Volveremos a ser Los Ángeles / Una catástrofe social
“Estos desastres magnifican las desigualdades y empujan a las comunidades vulnerables a una situación económica aún más difícil”.
El ciclo de noticias estadounidense se ha reducido. Lo que antes llevaba tres meses para entender, analizar y aprender las lecciones, ahora lleva tres días. Lo que antes llevaba todo un día cubrir ahora ocupa menos de una hora.
Y si no, vean la temprana desaparición del tema de los incendios en Los Ángeles.
Cosa de la historia
Para muchos los incendios angelinos ya son cosa de la historia. De la historia que aprendemos, o aprendíamos cuando algo se aprendía. La del pasado.
O al menos así fue, hasta que estalló el incendio Hughes en la localidad de Castaic, al norte de Santa Clarita, en el condado de Los Ángeles. Quemó 10,000 acres. Más de 30,000 vecinos recibieron orden de desalojo y tuvieron que dejar sus casas a las apuradas. A unos 25,000 residentes adicionales se les ordenó estar preparados para hacerlo en cualquier momento.
Al momento de escribir estas líneas, el sitio central de los bomberos de California dice que el incendio está contenido en un 56%. Ayer era de 36%. Qué bueno y ojalá lo apaguen pronto.
Si no hubiese sido por el incendio Hughes, los fuegos de Los Ángeles estarían hundiéndose en el olvido.
Entonces, ¿qué quedaría en nuestra memoria sobre la catástrofe natural más destructiva en la historia de nuestra ciudad y sus víctimas?
Los ricos y los famosos
Para muchos, la percepción es que fue algo que le pasó solamente a los ricos y los famosos. Sus mansiones multimillonarias hechas cenizas, sus flamantes automóviles último modelo carbonizados.
A juzgar por toda la información diseminada, parecería que los fuegos se ensañaron especialmente con artistas, celebridades, influencers. ¿Quién no ha visto en una primera plana de cualquier sitio que Fulana Actriz perdió la casa? ¿O que por poco perdió la casa?
Esta lista, que es por naturaleza parcial e incompleta, es, indudablemente, impresionante. Estos son los “artistas” (actores) que perdieron sus casas: Adam Brody, Jeff Bridges, Jamie Chung, Cary Elwes, Anna Faris, Mel Gibson, Bryan Greenberg, Bella Hadid, Paris Hilton, Joshua Jackson, Ricki Lake, Julia Louis-Dreyfus Cameron Mathison, Leighton Meester, Heidi Montag, Mandy Moore, Rosie O’Donnell, Spencer Pratt, Candy Spelling, Milo Ventimiglia, Keleigh Teller, Miles Teller…
Son los famosos, bonitos y ricos que constituyen la cáscara de Los Ángeles.
Pero también son una pequeñísima fracción del total de angelinos que perdieron sus hogares.
Además, como dice Samantha Santoro, una estudiante universitaria – la primera en su familia – en Cal Poly Pomona, preocupada por sus padres y vecinos, trabajadores inmigrantes mexicanos que perdieron sus hogares en Altadena:
“No podemos pensar, ‘Oh, simplemente iré a mi segunda casa y me quedaré allí’, como ellos”.
Los desalojados no tienen una segunda casa.
Lindsey Bahr, escribiendo para AP, enumera las pérdidas causadas al mito cinematográfico: siete propiedades donde se filmaron películas conocidas
Y festeja que “el Hollywood Bowl, el TCL Chinese Theatre y el Dolby Theatre, donde se celebran los Oscar” salieron ilesos.
Su “noticia” es que allí no pasó nada.
También leo: la casa de Tom Hanks… se salvó. O sea, que allí tampoco pasó nada.
La obsesión en ocuparse de los famosos oculta la realidad.
Un desastre social
Escribe la Dra. Silvia R. González, quien dirige la investigación sobre clima, justicia ambiental y salud en el Instituto de Políticas Latinas (LPPI) de UCLA:
“Este incendio forestal no es solo un desastre natural, sino también social. Estos desastres magnifican las desigualdades y empujan a las comunidades vulnerables a una situación económica aún más difícil”.
La realidad es que la enorme mayoría de los damnificados – entre medio millón y 700,000 – es gente de medianos y bajos recursos, que a muchos no les alcanzan para reponerse y volver al tren de vida – de trabajo duro, de contingencias inciertas, de vivir con una mano adelante y una mano atrás – que tenían antes.
Los que se quedaron sin nada son quienes nada o casi nada tenían tampoco antes.
Las comunidades latinas sufrieron golpes severos, tal como detallé en una columna anterior. A muchos, se les fue la casa. Aunque así no fuera, el aire está contaminado y no pueden volver por quién sabe cuánto tiempo.
Al menos 74.000 latinos, dice un estudio de UCLA publicado el 10 de enero, durante las peores horas de los siniestros, “estuvieron en riesgo de desplazamiento directo o fueron desplazados debido a los incendios forestales”. Uno de cada cuatro damnificados fue latino, incluso tomando en cuenta que los incendios se concentraron en zonas de altos ingresos. Y el número creció significativamente en los días subsiguientes.
La comunidad necesita ayuda para reconstruir su vida. La Dra. González provee un enlace a una lista de recursos de ayuda para los damnificados.
Estamos entre el final de los siniestros y el principio de la reconstrucción. Un proceso que será prolongado, doloroso, a cuyo final, Los Ángeles volverá.
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Gabriel Lerner es el editor emérito de La Opinión.