Casos de demencia se duplicarán en 2060
La demencia afecta a más personas de lo estimado, con un riesgo de por vida del 42 % en mayores de 55 años en EE.UU. y tasas similares en Israel
Un reciente estudio publicado en Nature Medicine revela que el riesgo de desarrollar demencia es considerablemente mayor de lo que se pensaba, afectando al 42 % de los estadounidenses mayores de 55 años a lo largo de sus vidas.
Este hallazgo pone de manifiesto un desafío creciente en salud pública, El número de casos anuales podría pasar de 514.000 en 2020 a casi un millón en 2060. Esta tendencia, impulsada por el envejecimiento de la población, no se limita a Estados Unidos, sino que se refleja en otros países como Israel, donde la planificación nacional y las estrategias de prevención se vuelven esenciales.
El envejecimiento de la generación de los “baby boomers”, cuyos miembros más jóvenes superan los 60 años, desempeña un papel fundamental en esta crisis. Para 2040, todos tendrán al menos 75 años, edad en la que el riesgo de demencia aumenta de manera significativa.
Según el profesor David Tanne, experto en neurología cognitiva y director del Stroke and Cognitive Neurology Institute en Israel, este problema requiere una respuesta urgente.
El estudio analizó a más de 15.000 participantes del proyecto ARIC, rastreando su salud cognitiva durante más de dos décadas. Los resultados mostraron que el riesgo de demencia es más elevado entre las mujeres (48 % frente al 35 % en hombres), los afroamericanos (44 % frente al 41 % en blancos) y quienes portan el gen APOE ε4, relacionado con la enfermedad (59 % con dos copias del gen frente al 39 % en no portadores).
Deterioro cognitivo severo
La demencia, definida como un deterioro cognitivo severo que interfiere con las actividades diarias, tiene múltiples causas. Las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, son las principales, seguidas de condiciones cerebrovasculares y accidentes cerebrovasculares. Los factores de riesgo incluyen edad avanzada, predisposición genética, hipertensión, obesidad, diabetes y pérdida auditiva no tratada.
En Israel, se han identificado tasas más altas de demencia en la población árabe, donde los casos suelen diagnosticarse en etapas más avanzadas. Esto se atribuye a factores genéticos, enfermedades cardiovasculares no tratadas y barreras culturales. Según el profesor Tanne, ofrecer servicios de diagnóstico temprano culturalmente adaptados podría marcar una diferencia significativa.
A nivel global, se estima que hasta el 50 % de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse mediante cambios en el estilo de vida y atención médica temprana. Acciones como controlar la hipertensión, mantener un peso saludable, fomentar la actividad física y mental, y prevenir el aislamiento social tienen el potencial de reducir el impacto de la enfermedad.
La investigación también destaca que la falta de acceso equitativo a la educación y a la atención médica contribuye a disparidades raciales en las tasas de demencia, particularmente en poblaciones afroamericanas e hispanas en Estados Unidos. Estas disparidades reflejan desigualdades estructurales que necesitan ser abordadas mediante políticas públicas.
En cuanto al tratamiento, los avances recientes incluyen nuevas terapias biológicas que ralentizan la progresión de la enfermedad. Sin embargo, el diagnóstico temprano sigue siendo crucial para maximizar la eficacia de estas intervenciones. Los expertos abogan por utilizar marcadores biológicos en combinación con pruebas cognitivas para mejorar la precisión del diagnóstico.
El profesor Tanne enfatiza que la prevención debe ser una prioridad nacional: “La planificación estratégica para enfrentar la demencia requiere una mentalidad proactiva, con medidas que comiencen décadas antes de la vejez. Retrasar la aparición de la enfermedad tan solo cinco años podría reducir su prevalencia a la mitad, aliviando la carga en los sistemas de salud y mejorando la calidad de vida”.
El envejecimiento saludable y la prevención primaria son fundamentales para mitigar esta crisis global. Con un enfoque basado en políticas públicas, la investigación y la atención personalizada, es posible reducir significativamente la carga de la demencia y mejorar el bienestar cognitivo de las futuras generaciones.
Sigue leyendo: