Alemania aprueba polémico estudio con chips cerebrales en recién nacidos
Los chips cerebrales buscan ayudar a bebés que sufren de epilepsia refractaria de origen genético

Los chips cerebrales en bebés buscan reducir los ataques epilépticos en recién nacidos Crédito: Shutterstock
El hospital Charité en Berlín anunció que dará inicio a un ensayo clínico revolucionario: implantar chips cerebrales en bebés recién nacidos con epilepsia refractaria de origen genético. El objetivo es tratar los casos más severos, donde los medicamentos no funcionan, pero el método ha generado un impactante debate ético en Alemania.
La idea detrás del ensayo es simple (en teoría): un pequeño dispositivo electrónico implantado en la corteza cerebral ayudaría a detectar actividad epileptiforme e interrumpir las convulsiones antes de que aparezcan síntomas. Algo así como un “interruptor de emergencia” dentro del cerebro. Así lo explicó el hospital berlinés, que ha diseñado el protocolo para recién nacidos que presentan mutaciones genéticas específicas vinculadas a convulsiones resistentes al tratamiento convencional.
¿Cómo funcionará el chip en bebés?
El ensayo utilizará lo que se llama una interfaz cerebro‑computadora invasiva: un chip implantado bajo el cráneo, conectado directamente a la región del cerebro responsable de las convulsiones. El dispositivo monitorea el patrón eléctrico cerebral y, al detectar actividad anormal, emite señales eléctricas para atenuar o detener la crisis.
Este enfoque no es enteramente nuevo: en países como el Reino Unido se han desarrollado estudios pediátricos que emplean la estimulación profunda del cerebro, o DBS, para niños con epilepsia severa . Sin embargo, lo verdaderamente chocante del caso alemán es que el receptor serán bebés, con todo lo que eso implica en términos de consentimiento, desarrollo, riesgos desconocidos y responsabilidad médica.
El hospital recordó que estos bebés no tienen otra opción: ya han probado anticonvulsivantes y siguen teniendo crisis casi a diario, con riesgo de daños al desarrollo cognitivo, física y emocional. Esos casos extremos, conocidos como “epilepsia refractaria”, pueden dejar secuelas graves si no se controla la actividad convulsiva desde muy temprano en la vida.
¿Qué espera conseguir el ensayo?
El hospital berlinés estima que, al lograr reducir al menos el 60 % de las crisis en los primeros meses, estaría abriendo la puerta a una tecnología que podría transformar el tratamiento de la epilepsia refractaria, especialmente en sus formas genéticas más severas. En el Reino Unido, por ejemplo, ya se han visto resultados alentadores con estimulación cerebral profunda en niños mayores, como reducciones significativas en frecuencia y severidad de crisis .
Si el método funciona, y los bebés resisten bien el implante sin efectos adversos severos, el hospital planea ampliar el estudio a más pacientes y explorar aplicaciones para otras condiciones neurológicas infantiles resistentes. Pero queda un largo camino antes de hablar de aprobación regulatoria general.
Este ensayo alemán es un experimento existencial: busca salvar vidas, pero también reescribir cómo entendemos la infancia, la biotecnología y la responsabilidad médica. Y aunque la comunidad científica respalda estas iniciativas por su potencial, habrá que ver si la sociedad, los padres y los organismos reguladores se animan a dar un salto tan arriesgado.
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