Terrorismo mexicano
La denominación de los carteles mexicanos como organizaciones terroristas por parte EE.UU. parece estar sustentada en una concepción errónea de la realidad
Siempre me opuse a la denominación, por parte de Estados Unidos, de lo que ellos consideran los “cárteles mexicanos” como organizaciones terroristas internacionales. Ahora es muy probable que Donald Trump haga esto posible—lo antes posible y tan pronto llegue a la presidencia de Estados Unidos a finales de enero de 2025. Dada la inminencia de esta acción y no obstante los efectos negativos potenciales (y de largo plazo) de la misma para la soberanía, la economía y la seguridad nacional de México, vale la pena ver el lado “positivo” de esta potencial denominación. Asimismo, es importante considerar que, aunque podría resultar tramposo y falaz que la denominación se realice por parte del gobierno de Estados Unidos, en el caso del gobierno de México sí hay razones por las cuales se debería catalogar a las acciones perpetradas por algunos grupos criminales mexicanos como terrorismo doméstico.
En su columna del 24 de diciembre en el periódico El Universal, Jorge Castañeda Gutman explica atinadamente que la simple denominación de los carteles mexicanos como organizaciones terroristas internaciones por parte de Estados Unidos no implica que dicho país aplique directa e inmediatamente el principio de extraterritorialidad. Por lo tanto, la tan esperada denominación no significa per se una intervención militar directa en territorio mexicano, no obstante que Donald Trump y muchos otros políticos republicanos del ala trumpista o de la corriente de América Primero hayan sugerido múltiples veces esta posibilidad.
La declaración de una “guerra contra los carteles mexicanos” que implicaría la entrada de las fuerzas armadas estadounidenses a México y medidas extremas como bombardeos desde el aire para abatir a los narcotraficantes mexicanos requiere de la aplicación de otras legislaciones, así como de procesos más largos y complejos que no se vislumbran en este momento. Todo ello, no obstante, la propaganda y el discurso trumpista que intenta confundir para proyectar fuerza y determinación por parte de un imperio en decadencia.
La denominación de los carteles mexicanos como organizaciones terroristas internacionales por parte de EE.UU. parece estar sustentada en una concepción errónea de la realidad. En primer lugar, no queda claro cómo los grupos del narcotráfico mexicanos perpetran actos terroristas que afectan a Estados Unidos; no es clara su agenda política y sus actos de terror contra la población civil no parecen dirigirse al Estado estadounidense. Es verdad que algunos grupos delincuenciales mexicanos infunden terror entre algunas comunidades en México, en otras palabras, cometen actos de terrorismo doméstico, pero parece ser que dichos actos se limitan al territorio mexicano y quizás el destinatario final sí sea el Estado mexicano (aunque no estamos seguros de ello).
Asimismo, no es tan claro cómo se integran los grupos delincuenciales mexicanos, es decir, no se conoce bien la estructura de los mismos, ni su verdadera línea de mando. Sería problemático entonces denominar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas internacionales pues los eventos de terror que perpetran ciertas células criminales son aislados y no es claro que respondan a una orden central o que sean parte de la estrategia de toda la organización. Los principales grupos delincuenciales en México tienen más bien una estructura horizontal formada por distintas células que mantienen liderazgos locales. Además, han diversificado sus actividades y se han fragmentado de tal modo que el terror no necesariamente determina el modus operandi de toda la red criminal.
La denominación que muy probablemente hará Estados Unidos de manera generalizada para referirse a los grupos del narcotráfico más relevantes de México (quizás al Cartel de Sinaloa y al Cartel Jalisco Nueva Generación o CJNG) pierde sentido por el alcance y estructura mismos de las redes criminales en México. Algunos grupos criminales paramilitares viven de causar terror entre ciertas comunidades, pero no es claro cómo todos los componentes de una red de narcotráfico hacen del terror su modus operandi. Es preciso destacar que la agenda de los grupos terroristas debe ser política al final y esto no siempre es claro. Los asesinatos de autoridades locales y la supuesta participación de grupos delincuenciales en elecciones deben analizarse con mayor profundidad en México.
La denominación en Estados Unidos parece inminente y se prevé tenga sus principales efectos en el congelamiento de cuentas a ciertos actores en ese país y restricciones de visado, entre otras acciones. Dicha medida podría tener consecuencias en las finanzas de algunos grupos delincuenciales mexicanos que lavan dinero en Estados Unidos o afectar a parte de sus redes de socios o aliados. Ahora mismo, muchos grupos que delinquen, extorsionan o secuestran en México dicen ser parte del Cartel de Sinaloa o del CJNG para poder extraer rentas con mayor facilidad haciendo uso de la marca y la brutalidad que ejercen dichas agrupaciones.
Ahora que en Estados Unidos se les catalogue como organizaciones terroristas a estos grupos, veremos cómo se reconfigura el mundo delincuencial mexicano. No es lo mismo delinquir en el nombre de un “famoso” grupo del narcotráfico que delinquir en nombre de un grupo terrorista. Las consecuencias, por lo menos en Estados Unidos, de participar en el crimen como parte de una organización terrorista internacional serían distintas. Quizás esta nueva clasificación funcione como medida de disuasión para algunos actores criminales.
Por último, cabe mencionar la importancia que tendría que la presidenta Claudia Sheinbaum—en lugar de sentir la necesidad de responder con vehemencia y con torpeza cada vez que Donald Trump provoca para agradar a su base de apoyo—actuara en definitiva para acabar con el terror que infligen algunas organizaciones delincuenciales o grupos paramilitares criminales a múltiples comunidades de México. El gobierno mexicano a su mando debería catalogar a las organizaciones criminales que perpetran terrorismo doméstico como lo que son, organizaciones terroristas, y actuar en consecuencia. La definición respectiva y la respuesta al terror correspondería al gobierno de México y no a Donald Trump.
(*) La Dra. Guadalupe Correa-Cabrera es profesora de la Escuela Schar de Política y Gobierno en la Universidad George Mason.
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