El peso de la deuda estudiantil ahoga a las comunidades de color
Hoy en día, más de 45 millones de personas deben casi $1.7 millones; después de las hipotecas constituye el crédito al consumidor más grande en EE UU
Cada 26 segundos, un deudor de préstamos estudiantiles incumple en pagar, muchos de ellos son de las comunidades de color: como resultado, no es sólo que las personas puedan pasar toda su vida profundamente endeudadas, a veces hasta la vejez, sino que se genera una mayor desigualdad económica, de género y racial en nuestra sociedad.
Durante la videoconferencia: condonación de la deuda estudiantil: Lo bueno, lo malo y lo feo, organizada por Ethnic Media Services, un panel de expertos explicó qué programas de perdón todavía están vigentes, cuáles han sido detenidos o amenazados, y las vías futuras para el acceso y la equidad de la universidad.
En los últimos años, la administración Biden ha tratado de facilitar y ampliar los programas de condonación de deuda estudiantil lanzados bajo la administración Obama, logrando cierto éxito en el proceso, pero ha enfrentado continuamente desafíos legales por parte de estados republicanos que han detenido un extenso programa presentado en 2021; y amenazan con hacer lo mismo con uno lanzado el año pasado.
Mientras tanto, los deudores todavía tienen opciones si son de bajos ingresos, han pagado durante una década o dos; o trabajado en puestos de servicio público, pero el panorama de préstamos es complejo y está plagado de regulaciones laxas y malos actores.
Adam Minsky, abogado especializado en deudas estudiantiles, dijo que a pesar del revés que le dio a la administración Biden, la decisión de la Corte Suprema, lograron aprobar más de $153 mil millones en condonaciones de préstamos estudiantiles para alrededor de 4.3 millones de deudores.
“Uno de las iniciativas más importantes es un programa llamado Ajuste de Cuenta IDR. Se trata de una exención temporal que esencialmente permite otorgar créditos a los prestatarios con plazos de condonación de préstamos de 20 o 25 años según planes de pago basados en los ingresos”.
Dijo que si no pagan los préstamos en su totalidad al final de 20 o 25 años, se les entregará el saldo restante.
Sin embargo, enfatizó que esos programas han estado atrapados en problemas incluyendo servicios deficientes, falta de supervisión, mantenimiento inadecuado de registros, lo que realmente dificultó que muchas personas accedieran a estos programas, y, en última instancia, obtuvieran el alivio que necesitaban.
Hizo ver que la administración también implementó nuevas regulaciones que entraron en vigor en julio pasado, que hacen una serie de cosas para mejorar el Publico Service Loan Forgiveness (PSLF), incluyendo brindar más flexibilidad en los períodos de pago, aplazamientos y tolerancia, y elimina algunos obstáculos.
“Entonces, el resultado es que el PSLF ha pasado de algo así como 7,000 aprobaciones totales en 2020 a cerca de 900,000 aprobaciones hasta el mes pasado”.
El impacto en las comunidades de color
Michele Shepard Zampini, directora de acceso a la universidad del Institute for College Access & Success, dijo que el impacto de las muchas acciones que el gobierno federal ha tomado para atender la crisis de la deuda estudiantil, ha sido confusión entre los deudores acerca de si recibirán el perdón, quién es elegible y cuáles son las consecuencias del no pago o no poder pagar mes con mes.
Pero además dijo que hay confusión sobre qué les depara el destino en especial en un año electoral, dependiendo de si la administración cambia en noviembre.
“Lo que hemos visto en muchas conversaciones y encuestas es que cuando los deudores salieron de la pausa pandémica de pagos a partir de marzo de 2020, hasta el otoño pasado, no estaban obligados a realizar ningún pago de sus préstamos federales”.
Por lo tanto, dijo que no se acumularon intereses sobre los préstamos y los pagos no vencieron para decenas de millones de estudiantes.
Así que por primera vez en años y décadas, comentó que pudieron tener un respiro financiero junto al esfuerzo de cancelación de la deuda estudiantil por parte de la administración anulado por la Corte Suprema.
Añadió que las diferentes versiones que han recibido en relación a que recibirán un perdón son muy confusas.
“Mientras la administración trabaja dentro de los límites de su autoridad, es difícil entender dónde los deja todo esto a los deudores estudiantiles. Y además la creación del nuevo plan de pago, que se llama Plan Seguro (Safe Plan), ha pasado desapercibido. El plan seguro no es una propuesta de condonación de préstamos estudiantiles. Es una manera para que puedan pagar sus préstamos y mantenerlos al día de una manera más accesible”.
Señaló que en especial las familias de color son las que más están batallando, y llevan la carga de la deuda estudiantil.
“Esencialmente, hemos visto que el costo de asistir a la universidad se ha desplazado cada vez más en las últimas décadas de ser una responsabilidad pública a una responsabilidad individual, privada del estudiante y su familia. Y así, más del 75% de los estudiantes asisten a universidades públicas en este país, y más del 80% son estudiantes de color”.
Añadió que solía ser que la proporción del costo de la universidad, se cubría mucho más a través de fondos públicos, estatales y federales como el programa Pell Grant. Eso ha cambiado por muchas razones diferentes. Algunas de ellas son decisiones políticas intencionales, otras fuerzas económicas más amplias en juego”.
El peso de la deuda
Virginia Brown de 72 años, dijo que a pesar de ser médico en Venezuela cuando se mudó a Estados Unidos en 1990, no pudo encontrar un empleo, pero en su segundo año, decidió ir a la escuela y hacer una carrera como consejera en salud mental.
“Decidí tomar un préstamo estudiantil en un colegio privado, Rollins College en Orlando, aún cuando me dijeron que era una locura porque no se gana mucho dinero en el servicio social y en las organizaciones no lucrativas”.
Dijo que le tomó 12 años pagar el préstamo antes de obtener un perdón en el año 2021, un proceso que inició en el 2020.
“Me puso muy emocional cuando me dijeron que mi préstamo estudiantil había sido perdonado. No podía creerlo. Hasta le mandé el correo electrónico a mi hijo, para preguntarle si no estaba soñando”.
Reconoció que lo que más le dolió fue que quería irse de Florida y debido al préstamo estudiantil, no podía.
“Lo más duro fue que estaba atrapada con un préstamo estudiantil y tenía que trabajar con una organización sin fines de lucro y no podía hacerlo en otra cosa. Así que no podía jubilarme ni trasladarme a otro estado hasta que me perdonaran el préstamo estudiantil. No podía decidir mi futuro”.