Microplasticos se están infiltrando en el tejido cerebral humano
Microplásticos, presentes en órganos humanos, se acumulan en el cerebro a un ritmo. Investigadores piden acción global ante sus posibles riesgos para la salud
En un descubrimiento que subraya la creciente amenaza de la contaminación plástica, un equipo de investigadores ha revelado que los microplásticos están infiltrándose en órganos humanos críticos, incluidos los cerebros.
Los estudios más recientes indican que estos fragmentos diminutos, definidos como partículas de plástico de menos de 5 mm de diámetro, están presentes en casi todos los tejidos humanos analizados, con una concentración particularmente en el cerebro.
En un estudio reciente, se recolectaron 24 muestras de cerebro a principios de 2024, mostrando que estos contenían en promedio un 0,5 % de plástico en peso. Esta cifra sugiere que el cerebro un órgano crucial para la vida humana, está siendo cada vez más contaminado por estas partículas.
El autor principal del estudio, Matthew Campen, toxicólogo y profesor de ciencias farmacéuticas en la Universidad de Nuevo México, expresó su sorpresa al descubrir que los cerebros humanos podrían contener tanto plástico. “Es bastante alarmante”, afirmó Campen. “Hay mucho más plástico en nuestros cerebros de lo que jamás hubiera imaginado o aceptado”.
Los microplásticos se han identificado previamente en una amplia gama de órganos humanos, incluidos los pulmones, hígados, riñones y placentas. Sin embargo, el hallazgo en el cerebro ha intensificado las preocupaciones debido al papel crucial que este órgano desempeña en la regulación de todas las funciones corporales.
Además, estudios adicionales han demostrado que las barreras protectoras del cerebro, como la barrera hematoencefálica, pueden no ser tan eficaces como se pensaba previamente para detener la entrada de microplásticos, según Bethanie Carney Almroth, ecotoxicóloga de la Universidad de Gotemburgo en Suecia.
Aumenta la cantidad de microplásticos hallada en humanos
El estudio dirigido por Campen también reveló una inquietante correlación entre la cantidad de microplásticos en los cerebros y el tiempo. Las muestras de 2024 contenían aproximadamente un 50 % más de microplásticos que las muestras recolectadas en 2016, lo que sugiere que la concentración de estas partículas está aumentando a medida que la contaminación plástica en el medio ambiente también se intensifica.
Este aumento plantea serias preguntas sobre el impacto a largo plazo de la exposición continua a los microplásticos en la salud humana.
El impacto en la salud de los microplásticos aún no se comprende completamente, pero la investigación emergente sugiere posibles vínculos con diversas afecciones. Estudios en animales han mostrado que la exposición a microplásticos podría estar asociada con problemas de fertilidad, cánceres, alteraciones en el sistema endocrino y daños al sistema inmunológico.
En humanos, los estudios recientes han comenzado a explorar la posibilidad de que estas partículas puedan inducir estrés oxidativo, inflamación y enfermedades cardiovasculares.
Uno de los hallazgos más perturbadores del estudio es que los cerebros de personas que habían muerto de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, contenían hasta 10 veces más microplásticos en comparación con cerebros sanos. Esto sugiere una posible conexión entre la acumulación de microplásticos y las enfermedades neurodegenerativas, aunque se necesita más investigación para confirmar este vínculo.
A pesar de la creciente evidencia de los riesgos potenciales, no existen actualmente estándares gubernamentales en los Estados Unidos para la presencia de partículas de plástico en alimentos o agua. La Agencia de Protección Ambiental está trabajando en la creación de pautas para medir y cuantificar estas partículas, pero el progreso ha sido lento.
Mientras tanto, los investigadores, como Sedat Gündoğdu de la Universidad de Cukurova en Turquía, piden que se declare una emergencia global para abordar la contaminación plástica de manera más efectiva.
Los microplásticos, una vez liberados en el medio ambiente, parecen infiltrarse en cada rincón del planeta, desde las profundidades del océano hasta los órganos más internos del cuerpo humano. Con la evidencia acumulada, la necesidad de acción es más urgente que nunca.
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