Cómo Turquía ha aumentado su presencia comercial y diplomática en América Latina
El comercio bilateral se multiplicó por 14 desde la llegada al poder del líder turco Recep Tayyip Erdoğan y las representaciones diplomáticas turcas.
El Salvador anunció recientemente un ambicioso plan para convertirse en un centro logístico de mercancías en Centroamérica, con una inversión de más de US$1.600 millones para modernizar dos puertos sobre el Pacífico.
Según el presidente Nayib Bukele, se trata de “la inversión privada más grande que se haya hecho en El Salvador”.
A contramano de lo que viene ocurriendo en la región, el proyecto no será financiado por China, que ya opera unos 40 puertos en América Latina y el Caribe, sino por un país más inesperado: Turquía.
Será la empresa turca Yilport, parte del grupo Yildirim Holding, la que realizará la inversión en los puertos de Acajutla y La Unión para operarlos durante los próximos 50 años.
En realidad, el acuerdo no debería resultar sorpresivo. El vínculo entre Turquía y América Latina ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, desde la llegada al poder del líder turco Recep Tayyip Erdoğan.
Ambas regiones comparten mucho más que un talento para producir telenovelas.
El comercio bilateral se multiplicó por 14, pasando de US$950 millones en 2002 a US$13.900 millones en 2023, según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía.
Y hoy el intercambio sigue creciendo: las cifras oficiales muestran que el volumen registró un aumento del 29,8% interanual en junio de 2024.
El 62% de ese intercambio son importaciones que llegan a Turquía desde la región, según el Instituto de Estadística Turco (TUIK). El restante 38% son exportaciones turcas.
“Turquía tiene un déficit comercial de US$3.360 millones con América Latina y el Caribe”, señala a la BBC Serpil Ata, directora del Consejo Empresarial Turquía-América Latina y el Caribe de la Junta de Relaciones Económicas Exteriores turca (DEIK).
“Brasil representa US$3.300 millones de este déficit, seguido de Colombia con US$632,4 millones y Argentina con US$566,4 millones. El país con el que Turquía tiene el mayor superávit exportador es Panamá con US$367,5 millones”, detalla la funcionaria turca.
Empresas turcas
La creciente presencia comercial turca en América Latina y el Caribe también puede verse en el número de empresas de ese país que hoy operan allí.
Hasta casi cerrando el siglo XX no había compañías turcas en esta región.
Recién a finales de la década 1990 desembarcó la primera, Kordsa -una fabricante de caucho, cuerdas y nylon- subsidiaria de Sabanci Holding, que instaló una planta productora en Buenos Aires, Argentina.
Hoy hay más de 20 empresas turcas en esta zona, principalmente en los sectores automotriz, minero y de transporte, según un informe de 2023 del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de la Plata, en Argentina.
Yildirim Holding, que empezará a operar en El Salvador a través de su subsidiaria Yilport, es “el mayor inversor turco en la región”, informa Ata.
“Entre sus inversiones destacan Puerto Bolívar, en Ecuador; Puerto Quetzal, en Guatemala, y Yilport Paita, en Perú. A estos les siguen Venezuela y El Salvador”, detalla la funcionaria turca, quien dice que el plan en este último país es “triplicar la capacidad del mayor puerto del país, Acajutla”.
Yildrim también tiene un megaproyecto carbonífero en Colombia.
En tanto otra empresa turca, Global Ports Holding, opera cinco puertos en el Caribe.
El productor de avellanas Balsu Gida anunció en enero la construcción de una planta en Maule, Chile, y el gigante proveedor de energía flotante Karpowership firmó en mayo pasado un acuerdo de colaboración con la petrolera estatal brasileña Petrobras.
Kordsa, que dejó de operar en Argentina en 2014, sigue en Brasil, donde ha sido premiado como uno de los mejores empleadores del país.
Ata señala que “un factor importante para profundizar el acercamiento” entre Turquía y América Latina ha sido la presencia de la aerolínea de bandera, Turkish Airlines, que hoy ofrece vuelos directos a México, Brasil, Cuba, Colombia, Panamá y Venezuela, “y tiene previsto lanzar un vuelo directo a Chile en diciembre de 2024″.
Aunque la mayoría de las inversiones turcas son privadas, también hay presencia de empresas estatales en la región.
En abril, la mayor compañía de defensa, electrónica y comunicaciones de Turquía, Aselsan, inauguró en Santiago de Chile su primera oficina en América Latina.
Mientras tanto, las empresas públicas Turkish Aerospace Industries (TAI) e INVAP, de Argentina, colaboran en el ámbito de la tecnología espacial desde 2020, desarrollando una nueva serie de satélites a través del joint venture GSATCOM Space Technologies.
Relaciones internacionales
Ata cuenta que los negocios entre ambas partes se han visto fortalecidos por una creciente “diplomacia comercial”: la Junta de Relaciones Económicas Exteriores turca (DEIK) tiene 11 consejos empresariales nacionales y uno regional en América Latina.
Pero no solo las relaciones comerciales han crecido. También ha aumentado mucho la presencia diplomática de Turquía en Centroamérica, Sudamérica y los países del Caribe.
Mientras que a comienzos de siglo Ankara tenía seis misiones diplomáticas en la región, ese número se ha triplicado.
Además de embajadas en 18 capitales, en Brasil el país también cuenta con un consulado general en Sao Paulo.
En tanto, Ata señala que 17 países de América Latina y el Caribe tienen embajadas en Turquía: Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador, República Dominicana, Guatemala, Costa Rica, Colombia, Cuba, México, Panamá, Paraguay, Perú, Chile, Uruguay, Nicaragua y Venezuela.
La relación con este último país es particularmente cercana: Erdoğan viajó a Caracas en diciembre de 2018 para apoyar a Nicolás Maduro después de que varios países, liderados por Washington, desconocieran su reelección para un segundo mandato por las denuncias de fraude de la oposición.
Y en agosto pasado fue uno de los pocos mandatarios que llamaron al líder venezolano luego de que se atribuyera otra victoria electoral, a pesar del cuestionamiento de la mayoría de los países latinoamericanos y de Occidente.
“Nos complace que las elecciones presidenciales celebradas en Venezuela el 28 de julio de 2024 se hayan llevado a cabo en un ambiente de paz y tranquilidad”, le dijo Erdoğan a su par venezolano, según se informó a través de un comunicado.
“Valoramos mucho la estabilidad y la prosperidad de Venezuela y deseamos que los resultados sean beneficiosos para el amistoso pueblo venezolano”.
En tanto, Maduro fue uno de los pocos de esa región que asistió a la inauguración del tercer mandato de Erdoğan, en junio de 2023.
Ankara también participa en varios organismos y foros que agrupan a las diversas naciones del continente americano, algo que va “en consonancia con el objetivo de Turquía de forjar una cooperación multilateral con una variedad de socios“, según afirma Ebru Ilter Akarçay, del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Yeditepe, en Estambul.
“Desde las uniones establecidas por economías de libre mercado hasta las organizaciones que reúnen a economías estatales, Turquía participa, y es miembro observador, en las iniciativas de cooperación e integración latinoamericanas”, señala a la BBC.
El país es observador en la Organización de los Estados Americanos (OEA) desde 1998 y miembro de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) desde 2017.
También participa como observador en el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Asociación de Estados del Caribe (AEC) y el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Un vínculo que conviene
Según la experta, el creciente vínculo entre Ankara y los países de la región es algo que ambas partes han fomentado.
“La búsqueda de un mundo multipolar y los esfuerzos por diversificar los socios revisten cada vez mayor importancia para los gobiernos latinoamericanos [así como para Turquía]”, señala.
“América Latina, que ha estado oponiéndose y expresando reservas sobre la forma en que funciona el orden económico y político mundial desde la década de 1970, sigue adoptando una actitud reservada y crítica hacia los gobiernos occidentales y los regímenes y organizaciones internacionales que estos defienden en el siglo XXI”, afirma Akarçay y añade:
“Prioridades como la determinación de adoptar una postura autónoma, la búsqueda de socios fuera de la región, el objetivo de profundizar la cooperación entre los países del Sur Global, los llamados a una distribución más justa y simétrica del poder a escala global y la horizontalización de la formulación de la política exterior mediante la inclusión de diferentes actores han sido las tendencias en ascenso en América Latina”.
“Además de constituir un gran mercado para los productores latinoamericanos, los amplios vínculos de Turquía que abarcan desde Medio Oriente hasta Europa y las exrepúblicas soviéticas también se combinan para realzar su importancia en la perspectiva de América Latina”, concluye.
Asia y África
Estos “amplios vínculos de Turquía”, que menciona la académica, se han expandido durante los últimos 20 años bajo Erdoğan, quien asumió como primer ministro en 2003 y a partir de 2014 ocupa la presidencia.
El líder islamista ha buscado convertir a su país en un actor internacional y, con ese fin, ha aprovechado la ventaja geopolítica que tiene Turquía, estratégicamente ubicada entre Europa y Asia, para extender sus lazos.
Erdoğa no solo ha promovido el vínculo con América Latina. También lo ha hecho -y mucho más- con los países de Asia y África.
De hecho, aunque el comercio con América Latina y el Caribe ha crecido mucho, el intercambio es pequeño si se lo compara con el de estas dos regiones más cercanas.
Según el Instituto de Estadística Turco, el intercambio con los países asiáticos alcanzó los US$110.000 millones in 2023, casi ocho veces los US$13.900 millones con los países latinoamericanos.
En tanto, con África superó los US$31.700 millones en 2023.
Desde el punto de vista latinoamericano, el vínculo con Turquía también es menor si se lo compara con los principales socios comerciales de esa región.
El mayor, Estados Unidos, intercambió cerca de US$1,5 billones en bienes y servicios en 2022, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El segundo, China, se acercó a los US$500.000 millones (una cifra 35 veces más grande que la del año 2000), según la Cepal.
Y con la Unión Europea, el comercio alcanzó los US$320.000 millones, según el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).
Tampoco la inversión directa turca en la región es significativa: según un informe publicado por el Ministerio de Comercio de Turquía en junio de 2024, asciende a poco más de US$809 millones, lo que representa el 1,39% de las inversiones directas totales de Turquía.
Mercados gigantes
Sin embargo, la relación es beneficiosa para ambas partes.
En un artículo publicado este año en el sitio en español del medio estatal turco TRT, la experta en Estudios Latinoamericanos, Melike Hocaoglu, destacó que Turquía “ofrece acceso no sólo a su considerable mercado nacional de 80 millones de habitantes“.
También es la puerta de entrada a un mercado regional de “1.300 millones de habitantes y un potencial de mercado de US$28 billones” a apenas unas horas de vuelo, en “Europa, Oriente Medio, el Norte de África o Asia Central”.
En tanto, “con un PIB (Producto Interno Bruto) combinado de aproximadamente US$5,5 billones y una población que supera los 700 millones de habitantes”, los 33 países de América Latina y el Caribe tienen “gran relevancia económica debido a sus ricos recursos naturales, sus relaciones comerciales estratégicas y su potencial de crecimiento”, afirmó Hocaoglu.
“América Latina puede satisfacer las necesidades de Turquía en materias primas y, a su vez, se beneficia de las exportaciones de Turquía de productos industriales de tecnología”, resaltó.
El futuro
Ata reconoce que el vínculo entre dos regiones tan lejanas tiene sus dificultades, y enumera las “diferencias culturales, barreras idiomáticas, diferencia horaria, largas distancias, comunicación efectiva entre empresarios y diferencias en los procesos comerciales entre Turquía y los países latinoamericanos”, como potenciales escollos.
También las “incertidumbres políticas o económicas” y los “cambios en la legislación y regulaciones locales” en algunos países.
No obstante, se muestra confiada de que el vínculo seguirá creciendo a futuro.
“Existen oportunidades de cooperación bilateral en sectores como energía, energías renovables, turismo, salud, minería, agricultura, defensa y digitalización”, observa la funcionaria turca.
“Las políticas para la región están diseñadas no sólo para aumentar el volumen del comercio, sino también para profundizar en áreas como la transferencia de tecnología, el intercambio de información y el desarrollo de capacidades”.
“Nuestra participación total de mercado con los países de América Latina y el Caribe aún no está al nivel deseado. Nuestra cuota de mercado tiene potencial para crecer aún más en los próximos años”, augura.
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