El reto de indocumentados cuando deciden dejar Estados Unidos tras 20 años: la película “Bulls and Saints”
Hay inmigrantes indocumentados que un día deciden volver a su país, pero el anhelo del retorno a su lugar de origen se mezcla con sentimientos ya arraigados en su vida hecha en Estados Unidos, como narra la película "Bulls and Saints", sobre la que habla su director, Rodrigo Dorfman
La película Bull and Saints, que se puede ver en forma gratuita en el sistema de PBS, narra lo que enfrenta una familia de inmigrantes indocumentados que decide volver a México, después de 20 años de vivir en Estados Unidos.
“Será el viaje más difícil de sus vidas”, dice el resumen promocional de la película dirigida por Rodrigo Dorfman y producida por Peter Eversoll.
La película es en español y puede verse en forma gratuita hasta el 17 de diciembre de este año. Su historia narra el viaje físico y emocional de una familia de dejar su pueblo en México y vivir en Carolina del Norte.
“Nosotros venimos por un año y ya tenemos 19 años aquí, es la historia de mucha gente”, dice Tacho, uno de los personajes centrales, junto a su madre, Teresa, originarios de Cherán, Michoacán.
La cinta captura el ambiente del rodeo de Carolina del Norte, pero también viaja a Cherán, para narrar la “historia de amor de migración inversa, rebelión y redención”, dicen sus promotores. La descripción se confirma al ver la cinta.
Una historia que surge poco a poco
Rodrigo Dorfman cuenta que a él no se le ocurrió la “idea”, sino que la historia llegó a él, en un proceso en el que también estuvo involucrado su productor y amigo, Peter.
“Tengo un privilegio, pero yo estoy viendo en estas comunidades que reflejan mi pasado y también lo que siento dentro de mí que es el anhelo, el sentimiento de vivir el limbo, eso no lo saca nadie… entonces entra mi amigo Peter, que es mi productor que trabajaba mucho los campos, trabajando con migrantes, familias migrantes y educación y me dice oye vamos a un jaripeo, yo nunca había ido a uno”, narra Dorfman.
Ahí, continúa el director de origen chileno, se encontró con un universo mexicano, purépecha, combinado con la cultura del jaripeo. Fue a un espectáculo en una plaza para unas 3,000 personas, donde tocaron Los Tigres del Norte.
“He ido a muchos lugares, nunca había estado en un lugar en el cual, me dije a dónde estoy, porque eran todos mexicanos, centroamericanos, todos, todos, todos, tal vez uno, dos gentes que tal vez eran anglos, tal vez quién sabe, todo y en ese momento estamos en México y para mí eso fue un choque y ahí fue donde conocí a Tacho, porque era un wrangler”, expresa.
Los ‘wrangler’ son vaqueros, pero también domadores de toros, el jaripeo, como se le conoce en México.
“Lo conocí por Peter, nos dijimos hola y después él [Tacho] nos invitó a su quinceañera de su hijo Alan y también iba a hacer, por supuesto, un jaripeo y la primera vez que el hijo a los quince años tira la puerta, su entrada al anillo”, contó el director.
De ahí se entabló una relación de años hasta que Dorfman notó que había una historia por contar, un proceso que defiende lejos de “ideas”, enclavado en sentimientos.
“Lo interesante de esto es que cuando yo hago películas no las hago, esto no es una crítica, no las hago a base ideas, las hago a base de sentimientos, de suerte de algo que viene”, compartió. “Pasé siete años con esta película, [soy testigo de] la gran migración latina… yo soy el que ya tiene su maleta y está viendo en una comunidad que me refleja a mí como migrante, pasando que de repente viene y se instala, y entonces esto me da un privilegio increíble de poder ser uno de los primeros cronistas de este evento histórico que sigue todavía desarrollándose”.
El director, quien tiene muy presente la historia de los desaparecidos chilenos durante la dictadura de Augusto Pinochet, se involucró técnicamente en la película, pero también intelectual y emocionalmente.
“Lo primero que me dijo Tacho cuando decidimos, le decimos, ¿querés que hagamos una película? Esto es lo que significa, cuidado, es trabajo y él me dijo: ‘O.K.’”, expresa Dorfman. “Me acuerdo la primera vez que conocí a la madre de Tacho, a Teresa, y cuando la vi la reconocí inmediatamente como parecida a las muchas madres de los desaparecidos en Chile que yo había conocido”.
Ahí fue cuando el director decidió contar dos historias, la de Tacho y su madre, Teresa.
“Entonces ahora tenemos el reto de dos historias al mismo tiempo, ¿vedad?, y casi siempre al cine le gusta ‘one at the time’, una cosa, y es muy difícil existir en dos lugares en 52 minutos, yo tenía originalmente 72. Tuve que cortarlo a 52”.
Una trilogía sobre la familia
Dorfman, quien a los seis años estuvo forzado a ser exiliado, debido a las actividades de su padre, el escritor y activista Ariel Dorfman, comparte que el documental Bulls and Saints es parte de una trilogía que terminó construyéndose conforme se elaboraba la primera parte.
Lo revela luego de preguntarle del significado de una frase sobre título de su documental, toros y santos: “Los toros te tiran al piso, pero los santos te elevan al cielo”.
“Esta frase viene de un jinete que es parte de la segunda parte de nuestra trilogía que se llama el Desobediente, nosotros filmamos varias historias al mismo”, expresó. “Yo lo llamaría trilogía de Toros y Santos, la primera es Toros y Santos, la segunda El Desobediente y la tercera, primeramente, Dios, es Norteños, es cuando Tacho y Cecilia regresan y qué ocurre con Alan”.
Dónde verla
Nombre: Bull and Saints (en español)
PBS: Gratis: haz clic aquí (hasta el 17 de diciembre)
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