A “mañanerazos” pelean la izquierda y la derecha latinoamericana

La conferencia de prensa que todos los días sirve de megáfono al presidente Andrés Manuel López Obrador cuenta con un silbato intermitentemente que llama a discutir las diferencias ideológicas que atormentan al continente desde hace décadas

A “mañanerazos” pelean la izquierda y la derecha latinoamericana

En la más reciente chamusquina, los protagonistas son los mandatarios de México y Argentina y sus respectivas huestes. Crédito: Marco Ugarte | AP

MÉXICO- Latinoamérica agudizó en los últimos días sus históricas diferencias de dos bandos, rudos y técnicos, derecha e izquierda, y se enfrascó en una pelea metafórica de trancazos y zancadillas con descalificativos e insultos cuyo escenario es un símil del patio de recreo: La Mañanera.

La conferencia de prensa que todos los días sirve de megáfono al presidente Andrés Manuel López Obrador cuenta con un silbato intermitentemente que llama a discutir las diferencias ideológicas que atormentan al continente desde hace décadas.

Neoliberalismo o proteccionismo; nacionalismo o apertura comercial; subsidios o estímulos para fundar empresas; individualismo o comunidad.

En la más reciente chamusquina, los protagonistas son los mandatarios de México y Argentina y sus respectivas huestes.

Hace días, López Obrador calificó a Javier Milei, el presidente argentino, de “facho (facista) conservador” después de que éste lo llamó “ignorante”.

Lejos quedaron los tiempos en que López Obrador llegó peinado y bien portado al salón del Palacio Nacional repitiendo las enseñanzas de su maestro Benito Juárez, el único presidente indígena que ha tenido el país: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

En noviembre pasado, periodistas argentinos llegaron en bolita provocadora a La Mañanera y preguntaron al mexicano su opinión sobre la victoria de Milei, un político calificado en su país como ultraconservador de derecha y neoliberal.

Andrés Manuel López Obrador y Javier Milei
López Obrador calificó a Javier Milei, el presidente argentino, de “facho (facista) conservador”.
Crédito: Marco Ugarte | AP

Detrás de la mecha había una historia que se remite a las elecciones presidenciales de Colombia en 2022, cuando Milei le sacó la lengua a AMLO y lo acusó de “patético, lamentable, repugnante” por apoyar al camarada izquierdista Gustavo Petro.

Un año después, López Obrador vio en la pregunta sobre el triunfo de Milei de finales del año pasado su oportunidad de venganza como plato frío y envió un mensaje de conmiseración y alerta a los “más pobres y humillados del pueblo argentino” para que “no esperan justicia social en la derecha y el conservadurismo”.

La porra antimilei estalló en Buenos Aires con sendos vítores por la intromisión mientras la otra corriente —a la que el mandatario mexicano se refirió como oligarquía sudamericana que no tiene llenadera para saquear y robar— respondió con abucheos en retahíla de declaraciones.

Después de este encontronazo, vino la entrevista de Milei con el periodista de CNN Andres Oppenhaimer en la que éste preguntó sobre las diferencias con el mexicano del pasado 31 de marzo a la cual el argentino llegó con el uniforme ideológico y ánimo de bronca:

Además de llamar ignorante a AMLO, metió a la bulla al colombiano Petro a quien llamó “asesino, terrorista y comunista” y ni el papa Francisco, quien dormía becado en El Vaticano, se escapó de la reyerta pues su paisano lo llamó “comunista” y “’representante del maligno en la tierra”.

Tras el desahogo, Milei regresó a su casa, pero el patio latinoamericano quedó incendiado: jubiloso en un bando, iracundo en el otro.

En un mensaje en la red social X, López Obrador respondió que “no comprendía cómo los argentinos, siendo tan inteligentes, votaron por alguien que no está “exacto”, que desprecia al “pueblo” y que ataca al mejor papa que él hubiera conocido.

El mexicano tomó de la mano virtual a su aliado Petro y, entre mensaje y mensaje, se presentaron ante los espectadores como los buenos a favor de la “unidad latinoamericana”.

Para el 1 de abril, tras el Domingo de Resurrección (tiempo de reflexión), el presidente mexicano se levantó temprano, se peinó y en el patio de La Mañanera perdonó a Milei en un discurso indirecto en el que dejó entrever que no es culpa del alumno, sino del maestro.

Acusó a Andrés Oppenhaimer, radicado en Estados Unidos en su función de couch, profesor instructor de la derecha, de “acorralar” a Milei para que éste embistiera en contra del indómito de la clase, o sea, él.

“Oppenhaimer lo entrampó (a Milei) porque iba con ese propósito”, dijo el presidente mexicano. “Es que con ese periodista de Miami tiene 20 años o más que no coincidimos (en ideologías), entonces, hay antipatía recíproca”, dijo el presidente después de garantizar que las relaciones México-Argentina continúan en buenas migas a pesar de la camorra con su líder.

Andrés Manuel López Obrador y Javier Milei
Milei le sacó la lengua a AMLO y lo acusó de “patético, lamentable, repugnante” por apoyar al camarada izquierdista Gustavo Petro.
Crédito: Natacha Pisarenko | AP

TÚ LAS TRAES

Lejos del vallado ideológico, analistas políticos observan que si bien tanto Milei como AMLO puede estar en empaques ideológicos distintos, igual que otros líderes de la escuela latinoamericana tienen el mismo problema en el patio:

“Son esclavos del poder popular”, observa Fausto Pretelín, analista político egresado del Departamento de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Esa dependencia de la cachiporra hace que las cuadrillas de derecha y la izquierda se centren más en las diferencias que en los puntos en común que serían, entre otros, sacar las mejores notas e inspirar a sus seguidores; en cambio, se vuelven bullys los unos de los otros.

En febrero del año pasado, el gobierno de la presidenta peruana Dina Boluarte, retiró a su embajador en México después de declaraciones de su homólogo.

AMLO dijo en La Mañanera que con la remoción del expresidente peruano Pedro Castillo “se pisoteó la democracia y se cometió una gran injusticia al destituirlo y encarcelarlo y luego establecer de facto un gobierno autoritario, represor”.

En 2019 también sorprendió a la oposición boliviana el apoyo a Evo Morales, quien había dado indicios de querer perpetuarse en el poder y fue destituido; desde el patio del Palacio Nacional, el mexicano le abrió las puertas.

“Me salvó la vida”, declaró recientemente Morales al referirse a López Obrador como el “amauta” (el sabio latinoamericano).

Críticos a figuras autoritarias o promotores de la reelección también han llevado al ring de La Mañanera reproches sobre el apoyo económico que da a algunos gobiernos “para sus tortas” mientras en México se pasa hambre o se tiene que reducir el presupuesto para los niños con cáncer.

Entre esos apoyos: $200 millones de dólares en petróleo a Cuba; $2,805 millones a El Salvador, Honduras, Guatemala y Belice a través de los programas Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida o la ayuda a la dictadura de Nicolás Maduro, al regalar unos 110 dólares a cada migrante venezolano para que regresen a su país y lleguen con dinero allá.

El presidente ha defendido sus posiciones con discursos sobre la generosidad que deben tener los países “hermanos” para apoyarse entre sí. Esto significa, en el sentido figurativo de la escuela latinoamericana, que todos coman en el recreo, aunque de vez en cuando se armen las trifulcas en el patio.

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