El bienestar mental ayuda a mantener un estilo de vida físicamente activo

Un estudio en Finlandia sugiere que el bienestar mental fomenta la actividad física, creando un ciclo positivo, pero los sentimientos depresivos la reducen

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Es fundamental darle a nuestro organismo los elementos necesarios para tener buena salud Crédito: Shutterstock

Durante las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19, la relación entre el bienestar mental y la actividad física cobró relevancia como un factor crucial en la vida de las personas mayores.

Una investigación realizada por el Centro de Investigación en Gerontología y la Facultad de Ciencias del Deporte y la Salud de la Universidad de Jyväskylä, Finlandia, reveló que los niveles de actividad física de hombres y mujeres de entre 60 y 88 años se mantuvieron o incluso aumentaron en muchos casos.

Estos hallazgos sugieren que el bienestar mental desempeña un papel central en la promoción de estilos de vida físicamente activos, incluso en circunstancias desafiantes.

El estudio evidenció que una mayor afectividad positiva, es decir, la predisposición a experimentar emociones como alegría y entusiasmo, se asoció consistentemente con niveles más altos de actividad física. Aquellos participantes con esta característica fueron más propensos a incrementar su actividad incluso en medio de las restricciones sociales. La investigadora postdoctoral Tiina Savikangas destacó que este vínculo era particularmente evidente en los participantes más jóvenes del grupo estudiado, es decir, aquellos alrededor de los 60 años, mientras que entre los mayores de 70 años esta asociación era menos pronunciada.

En Finlandia, aunque no se impusieron toques de queda durante la pandemia, las personas mayores enfrentaron restricciones más estrictas que las personas en edad laboral. Estas medidas pueden haber limitado las oportunidades de actividad física y reducido el impacto positivo del bienestar mental en este grupo. Sin embargo, los resultados refuerzan la idea de que el bienestar mental no solo es un recurso para la salud mental, sino también una herramienta valiosa para mantener la actividad física.

Un aspecto clave del estudio fue el impacto de los sentimientos depresivos en los niveles de actividad física. Los participantes que reportaron experiencias de depresión durante la pandemia mostraron una menor propensión a realizar ejercicio y una mayor probabilidad de reducir sus niveles de actividad. Este efecto fue especialmente marcado entre los mayores de 70 años, lo que sugiere que la depresión puede tener un impacto más profundo en este grupo etario. Además, la investigación señaló que, aunque los sentimientos depresivos incluyen elementos de afectividad negativa, como tristeza o irritabilidad, también pueden involucrar otros síntomas como insomnio y pérdida de apetito. Estos factores adicionales pueden convertir a los sentimientos depresivos en un indicador más integral del riesgo de inactividad física, superando el impacto aislado de la afectividad negativa.

Los investigadores resaltaron la importancia de fomentar tanto la prevención de la depresión como el fortalecimiento de la afectividad positiva. “El bienestar mental no solo es un objetivo en sí mismo, sino un recurso clave para mantener un estilo de vida activo, incluso en situaciones de emergencia social”, explicó Savikangas. Según ella, un enfoque equilibrado que aborde tanto los aspectos positivos como los negativos del bienestar mental puede ser esencial para diseñar estrategias efectivas de salud pública.

El estudio se basó en datos obtenidos de dos investigaciones principales: el Estudio Longitudinal de Personalidad y Desarrollo Social de Jyväskylä (JYLS) y el proyecto PASSWORD, ambos financiados por la Academia de Finlandia. Estas investigaciones incluyeron un total de 434 participantes, divididos en dos grupos de edad: uno compuesto por hombres y mujeres de 60 a 61 años, y otro por participantes de 72 a 88 años. La actividad física durante la pandemia y los cambios en la misma fueron evaluados mediante cuestionarios diseñados específicamente para este propósito, mientras que el bienestar mental se midió mediante autoinformes. Factores como género, estado civil, nivel educativo y salud percibida también se tomaron en cuenta para un análisis más completo. Los hallazgos de este estudio no solo destacan la relación bidireccional entre el bienestar mental y la actividad física, sino que también subrayan la importancia de considerar estas dinámicas al diseñar intervenciones para poblaciones mayores. En palabras de Savikangas, “apoyar el bienestar mental es crucial, especialmente durante crisis sociales como la pandemia, cuando el acceso a la actividad física puede estar limitado”. Este enfoque integrado podría ser clave para mejorar la calidad de vida y la salud general de las personas mayores, incluso en contextos desafiantes.

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