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Los cereales infantiles ahora contienen más azúcar y grasa que antes

Cereales para niños tienen más azúcar, grasa y sodio que antes. Expertos alertan que su valor nutricional ha caído y puede impactar la salud infantil

Cereales refinados o no: cuál deberíamos consumir

Según ella, los cereales refinados, como el pan blanco o el arroz blanco, podrían tener un contenido nutricional reducido y ser menos saciantes. Crédito: ANTHONY PAZ | Shutterstock

Cada mañana, millones de niños comienzan su día con un tazón de cereal. Lo que muchos padres consideran una opción rápida y aparentemente saludable para el desayuno podría estar contribuyendo a problemas de salud a largo plazo.

Detrás de los envases coloridos, con dibujos animados y promesas de energía o nutrición, se ocultan ingredientes que preocupan a los expertos en salud pública.

Una investigación reciente liderada por el Dr. Shuoli Zhao, de la Universidad de Kentucky, y el Dr. Qingxiao Li, de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU), ha puesto en evidencia un cambio significativo en la composición nutricional de los cereales para niños entre 2010 y 2023.

Los cereales infantiles han experimentado un aumento en grasas y sodio, mientras que la cantidad de fibra y proteínas, fundamentales para el desarrollo infantil, ha disminuido.

Esta tendencia sugiere que la industria alimentaria está priorizando el sabor por encima del valor nutricional. En un mercado altamente competitivo, los fabricantes recurren con mayor frecuencia a ingredientes como el azúcar y la sal añadidos para hacer sus productos más atractivos al paladar infantil. El resultado son cereales cada vez más sabrosos, pero también menos beneficiosos para la salud.

Uno de los hallazgos es la elevada cantidad de azúcar presente en muchas de estas opciones. Algunos cereales contienen niveles tan altos que una sola porción puede representar casi la mitad del límite diario de azúcar recomendado por la Asociación Estadounidense del Corazón para los niños.

Desequilibrios de energia

A largo plazo, esto podría contribuir al incremento de peso, a desequilibrios en la energía diaria y a una mayor propensión a desarrollar obesidad infantil, con las consecuencias que eso conlleva: problemas cardíacos, diabetes tipo 2 y enfermedades crónicas en la adultez.

La presentación de estos productos también juega un papel clave. Los envases suelen incluir términos como “grano integral” o “enriquecido con vitaminas”, lo que puede inducir a los padres a pensar que están eligiendo una opción saludable.

Sin embargo, estas etiquetas, aunque ciertas en algunos casos, a menudo ocultan la realidad del contenido total de azúcares añadidos o sodio. A esto se suma que las actualizaciones visuales del empaque, como nuevos personajes o colores llamativos, suelen atraer más atención que la lista de ingredientes en la parte trasera.

Uno de los aspectos más sutiles de este problema es que los cambios en la fórmula de estos productos han ocurrido de forma gradual, lo que dificulta que el consumidor promedio perciba la diferencia sin una comparación directa entre versiones antiguas y nuevas. De esta manera, se genera una falsa sensación de continuidad en la calidad nutricional, cuando en realidad ha habido una disminución notable.

Ante este panorama, los expertos insisten en la necesidad de reformular los productos para que ofrezcan un mejor equilibrio nutricional. Incluir más cereales integrales, añadir frutos secos o semillas, y reducir el contenido de azúcar y sal podrían ser pasos significativos para mejorar la salud infantil sin comprometer el sabor.

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