Crece la resistencia contra las redadas en Los Ángeles
Patrullas comunitarias y de la Coalición de Autodefensa Comunitaria ahuyentan a las autoridades de ICE en los barrios donde viven los inmigrantes en LA

Los walkie -talkies son indispensables para la comunicación ante cualquier posible redada de inmigración en LA. Crédito: Fotos: Jorge Luis MacÍas | Impremedia
Son las 5:45 de la mañana del miércoles, y entre la oscuridad del estacionamiento de la tienda Food For Less del 2750 E de la Calle Primera, en el vecindario de Boyle Heights se asoman una media docena de siluetas de activistas de la Coalición de Autodefensa Comunitaria que saldrán a patrullar las calles y defender a la comunidad inmigrante de cualquier acción de las autoridades del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE).
Entre ellos se encuentra Juan Parrino, uno de los fundadores de Unión del Barrio, la entidad que lidera Ron Góchez, el director ejecutivo, la catedrática Lupe Carrasco, el historiador Adrián Álvarez y dos miembros más, quienes han sido capaces de unificar a un contingente de casi 1,000 activistas que han impedido arrestos de inmigrantes.
A las 5:55 a.m., conversan entre ellos y se ponen de acuerdo sobre cada zona geográfica y las calles que recorrerán de norte a sur y de este a oeste, en busca de los automóviles de ICE que saben identificar desde hace años: tienen vidrios polarizados, casi negros, no tienen placas, se estacionan en zona roja o en doble fila.

De una mochila sacan los walkie-talkie y los megáfonos con los cuales ahuyentarán a los agentes de inmigración, dondequiera que los descubran. El objetivo es alertar de madrugada a la comunidad para que defienda sus derechos, no abra la puerta de su casa y no responda ninguna pregunta si se topan con ellos.
En punto de las 6:00 a.m., posan para una fotografía con el puño en alto, en señal de victoria. Don Juan Parrino sostiene el cartelón de Unión del Barrio y con la otra, se apoya en su bastón.
Cada pareja se monta en su automóvil y La Opinión acompaña en el patrullaje a Adrián Álvarez y a Lupe Carrasco.
En los autos han colocado pegatinas con el lema: “Community Patrols: Protegiendo a la comunidad del terror de ICE y la policía”.
También llevan en sus bolsas cientos de tarjetas de “Conoce tus Derechos” que entregarán personalmente a las pocas personas que se levantaron muy temprano y andan por las calles oscuras.
Son las 6:05 y Lupe Carrasco viaja por la calle Primera en dirección a la calle Soto. Se detiene unos instantes y Adrián Álvarez le entrega una tarjeta “Conoce tus Derechos” al señor Julián Gil.

“Hace muchos años, aquí empezamos las patrullas comunitarias”, dijo Lupe Carrasco. “También hacía mucho tiempo que no patrullábamos acá”.
Mientras maneja, se escucha una voz de alerta a través del walkie-talkie. Ron Góchez había divisado un automóvil Chevy extraño, al norte de la calle Fickett. Fue una falsa alarma.
“Ye hemos recorrido diversas partes de la ciudad, donde creemos que ICE puede secuestrar a nuestra gente y vamos a seguirlo haciendo todos los días”, comentó Lupe Carrasco.
Son las 6:30 a.m. y el carro de Lupe Carrasco circula al norte de la calle Saratoga, entre la calle Primera y Michigan, donde hallan a otro inmigrante frente a la iglesia budista Rissho Kosei-kai, a quien le entregan tarjetas “Conoce tus Derechos”, quien agradece el gesto.
“Peinan” la zona cuidadosamente hasta topar la autopista 5. No quieren dejar ningún palmo de terreno sin vigilancia de la patrulla comunitaria.

“[Donald] Trump ha hecho una campaña para aterrorizar y criminalizar a las comunidades”, dijo el historiador Adrián Álvarez, oriundo de Escuinapa, Sinaloa. “Para él, todos somos un peligro y no hay proceso adecuado en el arresto de las personas”.
“Para ellos, todos somos criminales y lo dicen y lo hacen para justificar las redadas”, añadió.
ICE no hizo acto de presencia.
Hasta el 13 de marzo, datos oficiales del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) mostraban que, en los primeros 50 días del gobierno de Donald Trump, agentes de ICE habían arrestado a 32,809 personas.
De los inmigrantes indocumentados arrestados en los últimos 50 días: 14,111 (casi la mitad), de acuerdo con las autoridades eran delincuentes convictos y aproximadamente una tercera parte (9,980) tienen cargos penales pendientes.
ICE, según el gobierno, detuvo a 1,155 pandilleros. Nunca aclaran, sin embargo, cuánta gente ha sido deportada en realidad.
“Hemos deportado a terroristas conocidos, miembros de cárteles y pandilleros de nuestro país”, declaró la secretaria del Departamento de Justicia, Kristi Noem. “Veremos que el número de deportaciones seguirá aumentando”.
A pesar de que ICE ha intensificado la aplicación de las leyes migratorias en el interior del país, en Los Ángeles, la resistencia de la comunidad también se ha incrementado.
“Nuestra presencia crece a diario en las comunidades”, comentó Adrián Álvarez. “Los seguimos para que no puedan proceder tan fácilmente”.
Son las 7:00 a.m., en punto. Han retornado al punto de partida en el estacionamiento de Food For Less. Guardan sus cartelones, tarjetas de “Conozca sus Derechos” y las pegatinas “Community Patrols: Protegiendo a la comunidad del terror de ICE y la policía”.
Ningún agente de ICE, de la DEA o del FBI se hizo presente en Boyle Heights ni en el este de Los ángeles.
Se saludan, abrazan y se despiden.
Es hora de que cada uno de los activistas se dirija con tranquilidad a sus trabajos.
La lucha desde 1981
Concluida la aventura de cada día para la defensa de la comunidad inmigrante, Ron Góchez resaltó la experiencia de haber tenido como compañero de lucha a don Juan Parrino, uno de los fundadores de Unión del Barrio y organizador político de la Unión de Maestros de Los Ángeles (UTLA).
“El señor Parrino me contó que él vivía en San Diego, donde había muchas pandillas y problemas en las comunidades, además de la represión de la migra”, dijo el activista.
El señor Parrino quería ser parte de las patrullas comunitarias, porque su intención siempre ha sido unir a los barrios.
“Nosotros esperamos seguir haciendo el trabajo que él comenzó hace mucho tiempo”, dijo Góchez. “No me sorprendió que no hayan llegado ese día [el miércoles], pero lo importante fue esa parte de la ciudad de Los Ángeles [Boyle Heights] por lo menos no estuvo en riesgo ese día”.
Góchez y otros líderes de Unión del Barrio han estado capacitando a maestros y grupos defensores de los inmigrantes en todo el estado de California para saber cómo responder a las presuntas redadas de inmigración en los vecindarios.
A él, personalmente lo mueve a la acción la historia de resistencia de los pueblos y comunidades latinoamericanas por más de 500 años, desde la conquista y explotación española
“Desde que llegó [Cristóbal] Colón sabemos que nuestra comunidad ha estado en lucha y resistencia”, subrayó. Siempre ha pasado. Siempre han existido las resistencias. Y nosotros, en este tiempo de la historia nos toca a nosotros hacer este trabajo”, afirmó.
Y concluyó: “Nosotros no sabemos ni pretendemos saber los planes del gobierno federal [sobre las redadas]. Lo que sí sabemos son nuestros planes y esos son, seguir defendiendo a nuestro pueblo todos los días, las 24 horas, en cualquier manera que podamos”, dijo. “Si ellos deciden atacar al pueblo con más represión, se van a encontrar con más resistencia. Ese es nuestro plan”.
Pánico en el sureste de Los Ángeles
“Si no abres la puerta la vamos a derribar a golpes”, fueron las palabras que escuchó “Angie D” por teléfono.
Al otro lado de la línea estaban agentes de ICE, quienes regresaron a su casa porque querían arrestar a un hombre más.
El jueves, alrededor de la 1:30 de la tarde, agentes de ICE ya habían arrestado a “Ángelo D”, un inmigrante venezolano, quien presuntamente no tiene ningún registro de delitos penales.
Se encuentra retenido en el Centro Federal Metropolitano de Detención en Los Ángeles, desde donde pudo llamar a su esposa.

A “Angelo D” lo habían esperado pacientemente en la calle, hasta que lo identificaron cuando salió de su casa y fue arrestado a menos de 10 metros de la puerta de entrada.
Al subirse a su automóvil, un Toyota Corolla azul marino, a la fuerza obligaron al inmigrante a abrirles la puerta.
“Lo golpearon, lo forzaron a tirarse al piso y lo amenazaron con pistolas”, describió Ivonne Meza, una vecina de la calle Maie, cercana al bulevar Florence, en el sureste de Los Ángeles. “La ansiedad que le meten a las personas no se puede describir con palabras. Me aterró ver lo que vi”.
Ciudadana estadounidense por naturalización, la señora Ivonne con nerviosismo cuando llevaba a sus tres hijos a la escuela.
“En verdad, nunca hubiera imaginado tanta crueldad y que algo así pudiera suceder al crear miedo”, expresó. “Por el siempre hecho de ver como levantan a la gente es infame. Se los llevan como si fuera un secuestro. Ni siquiera les dan la oportunidad de identificarse ni nada”.
El viernes por la madrugada, los residentes de la intersección de la calle Maie y un callejón de la calle 76 describieron el pánico que han vivido en toda una semana.
“Vinieron y estaban estacionados de día y de noche”, expresó Mauricio López, salvadoreño de Chalatenango. “Vinieron en camionetas Dodge Charger y Chevrolet Suburban; hablaban y hablaban entre ellos. Por el miedo, mucha gente no salió de sus casas ni al mercado casi toda la semana y tampoco fueron a trabajar”.
“¡Aquí está la migra!”¡Nadie salga ni abra la puerta de su casa!”, gritaron a través de megáfonos, activistas de la Coalición de Autodefensa Comunitaria.
De inmediato, las unidades del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) se fueron a toda velocidad de la zona.
“Han creado mucho pánico”, añadió Mauricio López, quien ha vivido por más de 25 años por la calle Maie.