Los arqueólogos espaciales que trabajan para salvar nuestra historia cósmica
Puede que la infraestructura del viaje al espacio solo tenga décadas de antigüedad, pero parte de ella ya se ha perdido

Crédito: NASA
El espacio se está comercializando a una escala nunca vista. Enfrentados a poderosas fuerzas comerciales y políticas y con escasa protección legal, los artefactos que cuentan la historia del viaje de nuestra especie al espacio corren peligro de perderse, tanto en órbita como aquí en la Tierra.
Al igual que Stonehenge –el monumento megalítico en el sur de Reino Unido- se trata de objetos y lugares irremplazables que tienen un significado intemporal para la humanidad porque representan una etapa esencial en la evolución de nuestra especie.
A menudo son también expresiones de orgullo nacional por el esfuerzo industrial y científico necesario para desarrollarlos. A veces son también monumentos en memoria de los que murieron en el transcurso de ambiciosos programas espaciales.
También tienen otra utilidad. El estudio de estos artefactos y lugares ayuda a los investigadores a comprender mejor cómo los astronautas interactúan con las nuevas tecnologías, se adaptan a nuevos entornos y desarrollan nuevas prácticas culturales.
Las conclusiones de los investigadores pueden influir en el diseño de futuras naves espaciales y contribuir al éxito de futuras misiones espaciales.
¿Puede una nueva generación de arqueólogos espaciales pioneros como Alice Gorman y Justin Walsh ayudar a salvar nuestro patrimonio espacial para las generaciones venideras, y cómo podría su trabajo cambiar la exploración espacial en el futuro?
La Luna en peligro
El 15 de enero de 2025, el Fondo Mundial de Monumentos hizo pública su lista de 25 sitios del patrimonio amenazados, sorprendiendo a muchos al incluir la Luna, con especial atención al lugar de aterrizaje del Apolo 11.
Resulta bastante irónico que ese mismo día, el módulo de aterrizaje lunar Blue Ghost de Firefly Aerospace despegara del Centro Espacial Kennedy a bordo de un cohete de SpaceX para sentar “las bases de la futura exploración comercial” de la Luna, según la empresa.
Firefly se convirtió en la segunda empresa comercial en aterrizar sin dificultad ni daños en la Luna cuando Blue Ghost tocó su superficie sin inconvenientes a unos 50 km del emplazamiento del impactador LCROSS de la Nasa, a 150 km del emplazamiento de la sonda soviética Luna 24 y en el vecino mar lunar, las vastas llanuras de lava solidificada donde se encuentran las huellas de Neil Armstrong.

“Aún no sabemos cómo operar físicamente en la Luna”, afirma el arqueólogo espacial Justin Walsh, profesor de la Universidad Chapman de California.
“Cualquier misión que se acerque o entre en uno de esos lugares históricos va a tener consecuencias que aún no podemos prever. Cualesquiera que sean las precauciones que podamos tomar, debemos hacerlo para reducir al mínimo esos daños”, añadió.
Pero no son sólo los lugares de la Luna los que preocupan a los expertos. Elon Musk quiere que la Nasa saque de órbita y posiblemente destruya la históricamente importante Estación Espacial Internacional (EEI) antes de lo que la agencia espacial pretende.
“El plazo para que la comunidad espacial internacional acepte los procedimientos y protocolos se está cerrando”, comenta Alice Gorman, arqueóloga espacial y profesora asociada de la Universidad Flinders de Adelaida (Australia).
Arqueología en el espacio
Hace tres años, la astronauta de la NASA Kayla Barron realizó el primer trabajo arqueológico de campo fuera de la Tierra (y en gravedad cero) mientras orbitaba el planeta a unos 400 km de altura.
En enero de 2022, utilizó cinta adhesiva de color amarillo brillante para marcar las esquinas de 1 metro cuadrado en un estante científico de un módulo de la EEI -como una zanja arqueológica- y repitió el proceso en otros cinco lugares, desde la cocina hasta el baño.
La arqueología es una “disciplina sucia”, afirma Gorman en su libro “Dr. Space Junk v The Universe”. Los arqueólogos excavan pozos para obtener una “instantánea” de la historia de un lugar. En una estación espacial, eso es imposible.
En su lugar, Barron y sus colegas utilizaron cámaras digitales para fotografiar cada sitio cada día durante 60 días. El objetivo era revelar cómo se utilizaban estos espacios y cómo cambiaba su uso con el tiempo.
“Yo estaba aquí en Los Ángeles y Alice [Gorman] estaba en la zona rural de Nueva Gales del Sur, en Australia, estábamos viendo a Kayla Barron sacar estos trozos de cinta en directo”, dice Walsh.”Fue como nuestro gran salto”.
Walsh y Gorman dirigen el Proyecto Arqueológico de la Estación Espacial Internacional (Issap) una empresa conjunta que marca “el primer proyecto de arqueología espacial a gran escala”. Creado en 2015, su objetivo es estudiar a la tripulación de la EEI, extender la disciplina de la arqueología a nuevos mundos e incluso guiar el desarrollo de misiones espaciales de larga duración.
“La arqueología espacial siempre se había sentido más bien teórica”, dice Walsh y añade:
“¿Qué haríamos si pudiéramos ir allí? Pero la tecnología digital ha cambiado esa situación. Hay muchas más fotografías del interior de la EEI que de cualquier otro hábitat espacial anterior porque su habitabilidad coincidió con el crecimiento de la tecnología digital”.

Su análisis de estas fotografías existentes de la EEI mostró cómo los astronautas personalizaban zonas de la estación para expresar su identidad. Los astronautas llenaron “espacios vacíos” con iconos religiosos, héroes espaciales, como la puerta de un frigorífico en la Tierra.
“Una de las empresas que diseñan una estación espacial privada nos djio que utilizaron nuestra investigación sobre cómo se adaptan las personas a vivir en el espacio para diseñar el interior de su estación espacial”, explica Walsh.
“Fue muy gratificante oírlo”.
Antecedentes
Para muchos, la lucha por registrar y salvar nuestro patrimonio espacial comenzó cuando Beth O’Leary, profesora emérita de Arqueología de la Universidad Estatal de Nuevo México (EE.UU.), publicó en 2000 el informe Lunar Legacy Project (LLP).
Su primer objetivo era tratar toda la Luna como un yacimiento arqueológico y cartografiar cada uno de los objetos dejados por la humanidad. Pero, según O’Leary, esta tarea resultó demasiado vasta para su limitada financiación.
“Calculamos que en aquel momento (alrededor del año 2000) había 100 toneladas métricas de material en la Luna”, dice O’Leary. “Yo diría que ahora hay más de 400 toneladas métricas, y eso es sólo una estimación”.
Entonces, ¿qué es importante? ¿En qué lugares nos centramos?
“Podríamos haber elegido el emplazamiento de la sonda soviética Luna 2, porque fue el primer artefacto humano que alunizó. En cambio, elegimos la Base Tranquilidad porque era la primera vez que los humanos aterrizaban en otro cuerpo celeste, y tiene una importancia internacional comparable a la de Stonehenge.
“Al no poder visitar la Luna, tuvimos que escarbar en los archivos para averiguar qué había quedado en la superficie lunar de la Base Tranquilidad”.

El proyecto ha encontrado unos 106 artefactos y rasgos dejados allí (un rasgo es un artefacto que no se puede mover, como cada huella). Se trata de objetos mundanos, como cucharones para muestras; o emotivos, como huellas de pisadas.
También hubo sorpresas. Descubrieron que los astronautas del Apolo 11 habían dejado allí las medallas de dos cosmonautas, Vladimir Komarov y Yuri Gagarin. “Sus viudas habían entregado las medallas a los astronautas estadounidenses en plena carrera espacial y Guerra Fría”, explica O’Leary. “Es muy impactante, ¿verdad?”.
Como pregunta el sitio web de LLP: “Si no se protege este yacimiento, ¿qué quedará?”.
Nuevo tipo de arqueología
La arqueología espacial consiste esencialmente en aplicar métodos y teorías arqueológicas a todo lo relacionado con la era de la exploración espacial.
Esto puede abarcar desde los lugares de lanzamiento de los cohetes probados justo antes de la II Guerra Mundial hasta un dron actual volando en la atmósfera de Marte. También puede incluir la cultura en general, como la expresión de ideas sobre cohetes en los juguetes de los niños.
En lugar de cavar en la tierra con una pala, los arqueólogos espaciales suelen escudriñar en documentos científicos o planos de ingeniería. Buscan pruebas en datos de teledetección, imágenes por satélite de módulos de aterrizaje en la superficie de los planetas y sondas espaciales en órbita.
“La arqueología espacial consiste en reunir todo este tipo de datos y combinarlos, como no lo haría un ingeniero, para decir algo nuevo sobre un objeto”, explica Gorman.
“¿Cuál es el entorno o el lugar de este artefacto? ¿Cómo le ha ido en ese entorno espacial? ¿Qué aspecto tiene? Es un poco contraintuitivo, porque la arqueología es una disciplina tan física que forma parte de lo que a todos nos gusta de ella, pero a menudo no podemos hacerlo”, añade.

Es una progresión natural querer salvar lo que has hecho. Pero, ¿es arqueología de verdad?
“Es algo con lo que la gente tiene problemas”, admite Gorman. “Dicen: “¿cómo puede ser esto arqueología?” Es demasiado reciente. Pero, ¿cuándo empieza el pasado? Según (el escritor de ciencia-ficción) Isaac Asimov, el pasado puede empezar hace un milisegundo”.
Muchos esperan que la inclusión de la Luna en la lista de observación 2025 del Fondo Mundial de Monumentos conduzca a nuevos avances, como una lista de sitios del patrimonio espacial respaldada internacionalmente y una carta del patrimonio espacial.
Pero el destino de las naves espaciales de importancia histórica es aún más incierto.
¿Un museo en el espacio?
“Se ha propuesto colocar los objetos de mayor valor histórico en museo estable alrededor de una órbita de la Tierra, relativamente vacía”, afirma Walsh. “Esto podría incluir el Vanguard 1, el objeto más antiguo que se encuentra actualmente en el espacio”.
En enero de 2025, un artículo sugirió que el Vanguard 1 debería regresar a la Tierra y exhibirse en un museo.
De igual manera, se podría argumentar que el Telescopio Espacial Hubble, que ha transformado nuestra comprensión del universo, y la EEl -la nave espacial más grande jamás construida- también deberían salvarse.

Las investigaciones sugieren que hasta el 40% de la estación espacial podría sobrevivir al reingreso.
“Necesitamos pensar mejor en el final de la vida útil de estas naves”, afirma. “Si se puede prever que una misión probablemente será histórica, entonces la preservación de la nave espacial debería formar parte de los cálculos”.
También hay nuevos descubrimientos arqueológicos. “Un contratista que trabajaba en el complejo de lanzamiento de Blue Origin encontró piezas de misiles y me llamó”, dice el arqueólogo Thomas Penders,
“Lo que descubrí es que en los años 50 y 60 estábamos en plena carrera por desarrollar cohetes y enviar un hombre al espacio… las piezas de misiles simplemente se lanzaban por encima de la valla que rodeaba la plataforma de lanzamiento, y siguen ahí hoy”.
La comercialización del espacio significa que este es un momento vital para preservar el patrimonio espacial.
“Estos momentos críticos y extraordinarios en la historia de la humanidad merecen nuestra atención y merecen una oportunidad de existir en el futuro”, concluye O’Leary.
*Esta nota fue publicada en BBC Future. Haz clic aquí si quieres leer la versión original (en inglés).

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