Mitsubishi abandona China y confirma el cambio de era
La salida de Mitsubishi del mercado chino marca el fin de una etapa de más de 25 años en el país asiático. Su retirada confirma el dominio de los eléctricos

El Mitsubishi Grandis está por volver. Crédito: Mitsubishi. Crédito: Cortesía
Mitsubishi Motors, uno de los grandes referentes del automóvil japonés, ha decidido dar por terminada su historia en China. Aunque su presencia allí se remonta a los años 70, la compañía ya no ve espacio para su estrategia en un país donde los vehículos eléctricos y las marcas locales han tomado la delantera.
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La salida se oficializó con la disolución de su última empresa conjunta, Shenyang Aerospace Mit. Engine Mfg. Ltd., la cual durante décadas fue un pilar en su suministro de motores para vehículos en la región.
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A partir del 2 de julio de 2025, esa empresa cambió su nombre a Shenyang Guoqing Power Technology Co., Ltd., dejando fuera tanto a Mitsubishi Motors como a Mitsubishi Corporation.
Este paso marca el cierre de un capítulo que comenzó en 1997 con la creación de esta sociedad conjunta, y deja claro que el viraje de China hacia la electrificación no tiene marcha atrás. “La electrificación ha dejado de ser una opción y es ya un camino sin retorno”, dijo el analista Chen Liwei al medio local Jiemian News.
Del protagonismo a la irrelevancia: una caída anunciada
Mitsubishi fue una de las primeras marcas japonesas en ver el potencial del mercado chino. Ya en 1973 exportaba camiones de carga a la región, y durante los años 2000 sus motores equipaban hasta el 30 % de los vehículos fabricados localmente. Durante un tiempo, parecía haber encontrado su sitio.
El proyecto más ambicioso de la firma llegó en 2012, con la creación de la empresa GAC Mitsubishi, fruto de una alianza con Guangzhou Automobile Group (GAC) y Mitsubishi Corporation.
Este acuerdo apuntaba a consolidar una posición en el floreciente mercado SUV, y lo logró brevemente gracias al éxito del Mitsubishi Outlander.
En 2018, las ventas alcanzaron un máximo de 144,000 unidades, pero el declive fue rápido. Para 2022, las ventas se habían desplomado a 33,600 unidades, y la competencia de marcas locales como BYD, NIO y Xpeng, que apostaban decididamente por vehículos eléctricos, hizo insostenible el modelo de negocio de Mitsubishi en el país.
En octubre de 2023, la compañía cesó completamente su producción en China. Poco después, GAC asumió el control total de la planta conjunta y la redirigió para fabricar vehículos eléctricos bajo la marca Aion. El mensaje era claro: el futuro ya no era híbrido ni a combustión, era 100 % eléctrico.

Problemas financieros que aceleraron la salida
El debilitamiento de Mitsubishi no solo fue tecnológico o de mercado, también tuvo un fuerte componente financiero.
Al cierre de marzo de 2023, GAC Mitsubishi acumulaba activos por valor de 4,198 millones de yuanes y pasivos por 5,613 millones, lo que suponía una deuda neta de 1,414 millones de yuanes, equivalentes a aproximadamente $194 millones de dólares.
Con ese panorama, la reestructuración no era una opción, sino una necesidad. Desde la empresa se señaló que la retirada respondía a la “rápida transformación de la industria del automóvil china”, según se detalló en un comunicado oficial.
En otras palabras, los motores tradicionales ya no tienen lugar en un país donde el gobierno, las ciudades y los consumidores presionan hacia la electrificación total.
China: campo de batalla de la electrificación global
Lo que ocurre en China no es un fenómeno aislado. El país asiático es hoy el mayor mercado de autos eléctricos del mundo, y también el más competitivo.
Las marcas locales no solo ofrecen precios más bajos, sino que también están apostando fuerte por la innovación en baterías, software y conducción autónoma.
Tesla ha sabido adaptarse a esta dinámica, localizando su producción y compitiendo en precios. Pero marcas tradicionales como Mitsubishi, Peugeot, o incluso Ford, han tenido muchas más dificultades para reubicarse en esta nueva realidad.
El caso de GAC-FCA (la antigua Fiat Chrysler) es otro ejemplo reciente de una alianza que no resistió la presión del mercado eléctrico chino.
“La salida de Mitsubishi del mercado chino es una señal de advertencia para otros fabricantes extranjeros que aún no han asumido la velocidad del cambio”, explicó Chen Liwei. “El panorama automovilístico en China se ha convertido en un campo de batalla para la innovación en vehículos eléctricos, donde las marcas históricas tienen cada vez más difícil competir”.

Reconfiguración global para un nuevo paradigma
La decisión de Mitsubishi de concentrarse en otros mercados podría interpretarse como un repliegue estratégico.
La compañía, que ya ha reducido su presencia en Europa, ahora buscará centrarse en mercados donde la transición hacia el eléctrico es más gradual o donde la infraestructura aún permite una coexistencia con modelos de combustión interna.
Sin embargo, con China como líder mundial en electrificación, esa retirada deja a Mitsubishi fuera de una plaza clave para el futuro del automóvil.
También plantea dudas sobre su capacidad de innovar frente a marcas que ya están desarrollando plataformas eléctricas propias desde cero.
Mientras tanto, GAC y otras empresas locales ya llenan el espacio que deja Mitsubishi, produciendo autos más limpios, más conectados y con costos de producción más bajos.
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