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China asegura haber logrado lo que se creía imposible: son capaces de detectar sin problemas al F-35 de EE. UU.

Hasta ahora una de las mayores fortalezas del F-35 era su capacidad para superar las defensas enemigas sin ser detectado

El F-35 es uno de los aviones de combate más avanzados del arsenal de Estados Unidos

El F-35 es uno de los aviones de combate más avanzados del arsenal de Estados Unidos Crédito: Shutterstock

En los últimos días, China ha lanzado una bomba informativa que muchos creían imposible: afirman que ya pueden identificar a los cazas F‑35 estadounidenses, esos jets furtivos que hasta ahora eran prácticamente “invisibles” para los radares. Según medios oficiales del país, la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación detectó uno de estos jets y lo escoltó con un par de sus propios cazas de quinta generación J‑20. Si esto se confirma, sería un golpe enorme al mito de la invisibilidad tecnológica que rodea a los F‑35.

Detrás del anuncio está la presentación del radar JY‑27V, una tecnología de largo alcance que, según el fabricante estatal CETC, es capaz de “ver” a los F‑35 y F‑22 gracias a su combinación de ondas métricas, apertura amplia y algoritmos de inteligencia artificial. En paralelo, se informa que los J‑20 ya no son simples vitrinas tecnológicas, sino que patrullan activamente el Mar de China Oriental, funcionando como interceptores contra cualquier aeronave furtiva que entre en su zona de vigilancia.

Lo que más ruido ha hecho en la prensa china es un evento puntual: un F‑35 habría sido detectado al entrar en la zona de identificación aérea china (ADIZ). Ante esto, los controladores aéreos ordenaron el despegue inmediato de los J‑20, que volaron a interceptarlo y escoltarlo hasta que se alejó. Este episodio es presentado como la prueba de que China ya puede rastrear y reaccionar ante cazas invisibles en tiempo real.

El poder del J‑20: más allá de la apariencia

El Chengdu J‑20, también conocido como “Dragón Poderoso”, lleva ya varios años en servicio, pero nunca había sido asignado a un rol tan estratégico como el de interceptar jets furtivos de otras potencias. Según el relato de los medios estatales, su efectividad antistealth se basa en tres elementos clave.

Primero, un salto enorme en el alcance de detección del propio J‑20. Gracias al uso de semiconductores de carburo de silicio (SiC), desarrollados en laboratorios chinos, sus radares AESA pueden detectar objetivos a más de 1 000 kilómetros. Es una mejora notable frente a generaciones anteriores de aviones de combate.

Segundo, una red de radares terrestres y aéreos que operan en banda métrica, como el ya mencionado JY‑27V, capaces de cubrir áreas extensas y detectar aeronaves furtivas desde múltiples ángulos.

Tercero, la capacidad de respuesta rápida: en cuanto el radar detectó un F‑35, los J‑20 despegaron sin demora para interceptarlo. Esta reacción inmediata refuerza la idea de un sistema de defensa aérea altamente coordinado y automatizado, que estaría funcionando en modo de alerta constante.

La narrativa china insiste en que ya no se trata solo de disuasión, sino de una capacidad real para controlar su espacio aéreo incluso ante aeronaves diseñadas para evitar ser detectadas.

¿Y los F‑35? ¿Qué tan real es lo que dicen?

Ahora bien, todo esto suena impresionante, pero los escépticos no se han hecho esperar. Muchos expertos señalan que detectar un F‑35 no es lo mismo que neutralizarlo. Puede que los radares chinos lo localicen, pero mantenerlo bajo vigilancia precisa o bloquear sus maniobras ofensivas es otro nivel de complejidad.

También se especula que China podría estar utilizando sensores térmicos de largo alcance y sistemas de infrarrojos para complementar su red de radar. Algunos informes incluso mencionan el uso de globos espía con sensores térmicos o plataformas en la estratósfera conectadas al sistema BeiDou para rastrear el calor emitido por los motores del F‑35.

En cuanto al propio J‑20, aunque se le reconoce un diseño avanzado y un perfil furtivo, hay dudas sobre su rendimiento real. Algunas fuentes afirman que sus toberas y parte trasera son vulnerables al radar y que la calidad de construcción todavía no está al nivel de sus rivales occidentales. Además, el F‑35 ha sido diseñado como una plataforma de batalla aérea inteligente, con una red de sensores y satélites que lo convierte en una unidad de comando voladora, mientras que la doctrina china sigue siendo más centralizada y menos flexible ante situaciones inesperadas.

Queda una gran pregunta en el aire: ¿realmente hubo una intercepción directa o fue simplemente una coincidencia de trayectorias aéreas? Hablar de “escolta” puede tener múltiples significados, desde un gesto disuasivo hasta un simple patrullaje cercano.

Lo que está claro es que, si lo que China afirma es cierto, la era de la invisibilidad absoluta en el aire podría estar llegando a su fin. Y eso cambia todo.

China dice haber roto el sigilo de los F‑35. A falta de confirmación independiente, el mensaje es claro: sus radares, sus cazas y sus sensores están listos para detectar incluso al enemigo más difícil de ver. El dominio del aire está en juego, y lo que parecía imposible, ahora es una posibilidad real.

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