El relato de las víctimas de torturas que llevó a la histórica condena de un comisario del régimen Stroessner en Paraguay
La justicia de Paraguay condenó a Eusebio Torres, de 88 años, a la pena máxima de 30 años por crímenes de lesa humanidad durante el gobierno de facto de Alfredo Stroessner.
Por primera vez en la historia, los paraguayos pudieron escuchar una sentencia a la pena máxima a un represor del régimen de facto de Alfredo Stroessner (1954-1989).
El policía retirado Eusebio Torres fue condenado a la pena de 30 años de prisión por torturar a Carlos Ernesto Casco, a su esposa embarazada y a su hermano en la sede del Departamento de Investigaciones de la antigua Policía de Asunción.
Torres, condenado por cometer hechos de tortura en 1976 a un grupo de civiles, se suma a la breve lista de ocho represores del gobierno stronista -siete miembros de la policía y un militar- condenados por la justicia en la década de 1990.
“Esta sentencia es histórica. Después de 30 años, vemos la condena a un alto rango de la dictadura, por primera vez, en un juicio oral y público”, le dice a BBC Mundo Dante Leguizamón, secretario de la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay.
Los abogados defensores de Torres, Federico Hetter y Óscar Torres, habían pedido la prescripción de la causa por tratarse de hechos ocurridos en 1976.
“La Fiscalía tiene la oportunidad de educar a estos campesinos que no entienden de derecho, decirles que su tiempo ha transcurrido para la presentación de una denuncia”, dijo Torres en su declaración ante el Tribunal.
El Tribunal rechazó el argumento por tratarse de delitos de lesa humanidad.
Para Carlos, de 71 años, la sentencia es un alivio después de tanto dolor. “Duele mucho revivir aquellos momentos trágicos, pero había que hacerlo. La sentencia sirve como un bálsamo para las heridas”, le dice Carlos a BBC Mundo.
La detención ilegal y arbitraria fue una práctica usual en el régimen de Stroessner.
En el 91% de las 19.862 detenciones predominó la ilegalidad y 18.772 personas fueron torturadas, según el informe de la Comisión de Verdad y Justicia de 2008.
“Esta sentencia probablemente marque el inicio de una nueva etapa de juzgamientos por crímenes de muchos otros represores que hasta ahora están impunes”, señala Carlos.
El recuerdo del pasado
En aquel tiempo, el mecanismo era sencillo.
El comisario Eusebio Torres interrogaba a los detenidos en una de las salas del Departamento de Investigaciones de la Policía de Asunción, mientras dos agentes los golpeaban con sus bastones de madera por la espalda.
“Ya al entrar al pasillo del Departamento de Investigaciones nos recibieron a golpes de sables”, dice Carlos aludiendo a Luis Ricardo Shmalko, con quien fue detenido.
La dinámica se repetía con cada uno de los detenidos, pero la violencia física no era exclusiva de los subalternos sino también del comisario.
El 3 de abril de 1976, el mismo día que quedó detenido en el puerto de Asunción al llegar desde Argentina, tras terminar sus estudios de medicina en Corrientes, Carlos vio por primera vez a Torres.
Ese día, Torres lo golpeó en un lateral de su cara y en el cuello con un elemento que se encontraba sobre su escritorio, según relata el denunciante.
El objetivo era conseguir de Carlos una autoinculpación por “actividades subversivas”, para luego impulsar un proceso ante la justicia, que también estaba en aquel momento controlada por el poder político y militar que lideraba Stroessner.
“Ellos me dijeron que yo era comunista. Todo aquel que se oponía al régimen era considerado comunista. Y con eso bastaba”, relata.
En ese momento, Carlos participaba en la Agrupación Cultural Guaraní, una organización de estudiantes de medicina que el régimen de Stroessner vinculaba a la guerrilla Organización Político Militar de Paraguay.
“Una vez que te decían comunista, uno ya entraba en la galería inmensa de los subversivos”, cuenta Carlos casi cinco décadas después de los hechos, acompañado de su familia, uno de los pilares fundamentales en su vida, el día siguiente de la condena a Torres.
Carlos estuvo más de dos años detenido. Quedó en libertad el 25 julio de 1978, tras pasar por el penal de Emboscada, un centro de detención y torturas que operó de 1976 a 1979 al que las víctimas llaman “campo de concentración”.
Los testigos que declararon en el juicio coincidieron en que Eusebio Torres era el encargado de tomar las declaraciones en la sede de la policía por su condición de abogado además de agente.
“Torres dirigía los interrogatorios con amenazas de tortura”, según testificó Miguel López Perito, quien dijo haber visto una vez a Carlos Casco siendo torturado por Torres, de acuerdo a la prensa local.
En su defensa, Torres dijo ante la justicia que lo “confundieron con otra persona”.
“Estos señores se presentaron y denunciaron 35 años después. Se habrán modificado tanto, hasta nosotros nos modificamos y ellos me confundieron porque yo no prestaba servicios en esa dependencia en el tiempo en que ellos fueron víctimas”, sostuvo.
El Departamento de Investigaciones “lideró, planificó y ejecutó 82 operativos represivos a lo largo de toda la dictadura”, asegura la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay.
El informe de la Comisión de Verdad y Justicia vincula esta sede de la policía con 62 casos de ejecuciones arbitrarias y desapariciones forzosas.
El penal de Emboscada, donde fue trasladado Carlos después de pasar por Investigaciones, llegó a recibir a unas 1.000 personas detenidas, según el informe de la Comisión de Verdad y Justicia, incluso algunos niños.
Ese es el caso de uno de los hijos de Carlos, que nació en el hospital policial “Rigoberto Caballero” mientras su madre, Teresa Dejesús Aguilera, estaba detenida.
La esposa de Carlos quedó presa el día anterior a la detención de su marido mientras entraba por tierra desde Argentina a la ciudad de Encarnación.
Teresa, que estaba embarazada de cinco meses, pasó ocho meses en el centro de detención en donde, según Carlos, recibió “tratos inhumanos” no solo mientras estaba en la celda sino también en el momento del parto.
“Fue maltratada por la obstetra y por los médicos de guardia por ser una detenida política”, denuncia Carlos.
El juez Juan Francisco Ortiz se refirió este martes al tema diciendo que Teresa Dejesús había sido “torturada psicológicamente por Eusebio Torres”, quien la amenazaba con asesinar a su esposo si no respondía a las preguntas que le hacía durante el interrogatorio.
Debido a la edad de Torres, el policía retirado cumplirá su condena en arresto domiciliario.
Los años de Stroessner
La dictadura de Stroessner fue la más larga de América Latina. Y, a diferencia de otros regímenes militares en la región, el stronista buscó mantenerse en el tiempo.
Duró más de 35 años y dejó un saldo de 336 personas desaparecidas, 20.000 detenidos y más de 18.700 personas torturadas, de acuerdo a los registros del informe de la Comisión Verdad y Justicia de Paraguay.
Pero las personas denunciadas por violaciones a los derechos humanos que enfrentaron procesos judiciales en el país son, con Eusebio Torres, solo nueve.
El Departamento de Investigaciones es conocido en Paraguay como uno de los principales centros operativos de la dictadura stronista.
“Allí torturaron al 30,6% del total de las víctimas de tortura durante el régimen”, dice la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay.
La denuncia contra Torres fue presentada ante la fiscalía de derechos humanos en 2011, pero el juicio no se reactivó hasta el 30 de enero de este año, cuando la fiscal Sonia Sanguinés decidió recuperar el caso.
“Torres nunca antes había sido investigado. Recién hace 10 años se le abre una causa. Antes de eso, él se paseaba libremente por Asunción. Incluso, llegó a ser condecorado por el gobierno de Horacio Cartes”, le dice a BBC Mundo el secretario de la Coordinadora.
Durante el juicio, no solo Carlos sino 20 víctimas narraron las experiencias de tortura sufridas a manos del entonces comisario Torres.
“Con un látigo trenzado de cuero, comienza a castigarme, así con rabia, con mucha rabia y en uno de esos latigazos se va a mi ojo y me revienta el cristalino“, testificó Carlos Arestivo, quien ahora lleva un ojo de cristal.
Desde los organismos de derechos humanos consideran que esta condena representa el castigo más importante impartido por un órgano de justicia a este tipo de crímenes en el país en los últimos 30 años.
Alfredo Stroessner murió en 2006 en Brasil, con 93 años, sin haber pasado por ningún tribunal de justicia.
La condena como alivio
La semana previa a la sentencia, y como parte del proceso judicial, las víctimas debieron recorrer las pequeñas habitaciones y pasillos del antiguo Departamento de Investigaciones -ahora convertido en el despacho de Derechos Humanos de la Policía- donde estuvieron detenidas.
La reconstrucción de los espacios por los que Carlos había estado 48 años antes, necesaria para probar los hechos de torturas atribuidos a Eusebio Torres, no le resultó sencilla.
“Volver al lugar fue revictimizarnos, pero era necesario hacerlo, sobre todo por lo que alcanzamos en el juicio”, dice mientras carraspea la voz para evitar el llanto.
Durante la reconstrucción, Carlos estuvo acompañado por su hermano Luis, quien también declaró al haber pasado por el antiguo Departamento de Investigaciones.
“La sentencia rompió todo el esquema previsto. Nosotros no esperábamos más de 15 años de sentencia condenatoria. Nos alegramos mucho al escuchar que a Eusebio Torres se le aplicaba la pena máxima de 30 años”, dice Carlos.
Para Carlos, la condena del martes rompe la impunidad en Paraguay.
El trabajo de la fiscal Sonia Sanguinés, así como del tribunal integrado por los jueces Juan Francisco Ortiz, Rossana Maldonado y Manuel Aguirre, es valorado por las víctimas en su búsqueda de justicia.
“Todos los intentos de enjuiciar al monstruo [Alfredo Stroessner] que parió nuestra nación fueron sencillamente impedidos. Pero la sentencia de este martes ha logrado romper la impunidad en nuestro país”, sostiene Carlos.
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