La infertilidad y las enfermedades reumáticas autoinmunes están vinculadas
La infertilidad sin tratamiento aumenta el riesgo de enfermedades autoinmunes en mujeres tras el parto, según un estudio canadiense
Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Toronto Scarborough ha revelado una conexión entre la infertilidad y el riesgo de desarrollar enfermedades reumáticas autoinmunes sistémicas (SARD, por sus siglas en inglés) en mujeres que logran concebir de manera natural.
Este vínculo se mantiene incluso años después del parto y sin la influencia de tratamientos de fertilidad, sugiriendo una necesidad urgente de evaluar a estas pacientes en busca de afecciones inmunológicas subyacentes.
Las SARD son un grupo de enfermedades raras pero graves que se caracterizan por un sistema inmunitario hiperactivo que ataca los propios tejidos del cuerpo. Entre estas se encuentran el lupus eritematoso sistémico, el síndrome de Sjögren y la miopatía inflamatoria, condiciones que pueden provocar inflamación severa, daño en órganos vitales y debilitamiento general.
Aunque estas enfermedades son poco comunes, afectan desproporcionadamente a mujeres en edad reproductiva, haciendo de este hallazgo una contribución significativa para la medicina preventiva.
El estudio, publicado en Human Reproduction, analizó datos de 465.078 mujeres residentes en Ontario, Canadá, que dieron a luz entre 2012 y 2021. Las participantes, todas sin un diagnóstico previo de SARD, fueron divididas en grupos según su historial de fertilidad y los tratamientos empleados.
Infertilidad no tratada
Un grupo control incluyó a mujeres sin problemas de infertilidad, mientras que otros tres grupos englobaron a mujeres con infertilidad no tratada, aquellas que recibieron tratamientos no invasivos como inducción de la ovulación, y quienes recurrieron a técnicas invasivas como la fertilización in vitro.
Los resultados mostraron que las mujeres con infertilidad no tratada tenían un 25% más de probabilidades de desarrollar SARD en los nueve años posteriores al parto en comparación con mujeres fértiles.
En cifras absolutas, esto significó 13 casos nuevos de SARD por cada 10.000 mujeres al año en este grupo, frente a 9 casos en mujeres sin infertilidad. Las tasas de SARD entre mujeres que se sometieron a tratamientos de fertilidad fueron similares a las del grupo fértil, con aproximadamente 11 casos por cada 10.000 mujeres al año.
El equipo liderado por la Dra. Natalie Scime destacó que estos resultados no implican causalidad, sino una asociación estadística. Aunque la infertilidad puede actuar como marcador de riesgo para estas enfermedades, los investigadores señalan que factores como la edad materna avanzada, la endometriosis y anomalías anatómicas podrían influir tanto en la infertilidad como en el desarrollo de SARD.
Además, el estudio no pudo considerar factores sociales o de estilo de vida que también podrían desempeñar un papel importante.
Una de las teorías planteadas para explicar la ausencia de mayor riesgo en mujeres que utilizan tratamientos de fertilidad es el llamado “efecto del paciente sano”. Este término se refiere a que las mujeres que acceden a tratamientos médicos avanzados suelen gozar de mejor salud general o provienen de contextos socioeconómicos más favorables, lo que podría mitigar otros riesgos asociados.
Para el Dr. Scime, estos hallazgos subrayan la importancia de utilizar los tratamientos de fertilidad como una oportunidad para monitorear signos tempranos de enfermedades autoinmunes en mujeres con historial de infertilidad.
Fatiga persistente, dolor articular inexplicado y erupciones cutáneas, junto con síntomas ginecológicos superpuestos, podrían ser indicios clave que requieran una evaluación más profunda y una referencia a reumatología.
La investigación también abre la puerta a nuevos interrogantes. Según la profesora Hilary Brown, supervisora del estudio, sería crucial investigar cómo las causas específicas de la infertilidad, como la endometriosis o las alteraciones inmunológicas, podrían influir directamente en el desarrollo de SARD.
Además, comprender las posibles vías biológicas compartidas entre la infertilidad y las SARD podría revolucionar la forma en que estas enfermedades se previenen y diagnostican.
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