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VIH en la comunidad latina: estigma, acceso a tratamientos y soluciones urgentes

Los latinos son el 19% de la población, pero representan el 33% de nuevos casos de VIH. La Dra. Roque Gardner explica por qué urge actuar

Romper el silencio cultural es clave para que las nuevas generaciones latinas puedan protegerse del VIH.

Romper el silencio cultural es clave para que las nuevas generaciones latinas puedan protegerse del VIH. Crédito: Shutterstock

Cuando Pablo llegó a mi clínica a finales de 2021, su diagnóstico de VIH estaba tan avanzado que sospechaba al menos dos infecciones graves. Requirió tratamiento urgente para salvarle la vida. Tenía poco más de 20 años, era latino y representaba el rostro de la epidemia de VIH, no solo en el sureste del país, sino a nivel nacional.

Como médica latina y bilingüe especializada en enfermedades infecciosas en Atlanta, he visto crecer rápidamente el número de pacientes como Pablo. Aunque el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) sigue afectando de manera desproporcionada a diversas comunidades en Estados Unidos, los latinos se encuentran entre los más afectados.

En 2023, los latinos representaban alrededor del 19% de la población del país, pero sumaron el 33% de los 38,539 nuevos diagnósticos de VIH — un aumento alarmante si se compara con el 21% en 2008. Esta tendencia inquietante pone de manifiesto la urgencia de abordar factores sistémicos, culturales y socioeconómicos para frenar la epidemia.

¿Qué impulsa el aumento del VIH en la comunidad latina?

En muchas familias latinas persisten estigmas culturales profundos que dificultan hablar abiertamente sobre sexo, sexualidad o VIH. Conversaciones sobre el uso del condón, las relaciones entre personas del mismo sexo o el estatus serológico suelen considerarse temas tabú, sobre todo en hogares tradicionales. Este silencio genera desinformación, miedo al rechazo y evita que muchas personas busquen hacerse la prueba o recibir tratamiento.

También limita el diálogo sobre orientación sexual e identidad de género, en particular dentro de la comunidad LGBTQ+ latina. Como resultado, los hombres latinos que tienen sexo con otros hombres se encuentran entre los grupos más afectados por el VIH en Estados Unidos. Las barreras culturales se traducen en diagnósticos tardíos y mayor riesgo de transmisión.

Los latinos también enfrentan barreras significativas de idioma y acceso limitado a servicios de salud. Una parte considerable de la comunidad es monolingüe en español o tiene dominio limitado del inglés. Sin campañas de salud pública y servicios médicos verdaderamente bilingües y culturalmente apropiados, muchos pacientes no comprenden información médica clave, desconocen estrategias de prevención como la PrEP (profilaxis previa a la exposición) y tienen acceso restringido a recursos y educación sobre VIH. Aunque herramientas como la PrEP y los condones son altamente eficaces, su uso es bajo en la comunidad latina.

Además, muchos latinos enfrentan obstáculos relacionados con el estatus migratorio y las desigualdades económicas. Estos factores limitan el acceso a pruebas de VIH, diagnósticos tempranos, tratamientos antirretrovirales y a información sobre prevención. Esto incrementa tanto el riesgo individual como la propagación del virus en la comunidad.

En particular, las personas indocumentadas pueden temer que acudir a un centro médico derive en problemas legales o incluso en la deportación. Las redadas migratorias —incluso en entornos de salud— han erosionado la confianza en las instituciones y disuaden a muchos de buscar atención, reportar síntomas o hablar abiertamente sobre conductas sexuales o uso de drogas. El resultado: diagnósticos tardíos y tratamientos ausentes que elevan el riesgo de transmisión.

¿Qué podemos hacer para detener esta epidemia en nuestra comunidad?

Revertir el aumento del VIH entre los latinos exige una respuesta integral. Necesitamos programas de educación comunitaria culturalmente competentes y en español (u otros dialectos relevantes), acceso gratuito o de bajo costo a pruebas y PrEP, y campañas de reducción del estigma en espacios clave como las iglesias. Debemos fortalecer alianzas con organizaciones LGBTQ+ latinas y capacitar al personal médico para que ofrezca atención inclusiva y respetuosa. También es fundamental invertir en profesionales de salud latinos. Los estudios demuestran que los pacientes tienen mejores resultados cuando son atendidos por personas que comparten su identidad cultural.

Las iniciativas de salud pública no deben limitarse a traducir folletos: deben reflejar la diversidad, matices y vivencias reales de la comunidad latina. Solo así podremos cambiar el rumbo de la epidemia y asegurar que personas como Pablo tengan las herramientas para prevenir el VIH, tratarlo adecuadamente y llevar una vida plena y saludable.

Sobre la autora

La Dra. Annelys Roque Gardner es profesora asistente en el Departamento de Medicina, División de Enfermedades Infecciosas, en la Universidad Emory, en Atlanta, Georgia. Estudió Biología en Harvard College y Medicina en la Universidad de Florida. Completó su residencia en Medicina Interna y su especialización en Enfermedades Infecciosas en la Universidad de California, San Francisco.

Actualmente, es subdirectora médica del Programa Ryan White de VIH/SIDA de Emory. Su labor clínica se enfoca en atender a personas vulnerables que viven con VIH o tienen riesgo de adquirirlo, incluyendo a un número creciente de latinos en el área metropolitana de Atlanta. Es una orgullosa inmigrante cubana, médica latina bilingüe y miembro activa de la National Hispanic Medical Association (NHMA). Su misión diaria es reducir las brechas en el acceso a la salud y dar voz a quienes históricamente han sido marginados u olvidados.

Acerca de la NHMA

La National Hispanic Medical Association (NHMA) es una organización dedicada a promover la salud y el bienestar de la comunidad hispana en Estados Unidos a través de educación, investigación y defensa de políticas de salud equitativas.

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