dicho la oposición a la administración federal.

La información también saltó con otros reportes sobre bloqueos por parte de organizaciones criminales que entorpecen las entradas y salidas del puerto, según el secretario de Turismo, Miguel Torruco.

El funcionario dijo el domingo que ya habían salidos los primeros cargamentos de víveres, del Centro de Acopio de Sectur a la Secretaría de Marina, encargada del traslado a las zonas afectadas por el huracán Otis. 

Señaló que 13 unidades de Ángeles Verdes apoyaron en el traslado de turistas de la zona hotelera al aeropuerto de Acapulco. Se evacuó a aproximadamente 12,500 turistas, de los cuales 98% eran nacionales. 

Pero lo que más les impactó a Los López fue la cifra de 45 muertos: ¡Solamente nosotros conocemos a cuatro que murieron más los desaparecidos!, dijo el padre de la familia desesperado por volver, apenas haya condiciones. “Ahora es el infierno: cuando salíamos ya olía a muerto”.

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