Elecciones e inmigración: ¿De qué lado de la historia estarán los votantes?

Maribel Hastings es Asesora de America's Voice

Trump reforzó falsedades contra inmigrantes en un mitin en Aurora, Colorado, el 11 de octubre de 2024.

Trump reforzó falsedades contra inmigrantes en un mitin en Aurora, Colorado, el 11 de octubre de 2024. Crédito: Alex Brandon | AP

En la recta final de la histórica elección presidencial 2024, donde la inmigración es central, me pregunto si los electores favorecerán con su voto la visión oscura y antiinmigrante del republicano Donald Trump, o si reconocerán el valor de esos inmigrantes para la economía y la fibra de Estados Unidos, y el impacto devastador en diversos frentes del plan de deportaciones masivas del expresidente.

Se espera una reñida elección particularmente en los siete estados más competitivos: Michigan, Wisconsin, North Carolina, Georgia, Pennsylvania, Nevada, y Arizona, donde el voto latino puede determinar el resultado en varios de ellos.

En 2020 el presidente Joe Biden se impuso sobre Trump en varios de estos estados por unos miles de votos. Lograr que los latinos y otros electores voten es vital para la nominada demócrata, Kamala Harris.

También preocupa que a pesar de sus ataques contra los inmigrantes, hay latinos que favorecen a Trump, particularmente los hombres latinos, y el nivel de apoyo de Harris, entre los latinos es menor al de candidatos demócratas previos como Biden y Barack Obama. 

Y es que un sector de los latinos cree que Trump no cumplirá sus más temibles amenazas de deportar a millones de indocumentados si vuelve a la Casa Blanca. 

Trump y sus portavoces no dicen cómo implementarán el plan de deportaciones. Su compañero de fórmula, el senador J.D. Vance, dijo que podrían comenzar “con un millón”, los que tienen historial delictivo, pero no dio más detalles.

Pero Trump amenaza con emplear una controversial ley de 1798 que solamente se ha aplicado tres veces y en momentos de guerra para detener a nacionales de los países en conflicto con Estados Unidos. La Ley de Enemigos Extranjeros permite la detención, reubicación o deportación de nacionales del país enemigo de Estados Unidos por razones de seguridad nacional.

Franklin D. Roosevelt fue el último presidente en invocarla tras el ataque japonés a Pearl Harbor que provocó la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Alemanes, italianos y japoneses estadounidenses fueron detenidos en campamentos. En el caso de los japoneses, se emitió la orden ejecutiva 9066, que estuvo vigente desde 1942 hasta 1946. En uno de los capítulos más oscuros de la historia de Estados Unidos, unos 120,000 japoneses y estadounidenses de ascendencia japonesa del Oeste de la nación fueron llevados de manera forzosa a “campos de internamiento” en zonas remotas al interior del país. Se calcula que dos tercios eran ciudadanos estadounidenses. Fueron marcados por su propio país, perdieron familia, empleos, negocios, viviendas.

Cómo Trump piensa aplicar esta ley para conducir deportaciones masivas, no se ha explicado.

Lo que sí se sabe es que su plan, además de sembrar pánico y destruir familias, afectaría la economía de Estados Unidos deportando al 5% de la fuerza laboral del país. Un 22% de todos los trabajadores agrícolas, 15% de los trabajadores de la construcción y 8% de los trabajadores de la industria manufacturera son indocumentados.

También se sabe que desde que Trump emergió en la escena política, su discurso venenoso sustentado en terribles políticas públicas, como la separación de niños de sus padres en la frontera, se ha robado todo el oxígeno en la discusión nacional haciendo que las contribuciones de esos inmigrantes que Trump demoniza pasen a un segundo plano.

America’s Voice lanzó una nueva campaña llamada “Reclamando Nuestra Historia” que busca recordarle a los estadounidenses las aportaciones de esos inmigrantes en diversos ámbitos: economía, ciencias, cultura. Y el papel esencial que los inmigrantes juegan en el futuro de nuestra nación. La inmigración era antes un tema bipartidista que “ha sido eclipsado por la retórica antiinmigrante de la derecha”.

Para muestras un botón. En Arizona, por ejemplo, los  inmigrantes aportan $3,200 millones de dólares en impuestos estatales y locales combinados, y $5,900 millones de dólares en impuestos federales. Y los indocumentados de Arizona que Trump sataniza, aportan $704 millones de dólares anuales en impuestos estatales y locales combinados, según un estudio del Institute on Taxation and Economic Policy. Son impuestos que se destinan a diversos servicios e infraestructura que benefician a toda la población.

Esto se repite en cada estado, sea o no electoralmente competitivo, porque los indocumentados pagaron $96,700 millones de dólares en impuestos federales, estatales y locales en 2022 y financian programas que no pueden utilizar por no tener documentos, como Seguro Social y Medicare.

A Trump y a sus seguidores los mueve el racismo y la xenofobia aunque la inmigración beneficie al país. Sabemos de qué lado están.

¿De qué lado de la historia estarán los votantes?

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