Obispos y sacerdotes revelan amenazas que sufrieron por parte del narco en México
En estados como Guerrero, Michoacán, Zacatecas y Veracruz, el control del narco obliga al clero a operar bajo las condiciones impuestas por los cárteles

La Iglesia católica ha reportado varios casos de extorsión ligados al crimen organizado. Crédito: Wong Maye-E | AP
La Iglesia católica en México vive bajo asedio. Obispos y sacerdotes han denunciado una escalada de amenazas, extorsiones y agresiones físicas por parte del crimen organizado, particularmente en regiones donde los cárteles imponen su ley.
Durante los trabajos del Tercer Congreso Nacional de Pastoral para la Reconciliación y la Paz, varios religiosos expusieron los riesgos que enfrentan en sus diócesis. Monseñor Salvador Rangel, obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, reveló que tuvo que dialogar con grupos delictivos para evitar asesinatos de sacerdotes y garantizar el acceso a comunidades dominadas por la violencia.
“Yo hablé con el narco para proteger a mis sacerdotes. En la sierra no entra el Ejército, ni la Guardia Nacional, solo la Iglesia. Pero teníamos que pedir permiso”, declaró Rangel durante el encuentro realizado en la Universidad Pontificia de México.
De acuerdo con el semanario Proceso, otros líderes religiosos compartieron experiencias similares. Monseñor Ramón Castro, secretario general del Episcopado, y el cardenal Felipe Arizmendi coincidieron en que, en varios estados, los sacerdotes son víctimas de extorsiones y amenazas si denuncian abusos o defienden a la población.
En estados como Guerrero, Michoacán, Zacatecas, Veracruz y Chiapas, el control territorial del narco ha obligado al clero a operar bajo estrictas condiciones impuestas por los cárteles. Algunos párrocos deben cancelar misas, evitar visitar ciertas comunidades o acatar restricciones impuestas por grupos armados, según lo expuesto en el congreso.
“Aquí se hace lo que dice el patrón”
El testimonio de un sacerdote de Oaxaca, citado en el foro, resume la crudeza de la situación: “Cuando llegas a la comunidad, te dicen: aquí se hace lo que dice el patrón. Tú vienes a decir misa, pero no puedes hablar de justicia, ni de paz”.
Este clima ha generado autocensura entre los sacerdotes, quienes evitan abordar temas de violencia, desapariciones o abusos durante sus misas. Algunos han recibido amenazas directas por parte de los jefes criminales, que exigen lealtad o silencio.
Los participantes del Congreso también expresaron preocupación por el abandono institucional. Señalaron que las autoridades locales y federales no garantizan condiciones mínimas de seguridad ni justicia en regiones dominadas por el narco. “Nos han dejado solos”, dijo uno de los obispos presentes.
Pese a ello, la Iglesia mantiene su labor pastoral, educativa y humanitaria, aun cuando eso implique poner en riesgo la vida de sus ministros. De acuerdo con el Centro Católico Multimedial, más de 80 sacerdotes han sido asesinados en México en los últimos 18 años, en muchos casos por su defensa de los derechos humanos y su cercanía con las víctimas.
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