Jesús Molina, enamorado del jazz
El artista colombiano promueve su primer álbum instrumental llamado "Selah"
La responsable de que Jesús Molina haya elegido la música como su proyecto de vida fue su abuela. Ella le regaló al artista un pequeño piano cuando este tenía apenas 4 años de edad.
Luego, cuando sus padres notaron que el niño tenía un gran talento por la música, lo llevaron a estudiar a una iglesia, donde aprendió música gospel. Después, cuando tenía 15 años, encontró al “amor” de su vida.
“Fue cuando me enamoré del jazz perdidamente”, dijo el artista, que el día de la entrevista se encontraba en su natal Colombia tomando unas vacaciones. “Me encontré 10 mil videos en youtube y ahí empecé a estudiar porque me retó, y como me retó, me enamoré de esa música”.
El gran cambio en su vida llegó cuando recibió una beca de la Fundación Cultural del Latin Grammy para estudiar música en el Berklee College of Music, en Boston. Dejó su ciudad natal, Sincelejo en el caribe colombiano en 2016 —cuando apenas tenía 19 años—, y partió a un país del que ni siquiera conocía la lengua.
Ahora, con la gran cantidad de relaciones que le dejó su paso por Berklee, Jesús grabó “Selah”, que significa “alabanza” o “elevar”. Se trata de un álbum instrumental de diez temas en el que colaboraron personalidades del jazz como el bajista Guy Bernfeld y el baterista Cain Daniel.
En la flauta participa Hubert Laws, mientras que Noel Schajris, miembro de Sin Bandera, aporta voces a capella a “la soñadora y esperanzadora “Soul Journey”; el violín lo interpreta Lucia Micarelli.
“El disco es una carta de amor a la música”, dijo el artista. “Estas canciones han sido el resultado de la trayectoria de varios años compilando melodías, arreglos, y sobre todo, nuevas canciones que se me iban viniendo”.
Lo que le apasiona a Jesús del jazz es la libertad que tienen sus ejecutantes para crear. Es como aprender otro idioma, solo que en el jazz nunca dejas de aprenderlo, comparó el artista.
“Para el lenguaje del jazz, hay que oír mucha música, empaparse porque no es fácil”, dijo. “Yo me enamoré del idioma, de la cultura y del estilo de vida, porque eso es, porque el jazz se mantiene firme en la libertad, crea todo el tiempo, que nada suene igual; es traer la creatividad hacia afuera”.