Una proteína en el sudor humano puede proteger contra la enfermedad de Lyme
Un estudio revela que una proteína presente en el sudor humano, llamada SCGB1D2, podría proteger contra la enfermedad de Lyme (transmitidas por garrapatas) al inhibir el crecimiento de la bacteria Borrelia burgdorferi
La enfermedad de Lyme, una infección bacteriana transmitida por garrapatas, ha afectado a casi medio millón de personas en Estados Unidos anualmente, generando preocupación debido a la persistencia de síntomas en algunos pacientes incluso después del tratamiento con antibióticos.
Sin embargo, un estudio colaborativo entre investigadores del MIT y la Universidad de Helsinki ha revelado un hallazgo innovador que podría cambiar el panorama de esta enfermedad.
Según el estudio publicado hoy en Nature Communications, el sudor humano contiene una proteína potencialmente protectora contra la enfermedad de Lyme. Los investigadores descubrieron que alrededor de un tercio de la población porta una variante genética de esta proteína, asociada con la enfermedad de Lyme en estudios de asociación de todo el genoma.
La investigación, liderada por Michal Caspi Tal del MIT y Hanna Ollila de la Universidad de Helsinki, revela una conexión sorprendente entre una proteína secretoglobina llamada SCGB1D2 y la capacidad de inhibir el crecimiento de la bacteria Borrelia burgdorferi, causante de la enfermedad de Lyme.
Aunque los mecanismos exactos aún no se comprenden completamente, el equipo de investigación planea aprovechar estas propiedades para desarrollar cremas para la piel que podrían prevenir la enfermedad o tratar infecciones resistentes a los antibióticos.
“Esta proteína puede proporcionar cierta protección contra la enfermedad de Lyme, y creemos que hay implicaciones reales aquí para una acción preventiva y posiblemente terapéutica basada en esta proteína”, afirma Caspi Tal.
Enfermedad transmitida por garrapatas
La enfermedad de Lyme, transmitida principalmente por garrapatas transportadas por roedores y ciervos, presenta síntomas como fiebre, dolor de cabeza, fatiga y una erupción característica en forma de ojo de buey. Aunque la mayoría de los pacientes responden bien al tratamiento con antibióticos, un porcentaje pequeño experimenta síntomas crónicos que pueden durar meses o años.
El estudio inicialmente buscaba marcadores genéticos de susceptibilidad a la enfermedad de Lyme a través de un estudio de asociación de todo el genoma en una gran muestra de la población finlandesa. Los resultados revelaron la presencia significativa de la proteína SCGB1D2, producida principalmente por las glándulas sudoríparas.
Para comprender mejor el papel de SCGB1D2, los investigadores realizaron experimentos que demostraron cómo esta proteína inhibe el crecimiento de Borrelia burgdorferi. Descubrieron que la variante genética asociada con la enfermedad de Lyme presentaba una menor eficacia en la supresión del crecimiento bacteriano.
Además, la investigación reveló que la aplicación de la proteína en la piel de ratones, que naturalmente no producen SCGB1D2, pudo prevenir la infección por Borrelia burgdorferi en modelos animales.
“Este hallazgo abre la puerta a un enfoque completamente nuevo para prevenir la enfermedad de Lyme en primer lugar, y será interesante ver si también podría ser útil para prevenir otros tipos de infecciones de la piel”, destaca Kara Spiller, profesora de medicina biomédica en la Universidad de Drexel.
Los investigadores enfatizan que aunque la presencia de la variante protectora de SCGB1D2 puede reducir el riesgo de contraer la enfermedad de Lyme, no garantiza inmunidad total. Sin embargo, este descubrimiento ofrece una nueva dirección prometedora en la lucha contra esta enfermedad, y plantea preguntas intrigantes sobre el papel de otras proteínas secretoglobinas en la respuesta inmunitaria del cuerpo humano.
“Este hallazgo no solo proporciona una posible solución para prevenir la enfermedad de Lyme, sino que también abre una ventana a un nuevo campo de investigación sobre las secretoglobinas y su potencial antimicrobiano”, concluye Caspi Tal.
A medida que los científicos continúan investigando los mecanismos precisos y explorando las aplicaciones terapéuticas de esta proteína, se vislumbra un futuro esperanzador en la prevención y el tratamiento de la enfermedad de Lyme.
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