El 5% de mujeres embarazadas en EE. UU. sufre violencia, dicen los CDC
La violencia de pareja durante el embarazo afecta el acceso a la atención prenatal y los resultados de salud del bebé, según un informe del CDC
Un estudio reciente publicado en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) resalta las graves consecuencias de la violencia de pareja durante el embarazo, tanto para la madre como para el bebé.
La investigación, liderada por Megan Steele-Baser, Ph.D., del CDC en Atlanta, analizó datos del Sistema de Monitoreo de Evaluación de Riesgos del Embarazo (PRAMS) recopilados entre 2016 y 2022 en nueve jurisdicciones de Estados Unidos, revelando hallazgos sobre este problema de salud pública.
De las mujeres con nacimientos vivos recientes incluidas en el análisis, un 5,4 % reportaron haber sufrido algún tipo de violencia de pareja durante el embarazo. La violencia emocional fue la forma más comúnmente denunciada, seguida por la violencia física y la sexual, con prevalencias del 5,2 %, 1,5 % y 1,0 %, respectivamente. Aunque estos números reflejan una fracción de las mujeres embarazadas, el impacto en su bienestar físico, emocional y social es significativo.
La investigación encontró que las mujeres que experimentaron cualquier forma de violencia de pareja durante el embarazo tenían menos probabilidades de iniciar la atención prenatal de manera oportuna o de recibirla en absoluto.
Esto no solo pone en riesgo la salud de la madre, sino que también afecta directamente los resultados del nacimiento del bebé. Las complicaciones relacionadas incluyeron depresión durante el embarazo, hipertensión inducida por el embarazo y partos prematuros. Además, se identificó una relación entre la violencia de pareja y el nacimiento de bebés con bajo peso, un indicador crítico de salud infantil.
Tabaquismo y otros vicios que vienen con la violencia
Las mujeres que vivieron violencia de pareja reportaron mayores tasas de tabaquismo, consumo de alcohol, marihuana y otras sustancias ilícitas durante el embarazo, comportamientos que podrían estar relacionados con intentos de afrontamiento ante la adversidad o como resultado del impacto psicológico de la violencia sufrida.
La violencia física y sexual se asoció particularmente con resultados más severos, como complicaciones hipertensivas y partos prematuros. Sin embargo, la violencia emocional, aunque menos visibilizada, no fue menos dañina. Su impacto en la salud mental de las mujeres embarazadas subraya la necesidad de estrategias de prevención e intervención que aborden todas las formas de abuso.
Los autores del informe destacan que estos hallazgos refuerzan la urgencia de abordar la violencia de pareja como un problema crítico de salud pública. Las mujeres embarazadas que sufren violencia están en una posición de mayor vulnerabilidad debido a los múltiples factores que influyen en su capacidad de acceder a servicios médicos esenciales.
Por ello, los investigadores sugieren que programas preventivos, como los de visitas domiciliarias, podrían ser un modelo efectivo para identificar y apoyar a mujeres en riesgo. Estos programas podrían incluir componentes de educación sobre violencia doméstica, así como estrategias para promover el acceso temprano y continuo a la atención prenatal.
El estudio del CDC aporta evidencia crucial para avanzar en políticas y programas que no solo enfrenten la violencia de pareja, sino que también mejoren la salud materna e infantil. En un momento en que los sistemas de salud enfrentan múltiples desafíos, la prevención de la violencia de pareja durante el embarazo debe ocupar un lugar prioritario en las agendas de salud pública.
Con un enfoque en la detección temprana y la intervención adecuada, se pueden reducir los impactos negativos de esta problemática y asegurar que más mujeres y sus bebés tengan la oportunidad de un embarazo y un inicio de vida más saludable.
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