Centro de Reducción de Daños busca reducir muertes por drogas
También las tasas de enfermedades infecciosas como el VIH y la hepatitis viral que siguen en aumento
Michael, un hombre de 50 años que vive y duerme en su silla de ruedas en las calles de Los Ángeles, ha encontrado una familia en el Centro de Reducción de Daños que ofrece la organización Bienestar Human Services en su clínica en el este de Los Ángeles.
“Yo vengo todos los días porque aquí dan cariño y respeto a todos. Es como mi casa y como unos padres que no te miran diferente por estar batallando con tus adicciones”, dice Michael, quien revela que desde que llegó al Centro de Reducción de Daños está usando menos drogas.
Admite que le gustaría estar limpio de adicciones para ayudar a otros, pero sabe que no la tiene fácil.
Pasó 22 años en la cárcel, y sufre de esquizofrenia, depresión y bipolaridad.
“Estuve adicto a la heroína por 15 años. Ahora consumo mota y metanfetaminas porque me calman de pensar, pero quiero cambiar. Quiero ser como los otros, estar libre de sustancias”.
El Centro de Reducción de Daños de Bienestar tiene como objetivo salvar vidas y proteger la salud de las personas que consumen drogas. Para su funcionamiento, recibe fondos de la ciudad y el condado de Los Ángeles así como del estado de California.
“Estamos en el este de Los Ángeles desde agosto de 2023. Distribuimos jeringas y materiales de salud, y hacemos pruebas para detectar si las personas que consumen drogas, tienen VIH, hepatitis C y sífilis para conectarlos con servicios de salud”, afirma Elly Jalayer, directora del Centro de Reducción de Daños de Bienestar.
Dice que además las personas que experimentan desamparo o cualquiera de la comunidad puede visitar este centro para comer algo, dormir, mirar la televisión, usar la computadora, el baño o simplemente sentarse un rato.
“No somos un albergue donde puedan quedarse a dormir, pero pueden estar aquí durante el día todo el tiempo que quieran”.
Aclara que el Centro para la Reducción de Daños no es un espacio para usar drogas sino un espacio para darles herramientas que los ayuden a prevenir una sobredosis.
“La experiencia ha sido muy buena durante este año que hemos estado abiertos. Nos hemos ampliado. De tener un pequeño cuarto, ahora contamos con un espacio más grande, lo cual ha significado un cambio radical para nosotros”.
Precisa que la gente que ellos ven, no tiene acceso a servicios de salud en ninguna parte.
“A menudo, somos el primer punto de contacto para esas personas. Así que cuesta mucho llevarlos a sus citas médicas y ponerles en contacto con tratamientos del VIH, de la hepatitis C o de la sífilis”.
Añade que la gran mayoría de la población a la que sirven vive con hepatitis C; mientras que ahora están observando individuos con sífilis y con heridas en la piel.
La directora Jalayer considera que el Centro de Reducción de Daños ha ayudado a la gente con adicciones a sentirse cómoda.
“Pueden sentarse aquí durante un rato, hablamos con ellos, construimos una relación y luego cuando estén listos, vamos a caminar juntos”.
Dice que no son solo personas sin hogar las que acuden al Centro de Reducción de Daños sino que asimismo acude gente que tiene un techo.
“Lo singular de este Centro de Reducción de Daños es la competencia cultural. Nuestro personal refleja a la población de personas que servimos. Podemos ofrecer todos nuestros servicios tanto en español como en inglés”.
Explica que mayormente toda la gente que atienden usa drogas como metanfetaminas, opioides, heroína y fentanilo.
“Realmente tratamos de proveerles jeringas, suministros para fumadores y todo lo que necesiten para reducir las sobredosis y la tasa de enfermedades infecciosas”.
Menciona que hay mucho estigma en torno al consumo de drogas en especial dentro de la comunidad latina.
“Antes de juzgar, los invitaría a que vinieran a ver lo que hacemos aquí. Somos como una familia que ayuda a conectar a mucha gente con atención, programas de hospitalización y tratamiento asistido con medicación”.
Dice que si no fuera por el trabajo de estos centros, algunas de estas personas nunca tendrían acceso a atención de salud.
“Mucha gente está aislada de sus familias debido a su consumo de drogas. Nosotros les damos la bienvenida y les mostramos amor y respeto”.
Señala que cuando la gente se siente vista y escuchada, tiende a reducir el uso de drogas en grandes cantidades.
Además enfatiza que estas personas se está muriendo por sobredosis en tasas alarmantes.
“Algo que hacemos aquí es distribuir Naloxone, que es un medicamento inyectable o un aerosol nasal que la gente puede usar en otra persona que tiene una sobredosis para revertirla”.
Pero además – dice – que enseñan a quienes se drogan a que usen el narcan con otros; y a los familiares para que si ven a su hijo solo en la habitación y no saben qué hacer, al menos tengan esa medicación y puedan salvarle la vida.
Precisa que no solo distribuyen las jeringas sino que las recolectan, animando a la gente a que traiga sus objetos punzantes de regreso.
“Repartimos pequeños contenedores para que la gente los llene y los devuelva”.
Estefania Valladolid, trabaja haciendo alcance para el Centro de Reducción de Daños, y dos veces a la semana va a parques o centros de rehabilitación, en busca de personas sin hogar que usen drogas.
“Les llevamos jeringas, equipo de higiene para tratar heridas, tiras para examinar el fentanilo, y hacemos pruebas de las sustancias que usan para ver si realmente es lo que compran o están mezcladas con otras cosas que pueden llevarlos a una sobredosis o a la muerte”.
Asegura que en cuatro meses, han usado el producto Narcan que les ha permitido salvar la vida a personas en la vía pública que han sufrido sobredosis.
“Sin este trabajo, habría más muertes en la calle y más personas en riesgo de contagiarse de VIH, hepatitis y otros problemas de salud. Además los conectamos con centros de salud mental, de salud en general y centros de rehabilitación”.
Y aclara que todo esto, lo hacen sin juzgar la vida de los participantes, manteniendo una interacción respetuosa.
Antonio “Cosmo”, un poeta, graduado universitario de estudios étnico de la Universidad Claremont, está feliz de ser voluntario del Centro de Reducción de Daños desde hace dos años.
“Mi papá y mamá me enseñaron a tener una vida de servicio y justicia social”.
Y precisa que aunque Bienestar es un organización creada para atender a la comunidad LGBTQ+, el Centro de Reducción de Daños está abierto para toda la población en general.
Ese es el caso de Michael que sin ser parte de la comunidad LGBTQ+,ha encontrado un hogar en el Centro de Reducción de Daños del este de Los Ángeles.
El Centro de Reducción de Daños de Bienestar se encuentra en el 5400 E Beverly Blvd. Los Angeles, CA. 90022. Están abiertos de lunes a viernes. El horario en el área para descansar y conectarse con otros es de 11 am a 6:30 pm; y para proveer implementos de salud es de 10 am a 7:10 pm.