Detecta las señales de estrés crónico y evita que afecte tu salud
El estrés, en sus formas aguda y crónica, impacta tanto la salud mental como física. Reconocer signos y tomar medidas es esencial para proteger el bienestar
El estrés, una respuesta natural del organismo ante situaciones desafiantes, puede convertirse en un enemigo silencioso cuando se prolonga en el tiempo. Entender sus manifestaciones y actuar a tiempo es clave para preservar la salud. El estrés se presenta en dos formas principales: agudo y crónico, cada uno con efectos distintos pero interconectados.
El estrés agudo, una respuesta inmediata y breve, activa el sistema de “lucha o huida”. Este mecanismo, que fue vital para la supervivencia de nuestros antepasados, está impulsado por la liberación de cortisol y adrenalina, hormonas que preparan al cuerpo para reaccionar.
Según Melissa Bui, psiquiatra del Centro Médico VCU, esta reacción acelera la respiración, el ritmo cardíaco y tensa los músculos, algo útil en situaciones críticas. Sin embargo, en el mundo actual, estímulos como un encuentro social o leer noticias negativas pueden desencadenar esta respuesta, aunque no haya un peligro real. La mayoría de las personas logra manejar este tipo de estrés una vez que la situación se resuelve.
El problema surge cuando el estrés persiste y se convierte en crónico. Este estado representa una exposición prolongada a las mismas sustancias químicas del estrés, generando un impacto acumulativo en la salud física y mental.
Anurag Mehta, director de cardiología preventiva en VCU Health, advierte que el estrés crónico puede causar hipertensión, la principal causa de enfermedades cardíacas. La aceleración constante del ritmo cardíaco y el aumento de la presión arterial no solo desgastan el sistema cardiovascular, sino que también fomentan conductas poco saludables.
En momentos de estrés, muchas personas recurren al tabaco, la nicotina o incluso a una dieta desbalanceada como mecanismo de afrontamiento.
Al respecto, Mehta destaca que consumir alimentos altos en carbohidratos o sal para calmar el estrés puede llevar a obesidad o diabetes, aumentando el riesgo de problemas cardíacos. Además, la falta de ejercicio, común entre quienes padecen estrés crónico, agrava aún más la situación.
Los efectos del estrés no se limitan al sistema cardiovascular. El cerebro también sufre cambios físicos significativos debido a la exposición repetida a factores estresantes.
La pérdida de células cerebrales y el encogimiento de áreas críticas del cerebro pueden derivar en deterioro cognitivo, trastornos de memoria y problemas de salud mental como ansiedad, depresión e insomnio. Según Bui, estos cambios pueden incluso debilitar el sistema inmunológico, volviendo al cuerpo más vulnerable a infecciones y retardando su capacidad de recuperación.
El estrés constante también altera los patrones de sueño, lo que a su vez empeora tanto la salud mental como física. Esta combinación de efectos puede crear un círculo vicioso en el que el estrés genera problemas de salud que, a su vez, aumentan el nivel de estrés.
Reconociendo los signos de alerta
Uno de los desafíos más grandes del estrés crónico es que sus síntomas pueden pasar desapercibidos o ser atribuidos a otras causas. Fatiga persistente, dolores de cabeza frecuentes, problemas digestivos e infecciones recurrentes pueden ser señales de que el estrés está afectando la salud. Reconocer esta conexión, según Bui, es un paso crucial para implementar cambios que mitiguen el impacto del estrés en el cuerpo.
El estrés también puede agravar trastornos de salud mental preexistentes, como la depresión o el trastorno de estrés postraumático (TEPT). En personas con depresión, puede intensificar sentimientos de desesperanza y fatiga, dificultando la realización de actividades beneficiosas. Por otro lado, quienes sufren TEPT pueden experimentar un aumento en los flashbacks, la ansiedad y la hiperalerta, afectando significativamente su calidad de vida.
La detección temprana y la búsqueda de apoyo son esenciales para romper este ciclo perjudicial. Adoptar estrategias como la práctica regular de ejercicio, la mejora en los hábitos alimenticios y la gestión activa de emociones puede marcar una diferencia significativa en la salud general. En última instancia, cuidar nuestra respuesta al estrés no solo protege nuestra salud, sino también la de quienes nos rodean.
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