Editorial: La bendición del litio debe ser para todos
Negarse a negociar con la comunidad que habita la zona no soluciona nada a largo plazo, porque la ley se deberá cumplir y las preocupaciones locales tendrán que ser tomadas en cuenta, para que la explotación del litio sea una bendición también para los residentes de la zona
California está a la cabeza del país y de muchos países en la lucha contra el cambio climático, al alejarse del uso del petróleo para el transporte y otros usos y en el énfasis dado al desarrollo de una flota de vehículos eléctricos y de la infraestructura necesaria para cargarlos y mantenerlos.
El resultado es que en el estado crece el optimismo en torno a la posibilidad de cumplir con la meta de que todos los vehículos nuevos vendidos en California sean de cero emisiones (ZEV) en 2035.
Los vehículos eléctricos dependen de las baterías de iones de litio convenientes por ser livianas, de alta densidad energética y durables. Pueden recargarse repetida y rápidamente.
En los últimos años ha crecido exponencialmente la demanda del metal litio, de 800,000 toneladas métricas en 2022 a un cálculo de más de un millón este año y 2.5 millones de toneladas métricas en 2030.
Esto es especialmente importante para California porque en diciembre pasado se descubrió en el Mar de Salton, el lago más grande de California, un yacimiento de litio de 18 millones de toneladas, por valor de 540,000 millones de dólares, que podría sustentar más de 375 millones de baterías de vehículos eléctricos
El Mar de Salton, de agua salada y sin salida al mar, se extiende desde el Valle de Coachella hasta el Valle Imperial y tiene 35 millas de largo por 15 de ancho.
Esta reserva supera las que se encuentran en los principales países productores de litio: Argentina, Australia, Chile y China.
Es una opción que entusiasma a los expertos porque podría significar ingresos de miles de millones de dólares y acelerar la electrificación del sector de transporte del país. Además, aceleraría el desarrollo de esta parte de bajos ingresos de California y en el mismo lugar se puede construir una planta geotérmica que producirá inicialmente unos 50 megavatios de energía limpia.
El proyecto de 1,850 millones de dólares cuenta con el apoyo del gobernador Gavin Newsom. Y el asesor de energía limpia del presidente Biden John Podesta y otros dignatarios participaron en la inauguración el 22 de enero.
Sin embargo, hasta el momento el desarrollo de estos yacimientos no ha tomado en cuenta suficientemente los intereses de las comunidades circundantes ni los posibles problemas de salud resultantes. Los encargados deben ejercer cautela para no sacrificar los intereses actuales de la población en aras de la futura revolución de energías limpias.
A mediados de diciembre, el Departamento de Planificación y Servicios de Desarrollo del Condado Imperial aprobó el proyecto de extracción de litio “Hell’s Kitchen” cerca de Calipatria, una localidad de 7,000 habitantes pocas millas al sur del Mar de Salton y a 150 millas al sureste de Los Ángeles. El próximo paso es la aprobación final por parte de la Junta de Supervisores del condado, que se basa parcialmente en el informe de impacto ambiental de la extracción. Este fue desarrollado por Controlled Thermal Resources (CTR), empresa especializada en productos de litio y materiales para baterías y energías renovables, después de una docena de años de ingeniería, permisos y financiación.
También es protagonista la gigantesca empresa automotriz internacional Stellantis, que invirtió 100 millones de dólares en el proyecto en el ahora llamado “Valle del litio”, así como la japonesa Fuji Electric.
Pero según sus oponentes, el informe es parcial, incompleto y en general no responde a las preocupaciones de la comunidad.
Parece contraproducente que los mismos que se beneficiarán con el negocio del litio – el proyecto producirá cinco millones de baterías de automóvil por año – sean quienes contribuyan de manera tan significativa a las decisiones sobre su implementación.
Más aún, los líderes comunitarios tribales de la región consideran que el documento de 200 páginas
se ha elaborado sin su participación, por lo que no incluye adecuadamente sus preocupaciones sobre los riesgos ambientales y de salud pública.
Los líderes comunitarios de la ciudad de Calipatria denuncian que el condado está dejando las “migajas” para los residentes más cercanos a los proyectos.
Ante la falta de antecedentes similares, preocupa a estas comunidades que se contamine su suministro de agua potable, que los desechos tóxicos salgan fuera de control y que la extracción del metal cause una actividad sísmica descontrolada. Entre otros exponentes, dicen, el proyecto traerá más de 4,000 nuevos viajes de camión diarios a la región, con el resultante aumento del polvo, tránsito automotor y ruido, falencias señaladas por entidades como la Comisión de Tierras del Estado y el Distrito de Riego Imperial.
De por sí, el área en cuestión está designada como “Comunidad en desventaja” por estar afectada por múltiples fuentes de contaminación.
Los representantes de los pobladores han solicitado a CTR que se les escuche, tome en cuenta sus preocupaciones y consulte sobre cambios, sin lo cual, afirman, seguirán el camino. De hecho los residentes y grupos de Imperial County ya apelaron los permisos que la mesa de supervisores le había dado a CTR, y los supervisores negaron esa apelación el 24 de enero. Ahora están en tren de la demanda.
Esta confrontación no es inevitable. Negarse a negociar con la comunidad que habita la zona no soluciona nada a largo plazo, porque la ley se deberá cumplir y las preocupaciones locales tendrán que ser tomadas en cuenta, para que la explotación del litio sea una bendición también para los residentes de la zona. Ellos merecen los más altos estándares de protección de la salud ambiental.