window._taboola = window._taboola || []; var taboola_id = 'mycodeimpremedia-laopinion'; _taboola.push({article:'auto'}); !function (e, f, u, i) { if (!document.getElementById(i)){ e.async = 1; e.src = u; e.id = i; f.parentNode.insertBefore(e, f); } }(document.createElement('script'), document.getElementsByTagName('script')[0], '//cdn.taboola.com/libtrc/'+ taboola_id +'/loader.js', 'tb_loader_script'); if(window.performance && typeof window.performance.mark == 'function') {window.performance.mark('tbl_ic');}

¡No entres en pánico! Aprende a diferenciar entre gases y un preinfarto

La principal diferencia radica en la naturaleza del dolor y los síntomas asociados a cada uno

¡No entres en pánico! Aprende a diferenciar entre gases y un preinfarto

Para diagnosticar un problema cardíaco se realizan varios exámenes médicos que evalúan tanto la estructura como la función del corazón. Credit: Shutterstock

A veces presentamos un dolor ubicado entre pecho y espalda, en el área del corazón, ¿o un poco más abajo?, sí, donde comienza el abdomen. ¡No estamos seguro!… pero es preocupante, y podemos creer que se trata de un principio de infarto. Antes que todo, no entres en pánico, Te damos clave para diferenciar de qué se puede tratar.

Si se trata de gases, es un dolor generalmente agudo, que puede sentirse como calambres o un nudo en el abdomen, y mejora con eructos o la expulsión de los mismos. Por otro lado, un preinfarto, o más precisamente, una angina de pecho, puede presentar dolor en el pecho, espalda, brazos, mandíbula o garganta, y puede estar acompañado de sudoración, náuseas, mareos o fatiga. 

La principal diferencia radica en la naturaleza del dolor y los síntomas asociados: el dolor por gases es más localizado y pasajero, mientras que el dolor de un preinfarto puede ser más intenso, irradiarse a otras áreas y persistir

Gases

  • Dolor: generalmente localizado en el abdomen, puede sentirse como calambres, nudos, o presión. 
  • Síntomas: eructos, expulsión de gases, hinchazón abdominal. 
  • Duración: el dolor suele ser pasajero y puede mejorar con la expulsión de gases o eructos. 
  • Irradiación: no suele irradiarse a otras áreas del cuerpo como el brazo, la espalda o la mandíbula. 

Preinfarto o angina de pecho

  • Dolor: puede sentirse como presión, opresión o dolor en el pecho, que puede irradiarse a otras áreas como el brazo izquierdo, la espalda, la mandíbula o el cuello. 
  • Síntomas: sudoración fría, náuseas, mareos, fatiga, dificultad para respirar. 
  • Duración: el dolor puede ser persistente y empeorar con el esfuerzo. 
  • Irradiación: puede irradiarse a otras áreas del cuerpo. 

Es importante que, si se sospecha de un preinfarto, buscar atención médica inmediata. Un ataque cardíaco es una emergencia médica que requiere atención urgente. La angina de pecho es una señal de advertencia de que el corazón no está recibiendo suficiente sangre, y puede ser un precursor de un ataque cardíaco. 

Recomendaciones

  • Si el dolor en el pecho es intenso, persistente, o se acompaña de otros síntomas como sudoración, náuseas, o dificultad para respirar, se debe llamar al 911 o buscar atención médica de emergencia. 
  • Si el dolor es leve y pasajero, y se sospecha que es por gases, se puede intentar aliviarlo con eructos o expulsión de gases, pero si persiste o empeora, se debe buscar atención médica. 
  • Es importante conocer los síntomas de un preinfarto y buscar atención médica si se experimentan. 

Exámenes médicos para diagnosticar problemas cardíacos

Para diagnosticar un problema cardíaco se realizan varios exámenes médicos que evalúan tanto la estructura como la función del corazón. Los principales son:

  • Electrocardiograma (ECG): registra la actividad eléctrica del corazón, detectando ritmos irregulares, daños por infarto y otras anormalidades. Es rápido e indoloro.
  • Ecocardiograma: utiliza ultrasonido para crear imágenes en movimiento del corazón, mostrando tamaño, forma, función de las cámaras y válvulas, y cómo circula la sangre. Es útil para diagnosticar insuficiencia cardíaca, problemas valvulares y daño al músculo cardíaco.
  • Pruebas de esfuerzo (prueba de estrés): evaluación del rendimiento del corazón durante ejercicio o con medicamentos simulando esfuerzo, para detectar enfermedad arterial coronaria y evaluar gravedad.
  • Radiografía de tórax: muestra la forma y tamaño del corazón y estado de los pulmones; puede indicar insuficiencia cardíaca o causas pulmonares de síntomas.
  • Tomografía computarizada cardíaca (TC): imágenes detalladas en 3D del corazón y vasos sanguíneos, detecta enfermedades coronarias, acumulación de calcio, defectos congénitos y problemas de válvulas o aorta.
  • Resonancia magnética cardíaca (RM): usa campos magnéticos y ondas de radio para obtener imágenes precisas que ayudan a diagnosticar enfermedades del músculo, válvulas, pericardio y daño posinfarto.
  • Angiografía coronaria y cateterismo cardíaco: procedimientos invasivos donde se inyecta contraste para visualizar las arterias coronarias y detectar obstrucciones que pueden causar infarto.
  • Monitoreo Holter: registro prolongado de la actividad eléctrica cardíaca para detectar arritmias que no aparecen en un ECG convencional.
  • Análisis de sangre: Para detectar proteínas cardíacas tras ataques, evaluar inflamación arterial (proteína C reactiva) y medir glucosa y colesterol que afectan riesgo cardíaco.

Además, el examen físico cardiovascular incluye medir signos vitales, palpar pulsos y auscultar el corazón para identificar signos clínicos de enfermedad. Estos exámenes se eligen en función de los síntomas, signos físicos y sospecha clínica, y en conjunto permiten diagnosticar con precisión distintos problemas cardíacos.

¿Importa la edad?

Los problemas cardíacos varían según la edad, mostrando diferentes patrones y riesgos a lo largo de la vida.

En adultos jóvenes (menores de 45 años), hay un aumento preocupante en la enfermedad cardíaca en etapa temprana, asociado a la acumulación gradual e irreversible de placa en las arterias, a menudo vinculada a niveles altos de colesterol LDL desde la adolescencia o los 20 años. Estos daños tempranos pueden evolucionar hacia arterioesclerosis, angina y ataques cardíacos a medida que la persona envejece.

A partir de los 40-45 años, la prevalencia de insuficiencia cardíaca y otras enfermedades coronarias se duplica aproximadamente cada década. El envejecimiento conlleva cambios fisiológicos en el corazón, como un endurecimiento del músculo cardíaco, engrosamiento de las paredes y pérdida de flexibilidad arterial, lo que disminuye la capacidad de bombeo y aumenta el riesgo cardiovascular.

En personas mayores (más de 65-75 años), la insuficiencia cardíaca congestiva es mucho más común, con una frecuencia hasta 10 veces mayor que en adultos jóvenes. Además, aumentan la incidencia de arritmias, valvulopatías como la estenosis aórtica, hipertensión arterial y riesgos de accidentes cerebrovasculares relacionados con problemas en el flujo sanguíneo.

La edad avanzada incrementa el endurecimiento y pérdida de elasticidad de las arterias, así como una disminución en la eficiencia del corazón para bombear el fluido sanguíneo. Por ello, la mayoría de las muertes por enfermedad cardíaca ocurren en personas mayores de 65 años, aunque el riesgo comienza a elevarse mucho antes debido a la acumulación de factores de riesgo.

Cada año mueren más personas por enfermedades cardiovasculares (ECV) que por cualquier otra causa. Según estadísticas, más de tres cuartas partes de las muertes relacionadas con cardiopatías y accidentes cerebrovasculares ocurren en países de ingresos medianos y bajos.

El riesgo de padecer una ECV aumenta por una alimentación poco saludable, la cual se caracteriza por un bajo consumo de frutas y verduras, y un consumo elevado de sal, azúcar y grasas.

También puede interesarte:

In this Article

diagnóstico enfermedades cardíacas exámenes gases prevencion
Sponsored content