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El pueblo mexicano donde solo quedan 5 policías por culpa del crimen organizado

El asesinato de policías y la renuncia de sus compañeros ante la ola de violencia ha dejado al municipio de Igualapa, Guerrero, con solo 5 agentes

Igualapa

La violencia ha dejado calles abandonadas y negocios cerrados. Crédito: X/@Eco1_LVM | Cortesía

En el municipio de Igualapa, Guerrero, la presencia policial se ha reducido a tan sólo una fracción de lo que fue hace unos años. De un cuerpo de 21 elementos, solo cinco permanecen en funciones, incluyendo a la mujer policía que, pese a su juventud, se ha convertido en símbolo de resistencia ante la embestida del crimen organizado.

La violencia y las amenazas de grupos criminales que buscan apoderarse del municipio han dejado un saldo trágico: cuatro policías muertos y 11 desertores en apenas unos días. A finales de junio, la policía municipal de Igualapa contaba con 21 agentes. Sin embargo, un ataque armado cobró la vida de cuatro policías, entre ellos el subdirector de Seguridad Pública, Pablo Martínez López, alias “La Yegua”.

Al día siguiente, 11 de sus compañeros desertaron, dejando solo a cinco elementos, entre ellos la joven policía, que decidió no abandonar su uniforme ni a su comunidad, debiendo proteger a más de 15,000 habitantes y a 13 comunidades rurales. Desde entonces, el temor se ha apoderado del pueblo, aunque las autoridades aseguran que no hay toque de queda y que cuentan con el respaldo del Ejército, la Guardia Nacional y la Policía Estatal para mantener la seguridad.

El inicio de la crisis

El ataque que cambió todo ocurrió en el kilómetro 200 de la carretera Acapulco–Pinotepa Nacional, en San José Las Palmas, donde civiles armados emboscaron a los policías. La agresión dejó tres agentes y al subdirector muertos en un escenario que evidenció la gravedad de la situación. La respuesta del crimen fue inmediata y brutal: grupos armados comenzaron a hostigar al gobierno local, intentando tomar control de la policía y del territorio.

El sitio La Silla Rota señala que el gobierno del estado ha desplegado refuerzos y ha logrado la captura de presuntos líderes criminales, como Alfredo “N”, alias “El Moro”, y la muerte de otros, en un esfuerzo por recuperar el control. Sin embargo, las calles permanecen desiertas y las familias siguen encerradas por miedo, en un escenario que refleja el abandono institucional y la crisis de seguridad que azota a muchas regiones del país.

Resistencia en medio del miedo

La Silla Rota dio a conocer la historia de la joven policía que prefiere mantenerse en el anonimato, y refleja la dura realidad que enfrentan muchas comunidades en México. Ella, cubierta con un manto negro, entra al santuario del Señor del Perdón para encomendarse y pedir protección, mientras continúa patrullando las calles vacías y silenciosas de un pueblo que antes era un refugio de paz y ahora parece un infierno.

La violencia ha obligado a cerrar negocios, a recluir a las familias y a abandonar las calles, dejando a la comunidad en un estado de miedo constante. A pesar de las amenazas y del riesgo constante, la joven policía decidió quedarse. “Mi comunidad me necesita”, afirma con serenidad, empuñando un arma larga y con la fe intacta.

Su valentía contrasta con la deserción de otros agentes que prefirieron abandonar sus funciones ante la escalada de violencia. La resistencia de estos pocos elementos es hoy un símbolo de esperanza en un municipio donde la presencia del Estado parece cada vez más débil.

La situación en Guerrero no es aislada. Según el informe más reciente de Causa en Común, en la última semana de junio al menos 13 policías fueron asesinados en todo México, elevando a 212 el total de agentes caídos en 2025.

La emboscada en Igualapa fue uno de los casos más graves, donde cuatro policías perdieron la vida en un solo ataque. Los estados de Sinaloa, Veracruz, Michoacán y Baja California concentran los niveles más altos de violencia armada contra las fuerzas del orden.

La organización advirtió que la violencia contra policías ha aumentado un 37% respecto al mismo periodo del año pasado, con la mayoría de los ataques ocurriendo en días de descanso o en emboscadas directas.

La realidad en municipios como Igualapa refleja el abandono y la vulnerabilidad en la que operan los elementos de seguridad, muchas veces sin garantías ni condiciones mínimas para cumplir su labor.

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