Síndrome metabólico es un factor de riesgo importante para la demencia temprana
Un estudio alerta que el síndrome metabólico eleva en 24% el riesgo de demencia temprana, subrayando la urgencia de cuidar la salud metabólica

Muchos pacientes diagnosticados con demencia en realidad estén experimentando síntomas causados por la encefalopatía hepática (EH). Crédito: Faizal Ramli | Shutterstock
Un estudio reciente publicado en la revista Neurology plantea una conexión entre el síndrome metabólico y el riesgo de desarrollar demencia de forma prematura, antes de los 65 años.
Los resultados, obtenidos tras analizar los datos de casi dos millones de personas en Corea del Sur, sugieren que mantener una buena salud metabólica podría ser clave en la prevención del deterioro cognitivo temprano.

El síndrome metabólico no es una enfermedad única, sino un conjunto de afecciones que tienden a presentarse de forma conjunta. Incluye la obesidad abdominal, presión arterial elevada, altos niveles de azúcar en sangre, triglicéridos elevados y bajos niveles del colesterol conocido como HDL o colesterol “bueno”.
Para ser diagnosticada con este síndrome, una persona debe presentar al menos tres de estas condiciones. Aunque estas alteraciones metabólicas han estado tradicionalmente asociadas a enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, este nuevo estudio resalta su vínculo con problemas neurológicos de largo plazo.
El equipo de investigación, liderado por el Dr. Minwoo Lee, profesor asistente de neurología en el Hospital del Sagrado Corazón de la Universidad de Hallym, analizó los chequeos médicos de millones de personas entre 2009 y 2020.
Descubrieron que quienes padecían síndrome metabólico presentaban un 24% más de probabilidades de desarrollar demencia de inicio temprano. Además, cada uno de los componentes del síndrome, por sí solo, también estuvo asociado con un aumento en el riesgo.
La relevancia de este hallazgo es mayor si se considera la prevalencia del síndrome metabólico en países como Estados Unidos, donde afecta a uno de cada tres adultos, según datos del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.
Para el Dr. Richard Isaacson, neurólogo y director de investigación en el Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas en Florida, estos resultados no deben pasar desapercibidos. Aunque el estudio es observacional y no puede establecer causalidad, sí refuerza la hipótesis de que los factores metabólicos y vasculares pueden acelerar el deterioro cerebral.
Isaacson explicó que la inflamación crónica generada por el síndrome metabólico puede alterar el funcionamiento del cerebro, acelerar el envejecimiento neuronal y dificultar el flujo de oxígeno.
A esto se suma que el metabolismo energético cerebral se ve afectado, lo que influye directamente en la función cognitiva. Así, cuidar la salud metabólica no solo se traduce en un corazón más sano, sino también en un cerebro más resistente al paso del tiempo.
La prevención parece ser una herramienta poderosa. El Dr. Lee recomienda a la población gestionar activamente su salud metabólica mediante una alimentación equilibrada, actividad física regular y chequeos médicos periódicos. Una vida sedentaria, con mala alimentación, poco sueño y estrés constante, promueve que estos factores de riesgo aparezcan juntos y se refuercen mutuamente.

Aunque los cambios en el estilo de vida pueden ser muy efectivos, la Dra. Pam Taub, cardióloga preventiva de la Universidad de California en San Diego, aclara que no siempre son suficientes.
En algunos casos, es necesario recurrir también a la farmacología para controlar factores como la hipertensión o la resistencia a la insulina. Una combinación de dieta mediterránea, ejercicio personalizado, control del estrés y, si es necesario, medicamentos, podría ser la fórmula más eficaz.
A pesar de que existen factores genéticos que pueden predisponer a una persona a desarrollar demencia, los expertos coinciden en que un abordaje temprano del síndrome metabólico puede marcar la diferencia. El estudio ofrece una luz de esperanza, muchas de las decisiones que tomamos a diario pueden tener un impacto duradero en nuestra salud cognitiva futura.
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